En
la pintura
del extremo Oriente, como en todo arte se puede distinguir una
corriente objetiva y otra subjetiva. El fin principal de la escuela objetiva es
la representación de los objetos reales, y el de la escuela subjetiva, la
expresión de sentimientos y pensamientos, ambas han utilizado la tinta china,
pero en un grado distinto y de un modo distinto también.
Efectivamente,
la tinta de China, en la escuela subjetiva puede sustituir a los colores,
incluso existen lavados que parecen más coloreados que la más admirable de las
pinturas de la escuela objetiva.
La
pintura a la tinta se realiza con líneas y manchas, o sea de una manera gráfica
y de una manera pictórica, según que domine la línea o la mancha.
En
realidad, la manera gráfica es la más antigua, por la razón que era la más
inmediata y la más fácil para el aficionado calígrafo. El efecto artístico
de la escritura extremo oriental resulta inmediatamente sensible de sus formas.
Las
líneas de la escritura se hinchan y respiran, y cuya longitud e intensidad varían
como su dirección; la belleza de estas obras caligráficas no reside solamente
en la forma de cada rasgo considerado aisladamente, sino en su reunión
armoniosa en un signo, así como también en la disposición relativa de estos
signos, de estos signos entre ellos mismos y sobre la superficie.
Para
el pintor, la línea no es un medio de representación, sino también un asunto
independiente, y muchas veces lo es a tal grado que disminuye su valor objetivo,
es un medio de expresión. Les pide liberar y transmitir directamente por su
aspecto individual, sentimientos o estados de animo.
El
Taoísmo, presenta, a primera vista un carácter enigmático a la mentalidad
occidental, debido a que hemos adoptado una concepción parcial del conocimiento
humano, porque no creemos saber nada en realidad sino lo representamos por medio
de palabras o por algún otro medio de signos convencionales como la notación
matemática o musical.
En
nuestro idioma las diferencias entre las acciones y las cosas están claras,
aunque no siempre lógicamente distinguidas, pero gran numero de palabras chinas
hacen tanto de sustantivos como de verbos, de manera de que a quien piensa en
chino, le cuesta muy poco advertir que los objetos son también sucesos, que
nuestro mundo es una colección de procesos más que de entidades.
La
mentalidad occidental tiende a considerar que en realidad no comprendemos lo que
no podemos representar, lo que no podemos comunicar por signos lineales, es
decir, por el pensar, por yuxtaposición de instantáneas, de un universo en el
que las cosas ocurren conjunta y simultáneamente, donde ese universo no puede
ser descripto en su realidad concreta en términos abstractos.
Este
enfoque lineal y consiente, no coincide con el enfoque periférico y
subconsciente, que nos permite por ejemplo regular la increíble complejidad de
nuestro cuerpo, sin pensar en ello para nada.
La
vida misma no procede de esa manera lineal, que tiene el habla y el pensamiento,
como en las lenguas que utilizan el alfabeto y representan la experiencia de
usar largas filas de letras; por eso la complejidad no está en nuestros
cuerpos, sino en la tarea de comprenderlos a través de ese medio del pensar.
La
forma de pensar de un oriental todavía es lineal, es una serie de abstracciones
que hay que tomar una por vez; pero sus signos escritos están un poco más
cerca de la vida, porque esos signos son esencialmente imágenes (ideogramas).
Los
occidentales, nos comunicamos por signos lineales- por el pensar. No utilizamos
la visión periférica en todo su alcance, si, la usamos porque somos seres
humanos, pero no es académica y filosóficamente del todo aceptado, cuando
lamentablemente no hemos comenzado a darnos cuenta que su aplicación es para el
“conocimiento de la realidad”.
Los
caracteres de la escritura china, son el emblema que gobierna la vida junto a la
energía y al espíritu que viven en el universo como el hombre crea el espíritu
de las criaturas del arte.
Para
escribir el lenguaje de China es esencial el lenguaje de la pintura. Es la
metamorfosis de la combinación de imágenes habladas (ideogramas) más la idea
evocada.
Los
trazos que componen los caracteres se reducen a ocho trazos, que, aislados o
combinados o repetidos, producen hasta 50 mil figuras diferentes.
Esta
idea refleja que el origen se ha desarrollado a través de los siglos, desde el
comienzo del Tao, o sea lo absoluto, la fuerza, causa primordial de la
existencia del Universo y la razón de ser todas las cosas que contiene el
camino, el camino de la vida.
“El hombre que posee plenitud
Piensa en la esencia y no en las palabras
Busca el fruto y no la flor.
Elige la sustancia y no las apariencias.”
Lao Tse
Para
China, el arte no es la expresión presuntuosa del yo, ni el culto de la
originalidad y de lo extraño. Tampoco es el producto de una excitación
pasajera, ni el producto de una personalidad agresiva, de un alma agitada.
Es el
resultado de una virtud de contemplación, de un espíritu de profunda
comunicación con la naturaleza, un estado de gracia que se adquiere por un
largo y paciente aprendizaje, una ascesis espiritual, y menos ambición de
progreso o repulsa, que la existencia diaria, contento en la aceptación del
esfuerzo humano, desprovisto de vanidad, de apacible participación en el ritmo
Universal.
En
los períodos que separa la época de los T´Ang y de los Sung, el budismo
Ch’an, influyó mucho en los artistas. El período intermedio se denomina de
las Cinco Dinastías (907-959 DC).
La pintura de este período creó también,
el paisaje monocromo o lavado a la tinta china, que la época Sung (960- 1115
DC) llevará a su mayor apogeo. Esta nueva manera, en contraste con el amor al
color del la época T’ang, fue influida por los conceptos filosóficos de la
época Ch’an.
Esta escuela paisajista del norte (T’ang), estaba
caracterizada por una audacia dramática, usando pinceladas fuertes, agudas y
sombras contrastantes livianas y oscuras. La
escuela del Sur (Sung), insistía en la serenidad, delicadeza y armonía.
La
utilización del lavado a la Tinta
china corresponde a un carácter
permanente del arte chino, que ha persistido a través de todo su desarrollo
histórico. Pertenece al carácter gráfico de esta pintura, porque los pintores
chinos han sido ante todo dibujantes y calígrafos.
La naturaleza misma de la
escritura china, impone al que quiere trazar sus caracteres, un estudio, una
educación del ojo y de la mano análogos a los que exige el dibujo.
Los trazos
de los caracteres tiene tenuidades, flexibilidades, búsqueda de parada, gracia
de curvatura, energías repentinas o aplastamientos progresivos que sólo puede
facilitar un largo aprendizaje con el pincel.
Cada
motivo de composición se divide igual que en los trazos de los caracteres de la
caligrafía; en ocho elementos que el artista estudia para trabajarlos por
separado.
Así hay ocho maneras de dibujar cada una de las partes del cuerpo
humano, como así también en los animales, flores, paisajes, etc. su
representación es netamente gráfica, los cuerpos son circunscriptos a un rasgo
preciso, separados del medio ambiente por un trazado visible, no existe el
modelado ni el relieve de los objetos. No existe el interés por el respeto de
la morfología de la anatomía del cuerpo humano.
Si
han tenido un sentimiento muy justo de la perspectiva lineal: el alejamiento modifica las dimensiones aparentes de los
objetos, el alejamiento de los planos, recurren a un procedimiento especial,
colocan muy elevado el punto de vista de su composición y escalonan,
superponiendo los personajes y los
objetos; las dimensiones de estos van disminuyendo a medida que se acerca a la
parte superior del cuadro, lo que
el occidental lo pone a lo lejos,
el artista chino lo coloca a lo
alto.
Pero
sobre todo por el partido que han sabido sacar de la vibración de los colores,
los chinos se han revelado como coloristas.
El instinto de observación les ha
enseñado que al modular los tonos sobre sí mismos se les da una profundidad y
poder intenso.
Pero
será en el arte del paisaje tratado al lavado en donde la influencia del
Budismo Ch’an, tanto por el Taoísmo, como por el budismo.
Los pintores
Ch’an encuentran en el paisaje, los mejores elementos de expresión artística
de su concepto del mundo y de su sentimiento cósmico. Lo esencial en los
paisajes al lavado no es lo que se representa sino lo que significa, no son imágenes
de la belleza sensible de algunas regiones, sino símbolo de la armonía
Universal.
Árbol,
montaña, agua, el hombre y sus obras, sirven para figurar lo que para el
artista es lo esencial, lo que no
teniendo forma no puede representarse directamente: El espacio, lo que para el
Taoísta es el éter, que llena el espacio; el espacio que abraza todo, es el símbolo
del Tao y de la Bodhi (despertar), de lo que constituye el fondo esencial del
mundo.
Del
espacio se desprenden todos los fenómenos para allí disolverse todo como las
nubes en el éter. Para esta evocación de lo indeterminado, el lavado ofrece
muchos más recursos que la pintura de color.
Hay
que señalar que el artista Ch’an dedicado a su genio ha exaltar los más
antiguos conceptos chinos, los de las antiguas mitología preconfucianistas, del
cual el Taoísmo se había hecho heredero. Y es que el Ch’an (Zen- en Japón),
sin saberlo había asimilado verdaderamente el espíritu del Taoísmo. Era como
un Taoísmo Búdico.
La
agitada historia del Continente Chino, acarreó pérdidas inestimables, por lo que no se poseen obras de más de ochocientos años de antigüedad.
El chino venera como si se tratase de originales, las copias realizadas muchos
siglos después, más sensible al espíritu que al hecho material.
La
aceptación de las leyes de lo perecedero, hace que por mediación de estas copias, nos remontemos hasta el arte del período Han,
es decir 200 años a. C.
El
Taoísmo, había hecho abandonar la pintura de personajes a favor del paisaje.
Serán las distintas escuelas de poesía las que marcaran más profundamente las
evocaciones de la naturaleza, soñadoras, barrocas, incluso surrealistas.