Frank Howard es un sociólogo que ha sido funcionario gubernamental en Gran
Bretaña, lapso durante el cual se encargó de cuestiones relacionadas con la
tercera edad.
"Es necesario
que los gobiernos empiecen a tener en cuenta a la gran cantidad de homosexuales
que están entrando, o ya están atravesando, la adultez.
Deben interesarse en
conocer que cuestiones le interesan a esta comunidad, que esta integrada por los
baby boomers, es decir personas muy distintas a sus generaciones anteriores".
Pero Howard
admite que el hecho de que pertenezcan a una misma generación, signada por el
auge del Estado de Bienestar y de las Contraculturas, no significa que todos
ellos tengan el mismo tipo de vida.
"Las
circunstancias externas influyen mucho. No es lo mismo los adultos que vivan en
zonas urbanas que los que viven en áreas rurales, donde todavía existe mucha
homofobia, incluso más que tiempo atrás, con lo cual sus demandas y necesidades
son drásticamente distintas".
Una
preocupación constante, afirma Howard, es la falta de clínicas de reposo
especiales para gays y lesbianas.
Recientemente se ha abierto una en Amsterdam,
pero tiene solo siete camas. "Muchos médicos y profesionales de la salud,
tienden a desexualizar a la gente más adulta", afirma.
"Pero hay muchos datos
que refutan este prejuicio, y señalan que muchos adultos mayores continúan
siendo sexualmente activos, y esto también debe suceder con los gays y lesbianas
mayores".
Ésta puede
ser una de las razones por las que los gays y lesbianas adultas suelen vivir en
sus casas, bastante aislados: "deben hacer frente a determinadas situaciones en
las cuales se encuentran claramente en minoría, y por otra parte no cuentan con
la comprensión de su familia biológica. Los residentes de geriátricos charlan de
sus hijos, nietos y esposos.
Esto es claramente diferente de sus propias
experiencias de vida, por lo que no logran integrarse", remarca Howard.
Pero hay el
algo más que hace a sufrir a estas personas: "la mayoría de los gays y lesbianas
adultos, se encuentran solos, sin hijos, y viven muy solos. Desafortunadamente,
en nuestro mundo quienes cuidan de los mayores suelen ser sus hijos o
esposos/as.
Por lo tanto, si se quitan las dos piedras fundamentales –sexualidad
y familia- es muy difícil envejecer sin estar muy marginado. Y la gente mayor
que se aísla suele atravesar serios estados psicológicos", agrega Howard.
Una forma de
eliminar el aislamiento de estas personas es que el Estado desarrolle programas
y centros comunitarios para gays y lesbianas. "Desarrollar un espacio seguro con
gente que entienda las necesidades propias de ese segmento" sugiere Howard.
"Esto es críticamente importante. Pero también necesitan empezar a construir sus
propias unidades familiares, alrededor de sitio destinados a la gente más adulta
de esos grupos".
Howard afirma
también que la comunidad homosexual debe tomar otra conciencia de su entorno.
"Pienso que ‘la familia biológica’ es solo una forma de mirar las relaciones. La
familia tipo es un modelo en extinción, que está cambiando a pasos agigantados,
y los homosexuales deben empezar a pensar que tipo de familias quieren armar en
el futuro".
"La comunidad
podría conducirse de la misma manera que lo hizo frente al sida. Y con nuestro
apoyo, podrían también hacer algo con respecto a la calidad de vida de los
mayores, saltando barreras y construyendo sociedades no solo con sus pares
mayores, sino también con aquellos homosexuales jóvenes que deberán afrontar los
mismos desafíos".