La mayoría de las inversiones se caracterizan por generar un flujo de fondos a largo plazo. Pero siempre hay que tener en cuenta que cuando se suman valores obtenidos en diferentes momentos no bastan con que estén expresados en dólares u otra moneda de referencia, porque no es lo mismo US$1.000 ahora que diez años después, ya que no valen lo mismo.
Es por esta razón que los bonistas prefieren pagos inmediatos en efectivo y no bonos a largo plazo. Sin embargo, todavía hay personas que suman los valores como si fueran homogéneos.
Entonces, la pregunta es: ¿cómo sumar valores de diferentes años? Y la respuesta es: llevar todos los valores futuros a valor actual, descontándole la tasa de interés.
Para tasas muy bajas y plazos muy cortos se obtiene una aproximación multiplicando la tasa por el número de años y restando el interés correspondiente.
Pero se debe tener cuidado. Con tasas altas se llega al absurdo de que un pago en el futuro no vale nada o hasta tiene valor negativo.
Por ejemplo: 1.000 dólares dentro de 10 años, a una tasa del 10% anual valdrían 0 dólares. Pero el cálculo correcto nos daría sin embargo 386 dólares. Porque si aplicamos sobre este valor una tasa acumulativa de 10% anual (interés compuesto) a los 10 años llegamos a 1.000 dólares.
El resultado del negocio sería muy distinto si para evaluarlo tomamos una ganancia directa de 1000 dólares o la corregida de 386 dólares.
Otra de las cuestiones es cuál es la tasa de interés a emplear. Si la de los plazos fijos es muy baja, resulta prudente utilizar en la evaluación la de otra alternativa más rentable.
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