La
depresión, muchas veces, socia de la fobia social adolescente, marca una etapa
en los jóvenes que no encuentran momentáneamente el rumbo. Esto deja a un lado
los conceptos de estabilidad emocional y reduce la calidad de vida, no solo del
adolescente sino también de su entorno.
Debido
a que diferentes estudios realizados en distintos países ubican a la fobia
social como un trastorno de ansiedad de alta prevalencia (entre el 5% y el 8%
anual); y dado que no sólo se trataría del trastorno de ansiedad más común,
sino que sería uno de los trastornos psiquiátricos más frecuentes, en este último
tiempo ha habido un creciente interés en esta patología que muchas veces
permanece sin diagnosticar.
Estudios
realizados sobre el tema comprueban que existen dos tipo de consecuencias de la
fobia social: el subtipo relacionado sólo con temores para hablar frente a un
grupo pequeño o grande de personas, y la forma compleja o generalizada en donde
aparecen temores en otras áreas, por ejemplo: comer en público o escribir
mientras otros están observando.
Generalmente
este tipo de trastorno se da en personas jóvenes y del sexo femenino. Y la
prevalencia del subtipo asociado sólo con temores para hablar en público es
del 7%, mientras que para la forma generalizada es del 5,9%; es decir, que
aproximadamente un 54% de las personas con fobia social presentan el subtipo
asociado con temores para hablar en público, y el 46% presenta la forma
compleja o generalizada, que sería a su vez la más discapacitante.
A su
vez, la fobia social, y principalmente la forma generalizada, se relaciona con
un gran deterioro en diferentes áreas (actividad escolar o laboral, actividades
diarias, relaciones interpersonales).
Además,
en general en estas personas se observa una mayor dificultad, una reducción o
la necesidad de realizar mayores esfuerzos para desempeñar las actividades
diarias.
También
se pudo establecer que la presencia de fobia social, tanto en su forma simple
como compleja, se asocia con una mayor probabilidad de repetir un grado o de
abandonar los estudios.
En
cuanto al grado de satisfacción que experimentan estas personas, la
fobia
social se asocia con una mayor probabilidad de insatisfacción con las
actividades principales, la vida familiar, el nivel de ingresos, la vida
familiar, las relaciones interpersonales y las actividades que se realizan en el
tiempo libre.
Por
último, un diagnóstico de fobia social se asocia con una mayor probabilidad de
deterioro en la calidad de vida, principalmente en el subtipo de fobia social
generalizada y las personas que la padecen como es en el caso de los niños,
presentan mayores dificultades escolares, y una mayor probabilidad de repetir o
de abandonar los estudios.
Esto
a su vez permite señalar la necesidad de implementar programas escolares que
permitan identificar y tratar la fobia social en la niñez y la adolescencia, lo
que a su vez permitiría prevenir los problemas escolares relacionados con su
presencia.