El oro y la plata fueron empleados, al igual que el cobre, por las
civilizaciones escita e inca, por los bizantinos y, mas tarde, en la Francia
merovingia. El uso de estos metales estaba fundamentalmente reservado a
la
orfebrería; mientras que el estaño, tan preciado hoy en día, era empleado para
la vajilla corriente.
La vajilla de oro y plata,
cuya posesión era un raro privilegio, presentaba independientemente de su
esplendor la ventaja de constituir una reserva monetaria que se podía fundir
según las necesidades; en efecto se fundió tanto que numerosísimas
obras maestras desaparecieron así, y los únicos vestigios que quedan de
estos fabulosos tesoros son sus descripciones.
metales blandos se fundían con cobre y se vertían en moldes, y las formas
así obtenidas eran luego martilleadas antes de ser adornadas por grabado,
cincelado y repujado. El repujado del metal es, pues, una técnica muy
antigua.
En
Francia esta técnica alcanzó su apogeo bajo los reyes Carolingios; después
declino progresivamente mientras se continuaba perpetuando en los monasterios
alemanes.
Una de las únicas piezas que nos han llegado de esta época es el altar
ofrecido por Enrique II a la Catedral de Basilea que se encuentra actualmente en
el museo de Cluny.
Durante
el transcurso de la Alta Edad Media, Francia es el centro de la orfebrería. En
el siglo X el taller monástico de Conques se hallaba en pleno desarrollo; pocas
piezas han sobrevivido a las tormentas de los siglos, pero las que quedan
permiten juzgar del valor e los orfebres; la estatua-relicario de Sainte Foye,
tallada en madera, recubierta de placas de oro repujado e incrustada de piedras
preciosas, es el testimonio más brillante.
Citemos
también la lámpara de Begon en Conques, la silla de Mozat en el Puy-de-Dóme,
el relicario de San Vicente de oro y plata repujados decorados con esmaltes
tabicados y piedras preciosas.
En los
siglos XI y XII y especialmente bajo el impulso de Suger, abad de
Saint-Denis (1135), numerosos altares, relicarios y retablos, después
desaparecidos, se inspiraron en la arquitectura.
Frecuentemente eran de cobre repujado y esmaltado.
La
silla de Saint Taurin (siglo XIII) es una de las raras obras maestras del arte gótico
que aún se puede admirar en Evreux. Su composición y decoración están
estrechamente relacionadas con la arquitectura de su tiempo.
referirnos a los inventarios de Carlos V y de sus hermanos; en efecto de este
magnífico tesoro, compuesto por jarros, fuentes, copas y vajillas, no queda más
que la Virgen de Jeanne dEvreux (en el museo del Louvre) y el cetro de
Carlos V.
Durante
la época del Renacimiento, en el siglo XVI, Francia se hallaba en guerra con
numerosos países europeos. La orfebrería fue fundida, y también en este caso
vemos forzados a contentarnos con las descripciones hechas por los orfebres, entre los
cuales se contaban numerosos emigrados italianos.
Por
entonces Italia imponía su supremacía en este campo y las numerosas demandas
religiosas veían rivalizar en talento a orfebres prestigiosos, como Benvenuto
Cellini, y a sus piezas competir en riqueza.