Carta a quien se instala en el desamor

Para nada el vivir es fácil cuando implica compromiso, que es riesgo y entrega con esperanza en un presente mejor. Pero no hay seguridad que avale “ser feliz”...

Quizás mejores y peores momentos que construímos junto a quienes amamos. Y ahí está el secreto. No importa cuánto nos quieran sino cuánto sentimos que queremos.  

Porque la plenitud, la satisfacción, el deseo están siempre intactos en nosotros. Depende de cada uno el jardín que quiera cultivar para deleitarse. 

Podés quejarte toda la vida de la mala hierba o, podés elegir nuevas semillas con ilusión de ver crecer árboles robustos, que a veces regarás con paciencia y otras, dejarás que el cielo se encargue. 

Todo lo que hagas con alegría y desinterés te llenará de paz. 

Cuando hay amor, los ojos del corazón comprenden, sin juzgar, porque la fuerza de ese amor es la fe que en él tenemos. Por eso somos ricos en afecto y soldados de la luz en la oscuridad. 

La fuerza está en creer que tiene sentido “ser y sentir” por uno y con el otro, que me complementa porque es diferente y camina junto a mí. 

Alguien tan débil ser humano como yo, que se apoya en mí cuando cae y en quien yo puedo confiar, también, para no caer. 

Y así, día a día, sembramos futuro. Sentirse pleno en pareja es encontrar la otra mirada fija hacia la misma dirección que la nuestra, pero, mirada diferente, con sus propias limitaciones. 

El amor tangible, diario, concreto en acciones, acepta al otro sin querer cambiarlo. Lo ayuda a crecer pero no lo persigue. Le aconseja pero no lo obliga. Le da la libertad de “ser persona”, su derecho inalienable. 

Se calla antes que herirlo. Porque enseña más la armonía de la ternura que la desarmonía de un reclamo a gritos. 

Un corazón en calma puede reflexionar. Un corazón herido explota en ira. Y el amor maduro supera todas las crisis porque aprendió a nutrirse de ellas. Aprendió que el secreto es “compartir” y no “competir”. 

Habiendo conocido el dolor, el amor dulcifica la vida y busca el punto de equilibrio entre la comedia o la tragedia que elijamos personificar en este mundo. 

Autora: Cristel Demkow. 

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