Debemos
estar preparados para ser el sostén donde nuestras hijas puedan refugiarse de
la ansiedad y el miedo generados durante los meses previos a la primera
menstruación.
Es probable que algunas de sus pequeñas amigas ya hayan pasado por esa
experiencia o que entre ellas hablen de lo que puede llegar a suceder. Por eso
debemos estar ahí para despejar dudas.
Los estudios marcan que menos del 20 por ciento de las niñas piden consejo a
sus padres en esta situación, algo que no habla bien de nuestro rol de guía en
el crecimiento de nuestros hijos.
A
veces, las escuelas inician un ámbito de discusión de estos temas cuando las
niñas tienen diez años. A veces invitan a profesionales, otras veces las
mismas maestras se encargan de hablar del tema.
Tal vez es la primera vez que su hija se encuentre con la palabra menstruación.
Surgirán preguntas que su hija esté reticente a hacer, por ser un tema que,
aunque en las últimas décadas se ha ido liberando, sigue llevando la carga de
tabú.
No tema a estas preguntas, no asuma que si no pregunta es porque ya lo sabe, no
se sienta tranquilo porque su hija no le hace preguntas. Deberá esforzarse para
que las haga. Cuanto más preguntas, mejor. Incentívela a que siga preguntando.
Debe
decirle que habrá algo de sangre, intente explicarle por qué de una forma en
que ella lo entienda. Es importante que de a entender que es algo normal y que
no es nada malo, que no es como cuando se corta o lastima. Si no sabe que habrá
sangre, el primer día que la vea será muy traumático para ella.
Es
recomendable que le haga un regalo a su hija para cuando llegue el primer día
de menstruación. Para que sepa que es algo bueno, que trae alegría a la
familia y que es para festejar. Puede ser una carta, que puede significar mucho
más que cualquier cosa o explicación que le hayan dado en la escuela.
No
solo para ella es difícil…
Ahora
es también momento de que usted se prepare. Su hija ya no es una niña. Su hija
ha crecido y esto es algo inevitable. Dentro de poco podrán compartir otro tipo
de experiencias, muchas veces más gratificantes y profundas.
Ver
crecer a un hijo es una de esas cosas que nos hacen dar cuenta de nuestra edad.
Y el inicio del ciclo menstrual es un gran paso que afecta tanto a nuestra hija
como a nuestro sentido de padres. Ya no somos padres de una niña, sino de una
joven. Si quiere sentarse a recordar esos momentos compartidos en la playa,
haciendo castillos de arena, es un buen momento.
Cuando
llegue el día en que su hija le diga que está menstruando, o que le ha llegado
el período, abrácela con fuerza, dígale cuánto la quiere y pregúntele si se
siente bien. Tal vez por todas las emociones que se mezclan, la alegría de ver
crecer a su hija, el vacío porque ella ya no es una niña y la nostalgia de los
recuerdos, se le olvide que su hija puede no estar sintiéndose bien. Es
recomendable tener a mano un analgésico que sirva para los dolores menstruales.
Luego
de darle el regalo que tenía preparada, anúnciele que éste es su día, que
pueden hacer lo que ella quiera pero también asegúrese de que su hija tenga
tiempo para ella sola, para reflexionar acerca de lo que sucede en su cuerpo.