– Decida cuales son los alimentos que REALMENTE lo tientan, aquellos que no
ve la hora de comer y no los que sólo “pica” porque están cerca o en el
menú.
– Consuma sólo
porciones pequeñas
y únicamente de estos alimentos.
– Todo el resto, y que pudiera tentarlo NO lo compre si no lo tiene, y si
lo tiene ESCÓNDALO.
– Planifique al menos 30 minutos diarios de
actividad física, que puede
ser la practica de algún deporte, gimnasia o, simplemente, nadar, bailar o
caminar en un centro de compras.
– No coma todo lo que tiene a mano porque se lo ofrecen, ya lo pagó y está
incluido en el menú, las tías le dicen que coma o, simplemente, “ya que
estamos…”.
– Transgreda en ocasiones particulares, no todo el tiempo. Tampoco
transforme en rutina lo que hizo durante las fiestas.
– Evite el ciclo ayuno/tortura-excesos. No adopte posturas ascéticas antes
de las fiestas, privándose de todo lo que le gusta, porque después le resultará
mucho más difícil controlarse.
– Antes de salir de su casa rumbo a una reunión por las fiestas, coma una
fruta, alguna verdura o un caramelo ácido y, sobre todo, no ayune durante todo
el día en espera de la gran cena. En caso contrario, tenderá a llenarse de
aperitivos y tentempiés, que son los que más nos hacen engordar durante las
fiestas.
– Modere el consumo de alcohol. Aunque usted no lo crea, puede ser una
fuente importante de calorías ocultas y, al desinhibirlo, probablemente hará
que termine comiendo mucho más y peor de lo que se había propuesto.
– El alcohol, por otro lado, disminuye la cantidad de azúcar circulante en
la sangre, por lo que puede aumentar el deseo de consumir dulces y otros
carbohidratos.
– También favorece la deshidratación. Si a esto se le suma el calor de la
época se entiende que, además del riesgo que esta situación implica para las
personas susceptibles, se establece un circulo vicioso: cuando más alcohol tomo
más sed tengo, más alcohol tomo y así sucesivamente.
– Esto no quiere decir dejar de brindar y tomar una copa en la comida.
Significa no consumir grandes cantidades, y no mezclar bebidas destiladas
(blancas) con fermentadas (vino, cerveza, sidra y champagne).
– Ponga atención porque las tentaciones no se limitan a las comidas
formales. Ir a comprar los regalos para el arbolito o para Januca, visitar a
quienes no vemos hace mucho, encuentros con amigos o, simplemente, el estrés o
el bajón anímico que a veces acompañan a las fiestas son todas ocasiones para
hacer un alto en un fasto food, una confitería con ricas masas, la heladería o
la góndola de dulces del supermercado.
– Piense, ¿qué es lo fundamental en las fiestas: la comida o estar con
los seres queridos?
– Anímese a cambiar las tradiciones, que de todos modos suelen ser pocos
apropiadas para nuestro clima cálido: reemplace los platos habituales, ricos en
grasas y aptos para climas fríos, por otros más frescos y con menos grasas y
poder calórico.
– Si esto no es posible, tome algunas precauciones: Descarte el lechón,
inclínese por las aves y si se trata de pescados, elija los de mar o al menos
descarte los de río con mayor cantidad de grasa (como el surubí o los
ejemplares muy grandes).
– Las frutas secas son muy sanas, pero tenga en cuenta que tienen muchas
calorías. Consúmalas “al natural”, no caramelizadas (como las garrapiñadas), cubiertas con
chocolate o en cualquier otra presentación que agregue calorías extra.
– Sea realista: difícilmente pueda perder peso durante las fiestas, así
que sólo propóngase mantenerlo.