Armonización de energías con técnicas vibracionales
Desde el antiguo Egipto, hace ya miles de años, conocemos una de las más interesantes leyes herméticas, la ley de Vibración, y esta dice: nada se encuentra absolutamente inmóvil, todo vibra, y todo permanece en movimiento perpetuo.
Así logra explicar que tanto la materia, la mente y el espíritu son simplemente manifestaciones con diferente nivel de vibración.
Además, se afirma, que desde el Todo hasta la materia más grosera están en vibración.
Y es así, como la vibración del espíritu resulta de una intensidad altísima, infinita, de tal nivel que podría casi llegar a considerarse como si estuviera en reposo, por otra parte también existen manifestaciones excesivamente densas que poseen una intensidad vibratoria prácticamente nula.
Para explicarlo de otra manera, cada elemento de la naturaleza tiene asociada una característica propia de frecuencia vibratoria, es decir tiene la propiedad de vibrar dentro de una banda de frecuencias, así también tiene la capacidad de capturar o rechazar otras frecuencias diferentes en un proceso denominado resonancia.
Los campos áuricos o energéticos
También encontramos elementos, como por ejemplo piedras o cristales, que pueden realizar verdaderos prodigios en el campo áurico o energético, al transmutarlo o modificarlo cuando se los ubica en puntos muy precisos correspondientes tanto a una persona, un ser vivo o un sitio, al cual se desea modificar energéticamente algún aspecto.
Desde diversas fuentes de información, tales como películas, libros, revistas e historias, todos nosotros hemos tenido la oportunidad de conocer diferentes clases de procedimientos curativos aplicados por hechiceros, sumos sacerdotes, médicos brujos u otros similares, donde es extremadamente común el uso de piedras, plantas medicinales, agua o metales, en pacientes con distintas patologías, y obteniendo resultados que parecen irreales si se consideran desde el punto de vista del cientificismo actual.
Sin embargo, si observamos con detenimiento la situación desde otra perspectiva, y nos enfocamos en aquellos procedimientos a los que se acude con absoluta naturalidad, al menos en la última década, y son los comprendidos dentro del área de la medicina, como la Kinesiología, encontramos aplicaciones tales como magnetoterapia, onda corta y rayos infrarrojos, que muestran claramente basarse en estímulos netamente vibracionales para mejorar el funcionamiento o recuperación de procesos físicos.
Por supuesto, deberíamos agregar a lo mencionado, y conocido dentro de lo cotidiano, los tratamientos odontológicos, dermatológicos, estéticos, oftálmicos, cardiológicos, y sin ahondar demasiado más no resultaría propio obviar los tratamientos o terapias neurológicas, de las cuales pareciera que muy poco se habla y que en ciertos países ya ha dejado de ser un secreto de laboratorio y se aplican abiertamente.
Vibraciones y estrés
Cada día, en cualquier sitio que nos encontremos, nos relacionamos con algún tipo de vibración diferente a la nuestra, ya sea el espacio que transitamos, las personas con las que nos encontramos, la luminosidad o el entorno acústico que nos envuelva.
Cada uno de esos encuentros o relaciones puede hacer que nuestro sistema o composición energética cambie, se altere o transmute, provocando situaciones que por lo general se explican como de malestar, molestias extrañas, insomnio, stress, irritabilidad, iracundez, temor, angustia, apatía, mal humor, pesadillas, etc., que como consecuencia traen aparejados la aparición de enfermedades, trastornos (físicos, mentales, espirituales), desencuentros de relación, inconvenientes laborales, bajo rendimiento físico o mental, o entorpecimiento del proceso evolutivo.
Los comentarios habituales son:
– No puedo pensar con claridad.
– No encuentro respuestas dentro mío, tal como lo hacía antes.
– Me peleo con todo el mundo.
– Mi corazón se volvió de hielo.
– De pronto todo comenzó a salirme mal.
– En poco tiempo me dejaron totalmente solo/a.
– Hasta hace poco meditaba claramente, ahora ni me puedo concentrar.
– He perdido la voluntad y el deseo de realizar cosas.
– Mis sueños son caóticos, extraños, se han convertido en pesadillas.
– Mi creatividad ha desaparecido.
– No consigo superar el estado de stress.
– Creo que alguien me está realizando un “daño”.
Y así como éstas, existen muchas frases más, que resultaría muy largo detallar, pero son las características más comunes que se mencionan durante una consulta donde se diagnostica un desequilibrio en el campo energético del consultante o de su entorno de vida.
Terapias holísticas
Las formas de solucionar estos desequilibrios están surgiendo en base a las técnicas milenarias ya mencionadas, y una nueva tendencia, llamada holística, permite conectar tanto terapias manuales como energéticas, para apuntar a un nuevo aspecto de apertura mental y alcanzar un grado de relaciones humanas más profundas y sinceras donde el “leitmotiv” de la existencia humana trascienda el materialismo y se enfoque hacia un mejor vivir unificando lo material con lo mental y lo espiritual.
Es posible sugerir diversas variantes terapéuticas suficientemente serias, aunque basado en razón de la propia experiencia, y los resultados observados a través de los años en consultantes y alumnos, prefiero recomendar dos prácticas, las cuales actuando en conjunto o individualmente brindan una eficaz corrección del campo energético y basadas en procesos vibracionales: aromaterapia con elementos naturales y aplicación de patrones vibratorios.
Ambas técnicas resultan muy sencillas en cuanto a su aplicación, poseen efectos de duración prolongada, y resultados observables prácticamente inmediatos, logrando con las mismas obtener un cambio en la dinámica energética personal de excelente nivel, y mínimo requerimiento de reajustes necesarios a futuro.
Por Prof. David Cuk
www.enarmonia.com
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