Intentando ser hombre en el cambio de siglo

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Hombres autoritarios, infantiles, poco solidarios, con grandes dificultades para vivir sus afectos y el romanticismo: es de lo que la mayoría de las mujeres se quejan en sus relaciones...

Las
relaciones
mantienen una tensión constante que muchas veces se confunde con una relación difícil, donde la mujer busca incesantemente un compromiso afectivo y el hombre huye por miedo de ser apresado.

Los hombres perseveran a cualquier precio para ser un gran Don Juan, que conquistará a todas las mujeres posibles e imaginables, pero que no se compromete con ninguna de ellas, mucho menos consigo mismo. 

Sólo interesa el conocimiento de las
necesidades de femeninas, para conquistarlas y satisfacerlas temporalmente, sin preocuparse en las necesidades más profundas.

Viven relaciones superficiales consigo mismos, sin entrar en contacto con emociones más intensas y profundas, racionalizan todo. Mantienen el estereotipo de buenos amantes en la cama, devoradores de mujeres- objeto, trabajan para tener éxito, poder y ganar mucho dinero.


Sólo los hombres que viven en este universo infantil entienden el mundo así, son machistas, engrupidos. Como los cazadores desfilan con sus mujeres- trofeos para la asegurar sus frágiles egos. 

Un gran cambio es necesario, política y socialmente, ya que tenemos grandes influencias de pueblos latinos que tienden, en sus núcleos familiares, a infantilizar siempre sus miembros manteniendo a través de chantajes emocionales, una dependencia que impide el crecimiento y favorece la acomodación.


Las leyes todavía protegen a los hombres y sus salarios son siempre mayores. Esta familia y sus conceptos morales, crean hombres que se estructuran en bases autoritarias, grandes censores y moralistas.

Dividen todo en lo cierto y lo errado, no se permiten relajarse y vivir libres, o sueltos, sin tensión. Comercian todo como una forma de descargar sus ansiedades y angustias, inmaduros huyen del miedo de ser aprisionados o comidos por las mujeres con las que se relacionan. 

El éxito es la saga de sus vidas, para ser admirados y deseados a cualquier costo, idealizan la vida de los poderosos.

Lesionados por el condicionamiento cultural al que fueron sometidos, los hombres no cuestionan lo que les fue robado: 

La posibilidad de expresar su lado afectivo, dificultando las relaciones hombre- mujer, por tanto, se produce un gran vacío, un agujero en las relaciones que mantiene una insatisfacción constante, declarada por todas las mujeres que viven con estos hombres; cuando ellas se cansan y se van, ellos no saben como superar la pérdida, fragilizados caen en el descontrol, beben, se drogan, se alienan o se tornan violentos. El fracaso, la pérdida… no soportan tanta debilidad. 

El afecto está simbólicamente en el corazón. La voluntad de cambiar es evidente en muchos hombres, pero cuando no hay conciencia la mudanza se torna difícil.

Sin cuestionarse no se puede llegar al auto- conocimiento y entender las necesidades reales, representando apenas lo que fue impuesto desde la infancia.

Se quejan de dolores, fuman, beben. Con sus vidas limitadas, envasadas apenas en la tecnología, viven en mucha tensión y sienten estar tirando la vida por la borda. 

Las mujeres actualmente empiezan a asustar a estos hombres. Son inteligentes, desafían, cuestionan, ponen en duda las verdades que los mantienen seguros.

A pesar de estos cambios, el hombre todavía busca encontrar la mujer ideal que realizará el papel de su madre e incluso la sustituirá. Por otro lado, en los deseos y sueños más profundos, las mujeres sueñan con el hombre ideal para formar una pareja y tener hijos.

Los hombres se casan automáticamente una vez que terminan sus estudios y llevan algunos años de novio. Las mujeres esperan más complicidad y amor y el desencuentro comienza.

Él se automatiza y pasa a vivir intensamente su trabajo, todo y todos son más importantes que su propia relación afectiva. Pensando siempre y sólo en el futuro, el patrimonio, los viajes, va comprometiendo su presente, olvidando su placer, destruyendo su relación y calidad de vida. 

Se precisa una democracia individual y existencial para el nacimiento del nuevo hombre. Rediscutiendo la familia y el trabajo, para que pueda ser mas solidario, mas compañero, más afectivo, más cómplice, más íntimo.

Precisamos una estrategia pacifista, para que se pueda parar y sentir lo que carga en el pecho. Las mujeres pueden ayudar ya que son responsables del desarrollo en la infancia de estos “machos”, y por tener más “juego de cintura” existencial.

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