Nuestras abuelas
solían llamarla "bagazo o fibra" y aunque los científicos la llaman
"fibra dietética", hoy el nombre se ha popularizado simplemente como
"fibra".
La fibra es el componente que hace
que la zanahoria y otros alimentos similares causen el peculiar sonido al
triturarlos con los dientes.
El Dr. Denis Burkitt y otros médicos
británicos comenzaron a interesarse por el uso de la fibra en 1960, cuando se
descubrió que los habitantes rurales en Africa no sufrían ciertas enfermedades
bastante comunes en las zonas urbanas del continente y en los países
occidentales.
Aunque todavía es necesario
investigar más para definir mejor los efectos de la fibra en la dieta, la
información obtenida hasta ahora acerca de su función en el sistema digestivo
ha sido bien recibida, hasta el punto de que el Departamento de Salud y
Servicios Sociales de los Estados Unidos aconseja al público incluir en la
dieta, alimentos con cantidades adecuadas de fibra.
Un panfleto titulado Guía Dietética
Para los Americanos publicado por el Departamento de Agricultura y el
Departamento de Salud y Servicios Sociales, ofrece el siguiente consejo:
"Consumiendo alimentos ricos en fibras, se logra reducir los síntomas del
estreñimiento, la diverticulosis y algunos tipos de irritación
intestinal."
A la vez, existe la preocupación de que las dietas bajas en
fibra, quizá puedan aumentar el riesgo del desarrollo del cáncer del colon.
Hasta ahora no se sabe con absoluta seguridad si esta inquietud es justificada.
El Intestino Irritable —
La fibra, especialmente la que contiene el salvado de trigo, puede ayudar a
controlar el síndrome del intestino irritable, caracterizado por estreñimiento,
diarrea o episodios alternos de ambos.
Una
alimentación con una cantidad
razonable de fibra puede ser de gran ayuda contra la diverticulosis, una condición
en la cual pequeñas bolsas o apéndices llamados divertículos sobresalen a lo
largo del esófago o del intestino. En ocasiones estas bolsas se infectan.
Mientras que el estreñimiento y el
uso excesivo de los laxantes pueden agravar la diverticulosis, una dieta rica en
líquidos, frutas, pan de granos enteros, trigo, cereales, vegetales fibrosos y
de hoja, zanahoria, apio y otros alimentos relacionados, es frecuentemente
recomendada.
El Cáncer de Colon —
La evidencia sugiere que el cáncer del colon es menos común en los países en
donde la población consume más alimentos con fibra. Sin embargo, estas dietas
contienen menos grasa y proteínas y son diferentes en otros aspectos.
Un
reporte de la Academia Nacional de Ciencias llegó a la conclusión de que la
protección de la fibra contra el cáncer del colon no es concluyente. La
evidencia indica que los componentes insolubles de la fibra pueden ofrecer
alguna protección contra el cáncer del colon, mediante la solución atenuada
del contenido del intestino y la eliminación del exceso de ácidos biliares.
Las Enfermedades del Corazón —
Estudios han indicado que algunos componentes de la fibra solubles en el agua,
contribuyen a reducir los niveles del colesterol en la sangre, lo cual disminuye
las posibilidades de desarrollar ciertas enfermedades del corazón como la
trombosis coronaria.
Control del Peso —
Bien conocidos por sus características de bajas calorías, los alimentos
fibrosos como el apio, las legumbres de hoja verde y las manzanas, poseen también
otras ventajas importantes para el control del peso.
Estos alimentos requieren más
tiempo para masticarlos adecuadamente y a la vez crean una sensación de
llenura. También son evacuados del estómago más lentamente que otros
alimentos, lo que contribuye a controlar la sensación del hambre.
Lo anterior nos lleva a la pregunta
final:
¿Qué cantidad de fibra
es necesaria para gozar de buena salud?
Al comienzo, la cantidad de fibra
debe ser moderada y luego aumentada gradualmente, para evitar posibles
reacciones en personas con niveles de tolerancia bajos.
Los expertos en nutrición
aconsejan porciones moderadas de alimentos ricos en fibras, obtenibles de varias
fuentes. Por ejemplo: frutas, vegetales, granos, nueces y legumbres.
Las
manzanas y las frutas cítricas como el limón, la naranja y la toronja, no
solamente son ricos en fibras, sino que también son excelentes fuentes de
pectina, una fibra soluble. La capa exterior de los granos y cereales y las
partes duras de algunas frutas, vegetales y legumbres son ricas en celulosa.
Los alimentos crecidos de semillas,
conocidos como almidones, cereales, legumbres y los derivados de algunas raíces
como las zanahorias y las papas, no solamente contienen elementos nutritivos,
sino que también son ricos en fibra.
Sin embargo, el consumo de
alimentos fibrosos no debe ser exagerado. La revista FDA Consumer, medio
informativo de la Administración de Drogas y Alimentos, aconseja tener cautela
pues este tipo de alimentos, puede limitar la absorción de ciertos minerales
importantes como el zinc, el cobre y el selenio, lo que puede resultar en
deficiencias nutritivas de esos minerales.
Fuente:
FDA (USA)