El ser humano ha recurrido, a lo largo de la historia, a todo tipo de métodos y productos para conseguir una piel más suave y más fina. (Los animales también recurren a todo tipo de métodos para despojar a su piel de las rugosidades y descamaciones que la alteran, producen picores, etc).
Conscientes de esta necesidad los laboratorios de cosmética han centrado su investigación en conseguir productos corporales más efectivos y confortables cada vez, para limpiar y tonificar el cuerpo.
El resultado han sido las cremas y geles exfoliantes, que están a tanta distancia del primitivo método de frotamiento con piedra pómez como puede estarlo una computadora de un ábaco.
La piel del cuerpo
Los fenómenos que determinan los procesos de deterioro y envejecimiento de las células cutáneas, en las zonas menos expuestas a la acción de los agentes externos, se manifiestan en alteraciones de la estructura de la piel, que son fundamentalmente distintas a las que se verifican en las zonas cutáneas más expuestas como, por ejemplo, las zonas del rostro y cuello.
La piel del cuerpo sufre un proceso de envejecimiento totalmente distinto al del rostro, no llega a arrugarse pero sí a tener menos elasticidad, se agrieta y pierde plasticidad, tiende progresivamente a relajarse haciéndose menos lisa y suave y, con el paso del tiempo, aparecen zonas de hiperpigmentación superficial en forma de manchas.
En las pieles más jóvenes la constante regeneración celular produce descamación y sequedad que se acumula sobre la piel y es necesario eliminar.
La exfoliación
La exfoliación es un fenómeno de regeneración celular totalmente natural. A cada instante, la dermis produce células nuevas, piel nueva. Se regenera asegurando su renovación constante.
También están permanentemente muriendo las células que han envejecido y se eliminan naturalmente, quedando depositadas junto a las impurezas, sobre la epidermis.
Estas células producen descamación y si no se eliminan impiden la buena regeneración de la epidermis y la penetración de los productos que se puedan aplicar sobre la piel.
La exfoliación es simplemente una limpieza profunda que se realiza con suavidad y que proporciona múltiples beneficios: una piel más linda y el placer de sentirla suave y saludable.
Piel como nueva por la exfoliación
Pasado el verano todas las pieles han sido afectadas por los rayos UVB y UVA del sol, incluso las menos expuestas, es muy común que en ésta época notemos que nuestra piel se ha quedado sin brillo ya que los excesos de sol, el cloro de la piscina o la sal del mar, el viento de las playas, suelen resecarla.
Es el momento de exfoliarla para retirar las células muertas que se acumulan en la epidermis y así acelerar la regeneración de la piel.
La piel se regenera naturalmente cada 28 a 30 días. Al exfoliar, activamos la circulación, suavizamos la piel y, lo más importante, promovemos la regeneración de células nuevas, lo que fortalece la piel y la provee de elasticidad. Además, la exfoliación contribuye a que las marcas y cicatrices desaparezcan o se minimicen.
¿Cuidas tu piel? ¿te has exfoliado en el último mes?
Si nunca has exfoliado tu piel o hace mucho que no lo haces puedes comenzar a realizar este ritual una o dos veces a la semana durante el primer mes.
Después, debes reducir la frecuencia de las exfoliaciones a una cada diez o quince días porque de lo contrario la piel puede irritarse.
Tras realizarlas, debes aplicar una loción o cremas hidratantes y nutritivas, con suaves masajes y así te asegurarás una piel saludable y bella. Si tu piel es muy sensible debes exfoliar con menor frecuencia: una vez cada tres semanas será suficiente.
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