Atención domiciliaria en Salud Mental con personas mayores

Un recurso a tener muy en cuenta...

La propuesta de
la atención psicológica domiciliaria a personas mayores presenta
características particulares propias de la etapa de la vejez.
Los pacientes se encuentran afectados por situaciones físicas, deterioro de
base orgánico o psíquica predominantemente; enfermedades o trastornos que
producen efectos importantes en su funcionamiento mental, estado anímico,
autoestima, confianza, esperanzas y deseos de vivir.

En general se muestran disgustados y culpables por su dependencia volviéndose
hostiles con el entorno y en ocasiones revierten esa hostilidad contra si
mismos entrando en depresión.
Se debe considerar que no se posee un ambiente facilitador suficientemente
bueno para el proceso de envejecimiento en la sociedad contemporánea.
El aumento de la longevidad no está acompañado de un mayor bienestar
físico-psíquico-social, ni del mejoramiento de la calidad de vida en la vejez.
Los viejos no se sienten considerados y carecen de suficientes oportunidades e
incentivos para poner en palabras sus deseos y necesidades.

A partir del
servicio domiciliario que se brinda desde hace años se intenta lograr que la
tendencia solidaria hacia los viejos se expanda y que la contención que reciban
obtenga un lugar de privilegio, pese a reconocer que los prejuicios que pesan
sobre la vejez abortan posibilidades que podrían redundar en un beneficio que
irían mas allá del viejo y la familia.
Resulta necesario bregar por pensamientos lo suficientemente flexibles como
para comprender que un viejo no está definitivamente condenado a una vida sin
proyectos e ilusiones, sino por el contrario, que pese a su estado físico y
psíquico comprometidos en ocasiones, pueden revalorizarse a través de
permanecer en sus espacios vitales, sin extrañezas y recibiendo la atención
familiar y profesional que les permita sentirse capaces de recuperar algunas de
las muchas cosas que ya creían perdidas, como así también acceder a otras que
ni imaginan.

Se abre así la posibilidad de participar en la construcción de un espacio de
elaboración de los aspectos traumáticos de la enfermedad, de la vejez y de la
muerte, recreando la red social y familiar que constituye un sostén
imprescindible en la última etapa evolutiva del ciclo vital.

La experiencia
transitada en la salud mental le permite al profesional psicólogo llegar a
interiorizarse en las historias vitales de cada paciente mayor y conocer las
costumbres, vínculos, pensamientos, modalidades, rasgos de carácter, síntomas,
defensas, resistencias y sentimientos.
En un primer momento los pacientes se sienten solos, desprotegidos y con
desconfianza, este rasgo común se modifica cuando logran recibir aquello
desconocido por ellos que se les brinda a través del espacio terapéutico.
Es grande el enriquecimiento que se produce en la vida de un viejo cuando
siente que trasmite su mensaje y que re-inscribe su historia en otro.

Objetivos

*Resulta
imprescindible acompañar el tránsito y la aceptación del cambio de roles que el
proceso de envejecimiento involucra, propiciando el logro de satisfacción en la
re-significación reconstructiva de la historia vivida, y en la transmisión de
la memoria a quienes les sobrevivirán trascendiendo así su propio límite
temporal.

*Generar una
dinamización de la “zona intermedia”-en términos de Winnicott -entre lo
subjetivo y lo objetivo, lo interno y lo externo, la ilusión y la desilusión,
capaz de transformar vivencias de estancamiento, aburrimiento y empobrecimiento
del self, a través de la creatividad, la sublimación y el juego simbólico.

*Promover la
recuperación y el desarrollo de la capacidad para el uso, la manipulación y el
dominio del espacio físico y de los objetos, obteniendo mas placer en su
apropiación y viviendo al propio cuerpo como instrumento de comunicación
consigo mismo y con los demás.

*Abrir un espacio
para la revisión de conceptos, imágenes, actitudes y conductas sobre y hacia la
vejez y su lugar, la enfermedad y la cura, la vida y la muerte, el dolor y el
placer, tanto en los asistidos como en sus familiares, en los médicos,
enfermeros, cuidadores domésticos, kinesiólogos, y en el profesional psicólogo
a cargo del tratamiento.

*Contener al
paciente en los diversos procesos de duelo, movidos por sucesivas pérdidas,
relacionados con el esquema corporal, el deterioro orgánico, la restricción de
las actividades sociales, la viudez, el fallecimiento de parientes, de amigos,
la jubilación, etc.

*Ampliar la
conciencia de las posibilidades personales, revalorizando lo que se tiene y
puede, así como lo que se ha tenido y vivido, en dirección a la elevación de la
autoestima y la redimensión del auto concepto.

*Propender al
mayor ajuste y gratificación en las relaciones interpersonales adecuando las
exigencias hacia ellos mismos y hacia los demás, tornando mas fluida la
comunicación y conexión.

*Favorecer el
aprovechamiento del espacio terapéutico ofrecido en el sentido de su
apropiación y personificación.

*Procurar la
movilización y revisión de auto imágenes y el corrimiento de roles sociales y
familiarmente asignados, como enfermos, seniles, asexuados, pobres, vegetales,
etc.

Para el logro de
estos objetivos es imprescindible para el profesional psicólogo la articulación
y reflexión permanente que se sostendrá en la tarea de supervisión que
mediatiza el desarrollo del proceso de seguimiento, evaluación y revisión
permanente de las estrategias terapéuticas de diversas modalidades, métodos y
técnicas de intervención; la secuencia y la organización del análisis de las
transferencias y contra transferencias múltiples y cruzadas entre los
asistidos, los familiares, y el psicólogo. En este espacio se elaboran las
vicisitudes y obstáculos, el logro o no de los objetivos propuestos, y la
evolución individual del estado de salud de los asistidos.

Atributos
de la función psicoterapéutica

*Presencia del
psicoterapeuta en cuanto a guiar al paciente a través de preguntas apropiadas y
no intrusivas, señalamientos y clarificaciones en caso de ser necesario, de no
serlo, estar presente brindando un espacio propicio para la escucha, sin dejar
de ser activo.

*Uso de la
relación frente a frente para el logro de un mayor contacto emocional.

*Capacidad de
recibir y comprender la problemática del paciente y concentrar en ella su
atención, así como aspectos de la función de continencia.

*Compromiso con
el vínculo, disposición a crearlo y sostenerlo.

El espacio que
comienza a ocupar el tratamiento psicológico en la vida del anciano le brinda
la posibilidad de poner de manifiesto aquello que hasta ese momento se
encontraba enquistado en él, al descomprimirse libera la energía contenida y
recupera a través de las reminiscencias todo el caudal de experiencia vivida,
transmitiéndola como legado.
El profesional obra como puente facilitador de un mayor acceso, comprensión y
acercamiento entre la familia y el anciano.