El orgasmo es una pulsión natural del organismo. Todo cuerpo tiene potencialidad natural de vibrar, de sentir esta pulsión. La intensidad, la frecuencia y la sensibilidad, la forma en que se siente es individual y único en cada mujer.
Desde la psicoterapia corporal biodinámica, podemos comprenderlo así: haciendo una comparación burda: es como hacer pis, se siente la pulsión, pero ¿cómo se sabe si es igual a la de cualquier otra mujer?
Es una necesidad que en algunos casos puede ser ácida, en otras ocasiones una pequeña vibración, en otros una pequeña inflamación, pero se siente igual. Todos terminamos en el baño.
La sexualidad es energía, vibración, que le pasa al organismo, proviene y se siente en el cuerpo. Esto ocurre a través de los 5 sentidos, que son las vías por las que el cuerpo se relaciona con el exterior.
Para vivir plena e intensamente la sexualidad, es importante aprender a sentir corporalmente esta vibración. Es necesario comprender que el orgasmo es una sensación de descarga energética involuntaria, no se puede fabricar. Uno puede permitir que venga, que aparezca en el cuerpo.
Pero no es voluntaria, es al revés. Cuando el cuerpo se abre lo suficiente, a través de la relajación, es una sensación que nos viene, se nos aparece, porque la pulsión energética nos toma. La vibración sube de intensidad y el cuerpo es tomado por este latido.
Una de las herramientas fundamentales para dejarse llevar por la experiencias orgásmica se relaciona con abrirse al placer, al erotismo. Para ello, es muy importante poder decir “esto ‘no’me gusta, para poder decir esto ‘sí’ me gusta”. Esta sociedad no habilita el NO, el límite.
Quisimos romper todos los límites y con ellos la habilitación del ‘no’. Por eso es muy importante habilitar el no. Lo que no me gusta, no me va a dar placer y mi cuerpo se cierra.
Por otra parte, existen algunos estados emocionales que pueden conspirar contra el goce. Si tenemos rabia contenida en el cuerpo, no podemos sentir; es muy difícil sentir otra cosa que no sea la rabia o la parálisis o contracción que ésta produce.
La mujer no puede tener un orgasmo si tiene rabia, mientras que el hombre no puede si tiene miedo. La mujer con miedo puede ser orgásmica; el hombre con miedo, eyacula rápido.
Esta explicación tiene sus bases en la biología. La rabia hace que el cuerpo se llene de adrenalina, que es la hormona de la actividad. Si la mujer está con adrenalina le resulta muy difícil, casi imposible, entrar en una experiencia orgásmica; tiene que relajarse, para poder producir y expandir noradrenalina, que es la hormona del placer relajado.
La explicación científica continúa mediante la asociación de las emociones con los efectos de éstas en el cuerpo y las energías que movilizan.
La rabia contrae los músculos externos (los del movimiento), mientras que el miedo contrae los órganos internos. En términos energéticos, la rabia descarga: entrega, penetra, sale, eyacula (es energía fundamentalmente masculina).
El miedo, por su parte, contrae, chupa, tiene una energía receptiva, predominantemente femenina.
A diferencia de lo que ocurre en otras sociedades, en nuestra cultura la rabia es una de las emociones más castigadas; propone una dicotomía entre lo bueno y lo malo.
Es necesario ponerse en contacto también con la agresión, la parte oscura, lo que se considera como ‘la maldad’ y poder transitarla, drenarla para que se canalice constructivamente.
Hay otras sociedades donde la rabia o la agresión es aceptada (por ejemplo, entre los árabes) y si una persona puede exteriorizar su rabia, el comentario que se hace es ‘qué potencia tiene’.
Si una mujer tiene rabia no puede sentir placer. El placer femenino va de afuera hacia adentro (penetra), se relaciona con recibir algo de afuera. La rabia, por el contrario, va de adentro hacia fuera y cuando permanece adentro, no queda espacio para la energía del placer.
Este sentimiento suele provenir de una etapa infantil y entonces a la mujer le pasa que ‘no siente nada en el cuerpo’ porque tiene la rabia atrapada, pero no necesariamente pasa por el vínculo con su pareja; es una rabia primaria.
Hay un mecanismo muy común que da cuenta de este funcionamiento y a veces, para sacar la rabia, se necesita un acompañante que permita habilitarla.
Hay parejas que se animan a pelearse porque el otro habilita la rabia. Muchas veces, se usa a la pareja como acompañante terapéutico, se llega a una pelea y se termina haciendo el amor. Esta forma permite funcionar pero no nutre a la pareja.
En muchos casos, es la única forma funcional que las parejas encuentran para expresar su energía sexual. Si uno tolera la rabia del otro y viceversa, ‘se puede empezar a sentir’.
El hombre termina y la mujer al descargarla también termina. Es un mecanismo funcional. La descarga de la rabia, de la propia sombra, es una fuerza tan poderosa como el amor. No hay que asustarse.
Es la misma fuerza de la construcción (el amor), que es necesario sentir en el cuerpo. Si una persona no siente la rabia en el cuerpo y la expresa, tampoco puede sentir el amor como vibración y su pico más alto, el orgasmo. Son dos caras de la misma moneda.
El orgasmo es un diálogo entre dos, es necesario un contacto con el otro, aunque ‘el otro’ no necesariamente sea una persona.
Hay muchas opciones: puede ser un diálogo entre yo y la vida, entre yo y un objeto, entre yo y yo misma, algo que sube mi energía, algo que me erogeniza, ejerce el rol masculino (en el caso de la mujer), penetra por alguno de mis sentidos. Me dejo penetrar por ese algo, que me erotiza.
Es necesario prestar atención al uso de las películas para erotizarse. En esta situación, en realidad, el diálogo es de a 3, no uso mi energía sexual con mi compañero, sino con la película.
Es como charlar con alguien pero estar pensando al mismo tiempo en una discusión con mi papá. La clave para una vivencia poderosa de la sexualidad es abrirse, estar totalmente presente en el contacto con el otro.
Ejercicios corporales para sacar la rabia
Primero es necesario darse cuenta de la presencia de la rabia. En segundo lugar, se trata de recordar cómo la sacaba siendo chico o chica (con gritos, golpes, pataletas). Hay dos posibles ejercicios para hacer:
1. Pataleta. En un lugar íntimo y seguro, por ejemplo, en la habitación, donde no haya objetos que puedan lastimar ni nadie alrededor, acostarse sobre la cama y comenzar moviendo suavemente los brazos, las piernas e ir subiendo la intensidad de los movimientos.
Se trata de golpear la cama como si se estuviera haciendo una pataleta. Si se puede sacar sonido, mucho mejor. Mientras más intensos sean los movimientos, más fuerte es la vibración posterior de descarga que se siente.
2. Paliza con raqueta (o una escoba, puesta horizontalmente). Sobre una cama o sillón, colocar un almohadón. Pararse sobre ambas piernas, buscando un buen apoyo sobre el piso, el peso bien hacia abajo, las rodillas un poquito flexionadas.
Tomar la raqueta o la escoba con ambas manos, por arriba de la cabeza llevar los brazos hacia atrás, dar un golpe fuerte al almohadón, con los brazos siempre estirados.
Ayuda mucho imaginarse sobre el almohadón la cara de alguien (o algo) por quien (o que) sentimos rabia o una figura que nos atemoriza. Golpear muy fuerte con la raqueta o la escoba, emitiendo sonido (muchas veces sirve decir fuerte ¡FUERA!) y sacando la fuerza por los ojos y la boca.
Hacer cualquiera de los dos hasta que se vaya toda la rabia. Al finalizar cualquiera de estos ejercicios el cuerpo comienza a vibrar (puede sentirse como cosquilleo o como temblor o de cualquier otra forma individual). Esta es la misma vibración que recorre el cuerpo antes y durante el orgasmo, sólo que con otra polaridad. Por esto es tan importante conocerla.
Re-erotizar a una mujer anorgásmica
¿Cómo se hace para acompañar a una mujer anorgásmica a recuperar su sensibilidad si tiene, por distintas razones, renuencia a conocer su cuerpo? Por ejemplo, a mirarse o tocarse los genitales.
Todas las mujeres del mundo sienten, tienen sensibilidad. Lo que ocurre es que muchas veces no la conocen. No se puede ir demasiado rápido. No tiene sentido querer ir directamente a los genitales.
Es proceso debe ser de sensibilización muy paulatina. Por ejemplo, detectar qué le gusta, qué la erogeniza. Si está viva es porque algo la erotiza, si no, estaría muerta.
Es importante comenzar nuevamente a despertar la sensibilidad, a estimular los sentidos. Por ejemplo, se puede preguntar: "¿te gusta la música, el canto, la pintura?"
Si le gusta la música, se puede empezar cantando, o cantando con las manos o con el pelo. Se puede tocar suavemente la piel con una pluma.
Se puede también pintar con acuarela y cuando salen los colores, despacio ir llevándolos al cuerpo, por ejemplo, con pinturas para el cuerpo, de teatro.
El problema fundamental es que las mujeres muchas veces suelen ser erotizadas desde una perspectiva socialmente masculina, demasiado directa y a veces brusca. Eso de querer ir directamente a los genitales suele ser muy masculino.
Hay mujeres que dicen, por ejemplo, "yo no siento nada". En estos casos, significa que están sobrepasadas de estímulos. La vibración en el cuerpo es tan fuerte que resulta insostenible. Cuando esto ocurre, el cuerpo ya no puede soportarlo y se cierra y la sensación es "no sentir nada".
También es posible que una mujer esté tan afuera de su cuerpo, que su sensibilidad esté tan alejada de su piel que puede llegar a tener un orgasmo a la distancia, sin necesidad de contacto físico.
Es un proceso. No se va a lograr la sensibilización en una, ni en dos ni en 4 sesiones. La genitalidad es la parte más íntima y profunda, por eso es lo último a lo que hay que llegar.
Muchas veces, si la persona está muy caliente y no puede ir llevando paulatinamente el proceso de contacto con el otro, es como si estuviera teniendo relaciones sexuales sola.
La calentura implica una sensación de urgencia tal que es como una desesperación por sacársela de encima. Es lo que suele verse en las películas cuando una pareja desesperadamente se besa y se saca la ropa a los apurones.
Están desesperados por sacarse de encima la urgencia. Es una diferencia entre tener relaciones sexuales y hacer el amor con conciencia.
Los problemas sexuales no existen. Sin embargo, a muchas personas se le manifiestan en la sexualidad. Los problemas en la sexualidad, sin embargo, son el síntoma y no la causa.
Es como cuando alguien dice que tiene problemas de dinero: "si tuviera dinero…". Todo el mundo sabe que el problema real no pasa por el dinero.
Con la sexualidad pasa lo mismo. Son problemas de aproximación a la vida. Por suerte, tienen solución.
Lic. Verónica Kenigstein
Sexóloga holística - Corporalista
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