Responder en que difieren sentimientos, emociones y
actividades en los grupos etarios, es suponer que se trata de seres humanos a
los cuales les han ocurrido cambios y transformaciones físicas, sociológicas y
afectivas sujetas al tiempo vivido, lo que implica evolutivamente el tránsito a
través de edades o etapas; entonces es lógico pensar que para continuidad del
individuo, cada uno de esos períodos deberá guardar relación con los otros,
conformando un proceso vital integrado.
De ese logro depende la apertura a nuevas adquisiciones o
el alcanzar, al fin, la clave de la propia existencia.
La vida de todo individuo
cursa a través de alternativas y desafíos signados por el tiempo, que generan
crisis o desorientaciones, ya que la necesidad de adaptación y cambio son en sí
mismos conflictivos, porque cuestionan la posición a la cual estaba uno
acomodado.
Resuelta la integración de
lo nuevo y distinto, estabilizada la etapa, un tiempo después llegarán otras
exigencias, nuevas crisis, otra vez la estabilidad y así sucesivamente.
Muchos son los adultos que
intentaron ordenar y caracterizar estas etapas, con las diferencias teóricas que
están vinculadas a la concepción que tiene cada autor de lo que constituye el
núcleo evolutivo de la personalidad. Los hay que establecen como fundamental la
idea del conflicto, otros enfatizan la realización y otros que favorecen la
consecuencia.
Cada persona vive de manera
diferente y con distinta suerte los pasajes de su existencia. En los primeros
estadíos confluyen las disposiciones constitucionales con los aspectos del
entorno, las experiencias vitales se van sucediendo en tanto que la evolución de
la personalidad se complica de tal manera, de sujeto a sujeto, que ocurre con
verdadero “fenómeno de dispersión”.
Lógico corolario es evitar
generalizaciones sobre las características del adulto mayor. El criterio de
dispersión señala que a medida que pasa el tiempo, es mayor la disparidad de
comportamientos o de rasgos entre las personas, por lo tanto, es posible
computar estadísticamente las conductas infantiles, no así las de los adultos
mayores, ya que en esta edad la variabilidad será mayor.
No sería adecuado
caracterizar a un adulto mayor con un patrón genérico, cada uno será en su vejez
un poco como ha vivido y aprendido. “El envejecimiento, como todo lo humano,
siempre lleva el sello de lo singular, de lo único, de lo individual”.
Por otra parte, y
complicando aún más las cosas, algunos estudios han demostrado que los rasgos de
la personalidad no necesariamente se mantienen estables en la edad adulta.
Es muy posible que con el
avance de la vida, muchos se liberen también de los condicionamientos negativos
y se abran a una mayor comprensión de la vida y a sentimientos que trascienden
los rasgos estereotipados de la personalidad.
Convengamos entonces, que la
etapa de vida de los adultos mayores, no presenta un tipo caracterológico único.
Sus integrantes no constituyen un grupo homogéneo, sino más bien depende de la
caracterología individual y del desarrollo espiritual, la posición que cada uno
tome frente a las problemáticas con que lo enfrentan los años.
El grado de conflicto que
representa para cada uno llegar a “viejo” y las conductas defensivas que se
adopten para evitarlo, estarán determinadas por la historia personal, el
sedimento de experiencias, fantasías y represiones que, aunque permanezcan
inconscientes, condicionan habitualmente la ideología y la forma de reacción.
Siempre ha existido la
tendencia a adjudicar a todo un grupo las características que llaman la atención
en algunos de sus miembros, actitud generadora de prejuicios sobre la tipología
de un grupo etario.
Samuel Hahnemann recogió en
sus patogenesias numerosos síntomas psíquicos, subrayó su valor en la
observación del enfermo y el interés por la prescripción del remedio.
La Materia Médica
Homeopática es rica en síntomas psíquicos y de su lectura atenta surgen como
significados del síntoma de soledad:
-
· La sensación de
estar solo, abandonado. -
· La sensación que
no lo quieren, que ha perdido afectos, amigos. -
· El temor al
abandono. -
· El temor a la
soledad, “a quedarse solo en la vida” expresado en el temor a la muerte de sus
allegados.
Al buscar en el
Moderno Repertorio de Kent (Eizayaga) el rubro de soledad, éste nos remite al
rubro de Sentimiento de Abandono y presentamos los medicamentos que, en nuestra
consideración, describen más ampliamente la sensación de soledad.
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