Gaseosas, refrescos y sodas: ¿buenas o malas?

La pesadilla de los médicos y dietólogos (por no nombrar a los odontólogos) es cada vez más consumida en todos los hogares. Nos referimos, por supuesto, a las sodas y gaseosas y sus efectos sobre las dietas y la salud en general.

A todos nos ha pasado ir al medico o a ver a un
nutricionista, y que una de las cosas que más ataque de la forma en que nos
alimentamos habitualmente sea el consumo de bebidas gaseosas, como las bebidas
cola o las limonadas. 

Y también lo mismo nos suele pasar cuando visitamos a un
dentista. Pareciese que todos los especialistas de la salud odian a las bebidas
gaseosas y hacen grandes esfuerzos para ponernos en contra de ellas.

En realidad, para poner el párrafo anterior en un
contexto un poco más real, decir que cuando consumimos bebidas gaseosas nos
estamos alimentando es una gran falacia, debido a las características que hacen
que estas bebidas tengan una utilidad prácticamente nula para el organismo, y
sean, en realidad, bastante perjudiciales. 

Por lo tanto, no debemos creer que
estos ataques de parte de médicos de todas las especializaciones son
simplemente una manía sin demasiado asidero en los resultados. La verdad es que
cuando un medico nos dice que le estamos haciendo daño a nuestro cuerpo, suele
tener razón. Y este caso en particular no es la excepción.

También es cierto que parece que la sociedad los está
empezando a derrotar, y ahora algunos médicos, resignados, aceptan que, si es
inevitable que consumamos bebidas gaseosas, al menos consumamos aquellas de las
variedades dietéticas, por tener estas un menor porcentaje de azúcar
(edulcorante, en realidad) con lo cual se reduce en gran parte uno de los más
perjudiciales lados de estas bebidas. 

No es una solución ideal, pero ciertamente
parece ser lo más extremo que muchos consumidores parecen estar dispuestos a
aceptar. Porque las bebidas gaseosas parecen generar adicción.

Alto nivel de consumo 

Las estadísticas a nivel mundial son alarmantes.
Tomando el caso de los Estados Unidos (que es, sin lugar a dudas, el sitio de
creación de estas bebidas y el mayor consumidor a nivel mundial de cualquier
producto lleno de azúcar y burbujas) podemos ver que se calcula que
aproximadamente una cuarta parte de las bebidas consumidas habitualmente por su
población son bebidas gaseosas, especialmente bebidas cola.

No sólo eso, sino que las comparaciones realizadas
con encuestas y estudios anteriores demuestran que los valores están en alza.
Los norteamericanos cada vez consumen más bebidas de este tipo. Estamos
hablando de una venta anual que ronda los 60 mil millones de litros.

Pero más allá de que los valores son mayores en este
caso, siendo algo así como el caso extremo que podemos presentar, no por eso se
debe pensar que la realidad es mucho mejor en el resto del mundo.

Lo cierto es que, si bien el consumo es menor, las
cifras que se manejan (los porcentajes, se entiende) no son muy diferentes. A
nivel mundial el consumo de bebidas gaseosas se incrementa constantemente y la
venta por habitante es cada vez mayor. 

Jóvenes consumidores 

Probablemente lo más preocupante de esto no sean los
valores y las cifras de consumo de las que se habla, sino otra estadística, la
que nos marca cuales son las edades en que más se consume bebidas gaseosas.

Y estas estadísticas nos dicen que los mayores
consumidores a nivel mundial de bebidas gaseosas son los niños y los jóvenes, y
que lo son cada vez en una mayor proporción con respecto a los adultos.

Por supuesto, esto no puede sorprender a nadie, ya
que con solo observar un poco podemos darnos cuenta de una serie de hechos que
muestra que es lógico que sea así.

Para empezar, los chicos, cuanto más chicos (y más
allá de algunas excepciones) más favorecen los sabores dulces y los productos
altos en contenido de azucares. A medida que pasa el tiempo, esta tendencia se
pierde y otros sabores aparecen como preferidos. Y las bebidas gaseosas son un
monumento a la dulzura, con sabores que justamente agradan al paladar de los
consumidores más chicos de los hogares.

Por otro lado, también es obvio que la publicidad de
este tipo de bebidas no está dirigida a los adultos y mucho menos a aquellas
personas de edad avanzada. 

Esto es tan obvio que muchas veces hemos escuchado a
personas mayores quejarse de que les molesta el estilo que se utiliza, la forma
en que la cámara se mueve o que, simplemente, no las entienden. Esto es por la
utilización de códigos que comparten los jóvenes y no así la gente mayor.

Por lo tanto, parece un tanto ingenuo pensar que sea
casualidad que los mayores consumidores de bebidas gaseosas sean personas por
debajo de los veinte años y aún menos.

Pero nadie parece pensar cuáles son los efectos de
estas bebidas en estos jóvenes, que son seres humanos en edad de crecimiento.  

Salud 

Para decirlo claramente: los efectos sobre la salud
no son buenos. Como diría, con mucho saber popular, cualquier mecánico: un
liquido que puede ser usado para aflojar tuercas no puede ser bueno para el
organismo.

Pero más allá de esto, lo que se ha demostrado ya,
muy fehacientemente, es la relación entre el consumo indiscriminado y exagerado
de bebidas gaseosas y la obesidad, especialmente la obesidad infantil. Esto es
algo que ya no se puede discutir más, que esta probado científicamente y a lo
que deberíamos empezar a prestarle un poco más de atención. 

Obesidad Infantil y Gaseosas 

No se ha explicado totalmente cuál es la relación
entre la obesidad infantil y la ingesta de gaseosas, pero ya no quedan dudas de
que la relación existe y es un factor muy importante a tener en cuenta.

Hace años que se supone que el consumo de las
gaseosas, que son muy ricas en azúcares y calorías, pero prácticamente no
tienen ningún valor nutricional, tiene relación con la obesidad infantil. 

Pero
algunos estudios recientes realizados por grupos de Harvard, han encontrado, a
través de la observación de casos y grupos de estudio, gran cantidad de
evidencias que confirman estas teorías. Es evidencia sólida y científica que lo
demuestra.

El estudio del que estamos hablando se realizó con un
grupo de niños de doce años y lo que demostró es que aquellos que consumían
bebidas gaseosas en forma regular y constante tenían muchas más posibilidades
de sufrir de obesidad infantil. 

No
sólo eso, sino que también probó que por
cada porción adicional diaria que estos niños consumían aumentaba el riesgo de
sufrir de este problema en una proporción del sesenta por ciento. Por supuesto,
en todos los casos se trataba de bebidas gaseosas con contenido de azúcar, no
edulcorante. 

Este estudio consistió en un trabajo de seguimiento
de meses y meses (diez y nueve, para ser exactos), lo cual le da mucha más
credibilidad y hace que sus resultados puedan ser aceptados con mucha más
confianza, que si se hubiese tratado de simplemente una prueba de un día y una
encuesta para recolectar datos. 

Daños a los dientes 

Pero el riesgo de obesidad infantil no es el único al
que se enfrentan aquellos que consumen grandes (y no tan grandes) cantidades de
bebidas gaseosas durante su juventud o incluso durante la adultez.

El otro gran riesgo es la formación de caries y el
deterioro de la salud dental en general. Este riesgo está aceptado inclusive
por las mismas empresas que producen bebidas gaseosas, las cuales dicen que la
formación de caries es el único problema que está probado que sus productos
pueden generar.  

Salud
ósea
 

Pero hay
aún más problemas físicos que pueden
relacionarse con el consumo de bebidas gaseosas.  

El efecto que se producirá en nuestros huesos, por
causa de los agentes que introducimos en nuestro organismo a través de la
ingesta de bebidas gaseosas, es un debilitamiento sustancial, y una pérdida
importante de la masa ósea.

¿A qué se debe esto? Principalmente a que el
ingrediente activo en la mayor parte de las bebidas gaseosas es un ácido
conocido como fosfórico, el cual actúa sobre el calcio de los huesos. Además,
el pH de estas bebidas ronda los 2,8, un pH muy ácido.

Lo ideal, en general, es que nuestra dieta no sea muy
ácida, sino que tienda a una cierta alcalinización (siendo esto lo opuesto de
lo ácido). Por eso, la ingestión de una bebida gaseosa es un paso en la
dirección exactamente opuesta y, como tal, un ataque a nuestra propia salud.

Por otro lado, antes decíamos que el ácido fosfórico
actúa sobre nuestros huesos. Con esto queremos decir, en realidad, que el ácido
fosfórico funciona como disolvente adecuado para obtener el calcio de los
huesos, debilitándolos y decalcificándolos.

Por otro lado, es también un factor de colaboración
importante para el aumento en el riesgo y en los problemas que trae la osteoporosis,
una enfermedad que se caracteriza por la
disminución del espesor y del número de las trabéculas óseas, lo cual se
aprecia por medio de radiografías como una mayor transparencia de los huesos, y
que en última instancia consiste en una severa disminución de la densidad
mineral del hueso.

Los estudios que se han realizado, especialmente en animales,
demuestran que la superabundancia de ácido fosfórico puede vaciar completamente
de calcio a los huesos.

Y otros estudios realizados con grupos de jóvenes demuestra también
que aquellos que consumen mayor cantidad de bebidas gaseosas tienen más
posibilidades de sufrir fracturas y otras situaciones similares que aquellos
que consumen menos. Lo cual se debe, sin lugar a ninguna duda, a la falta de
calcio y la debilidad ósea que se genera por causas de estos agentes que ya
hemos estado nombrando.

Por supuesto, las compañías de gaseosas niegan
totalmente esto, más allá de las pruebas existentes. Y se basan en que los
estudios se han realizado sobre ratas, las cuales, por supuesto, son distintas
a los seres humanos y los efectos que los productos tienen sobre ellas también
son distintos. Esto es cierto, pero solo hay que ver las características
propias del fósforo para comprender que es muy probable que no estén tan lejos
de la verdad los que afirman que el riesgo de lesión ósea por causa de las
bebidas gaseosas es cierto y debe ser tenido en cuenta, especialmente en los
años de la niñez, durante los cuales se forma la estructura ósea.

Más allá de esto, las pruebas realizadas en las ratas
son categóricas y no pueden ser discutidas de ninguna forma. 

El Fósforo 

El fósforo puede encontrarse en forma natural en
algunos alimentos (como el pescado, por ejemplo) pero es más común que cuando
aparece en algo que consumimos sea porque ha sido utilizado como aditivo en un
alimento elaborado, no natural.

Más allá de que aún hay discusiones al respecto entre
aquellos que se dedican a estudiarlo, lo cierto es que se supone que ayuda a la
pérdida de calcio de los huesos, por ser el “solvente” más adecuado para el
mismo. Actúa de la  forma que comentamos
anteriormente.

Por supuesto, la pérdida de calcio en los huesos
genera que estos se debiliten, volviéndose mucho más quebradizos. Cuanto menos
calcio tienen los huesos disponible, más porosos se vuelven, lo cual redunda,
por supuesto, en que también sean mucho más quebradizos.

En la actualidad se piensa que aun una o dos latas de
gaseosa por día durante la conformación de la estructura ósea puede tener
efectos muy indeseados cuando el sujeto llega a la adultez. El daño que se
hace, además, durante este periodo no puede luego subsanarse.

Por supuesto, esto no quiere decir que los adultos
estén a salvo. Para ellos también puede ser dañino el consumo de bebidas
gaseosas en forma indiscriminada. Simplemente no son el grupo que se encuentra
en mayor peligro de sufrir daños por causa de ellas. 

Cuando los años pasan 

Con esta información que tenemos, entonces, solo nos
queda cuestionarnos qué efectos puede tener nuestra forma de alimentarnos y, en
especial, la forma en que alimentamos a nuestros hijos, en nuestro futuro.  

Parece ser que para aquellos que pasan todo el día
tomando bebidas gaseosas un futuro de obesidad, huesos rotos y osteoporosis es
prácticamente inevitable. Deberíamos analizar esto y actuar en consecuencia,
especialmente protegiendo a nuestros hijos, ya que probablemente no lo harán
por si mismos.

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