Mamá, ¡él me pegó primero!

Cada familia es un mundo y ni que hablar cuando hay hermanos, todo es posible en la dimensión desconocida en las que no toca vivir


Afecta a los dichos, tampoco puedo evitar citar el de: el zorro sabe más por
viejo que por zorro y obviamente, aclarar que ella lo ejecuta a la perfección. 
La diferencia de edad juega a su favor.


Porque y por ende a la hora de vengarse, ella tampoco se queda muy atrás que
digamos. Sobre todo cuando no se le mueve un
pelo  a la hora de decir, por
ejemplo, “si no juntas rápido los chiches la llamo a mami al celu y le cuento
así no te trae lo que te prometió, bajo juramento de que te ibas a portar
bien”.  

El otro que todavía no asimila que parte de portarse bien es juntar los
juguetes exige la explicación pertinente y ahí se arma la de Troya, roma y toda
la acrópolis junta, sin la bendición de la madre que vuelve cansada y ve la
escena de los hermanos macana, ya se auto constituye junto a los dos en los tres
chiflados y esta pensando, seriamente, en pagar un
viaje a las estrellas y por
las dudas no insiste en mirar demasiado fijo la situación, no vaya a ser que
hallé al Dr. Spock en cualquier rincón de su casa, con su parca seriedad y sus
orejas puntiagudas porque es lo único que imagina que le falta. 


 Otro ítem
importante a la hora de coleccionar venganza fabricadas por los hermanos es: la
clásica: “o me acercas el vaso de coca o te sustraigo el último chiche de tu
colección”. 

Pero si está más cerca de ti que de mi, le grita el hermano en el
colmo de lo último de paciencia que le queda, después de convivir horas
vacaciones con la hermana. 

Si, pero quiero que te levantes vos, no yo; que soy
la más grande, le contesta ella, esgrimiendo el escalafón de reparto y trifulca
en puerta. 

Yo lo único que ruego es que no muera el último vaso, que no es
irrompible ni a prueba de hijos y por supuesto no se lastimen entre ellos. 

Pero
tienen una puntería perfecta para evitar daños colaterales y solo se pegan con
lo que no puede romperse ni romperlos a ellos, tienen un instinto de
supervivencia a prueba de todo y a prueba de madres también. 


Un chancletazo
teledirigido es más que oportuno. Y una buena amenaza a tiempo es argucia más
que eficiente para dar por terminado el entuerto.

Lástima que a veces es
demasiado tarde para lágrimas y entre venganza y vengadores alguno o todos
salimos empacados peor que mula, vea Ud. 

Aunque no podemos estar tanto tiempo
enemistados, hacemos las paces y reanudamos el diálogo como los “chanchos” hasta
la próxima venganza y la amenaza al estilo vendetta: “la venganza será
terrible”. 

En fin cosa de hermanos.  Pst. Que nadie es perfecto, che.  ¡Qué
tanto! No por nada dicen que en toda familia se cuecen habas. 

Que cada familia
es un mundo y ni que hablar cuando hay hermanos, todo es posible en la dimensión
desconocida en las que no toca vivir. 

Ah y a esas alturas mejor que ni se me
ocurra murmurar: los hermanos sean unidos porque esa es la ley primera, porque
me mandan a vacacionar con el gaucho una temporadita a ver si se me pasa…

Anterior: HTML clipboard ¿Los vengadores? No… ¡mis hijos!

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