Los síntomas más comunes en cualquier depresión, tienen que ver con la pérdida del sueño, la pérdida del apetito, la desorientación, la irritabilidad, o la presencia de dolores.
Pero aunque sus síntomas sean similares, se debe saber que existen, sin embargo, dos tipos básicos de depresión.
Una de ellas, es la depresión normal, aquella que todos atravesamos cuando algo negativo ocurre en nuestras vidas, y que generalmente comienza a irse a medida que encontramos soluciones u otras formas de concebir los conflictos.
El otro tipo de depresión, es denominado depresión clínica. Allí, a diferencia del primer caso, se experimenta un fuerte vacío interior que puede incluso impedir a las personas que la sufren, desarrollar su vida con normalidad.
Si bien ambas pueden tener síntomas similares, la segunda de estas depresiones es sin dudas la más grave de las dos, ya que es causada generalmente por un desequilibrio químico en el cerebro, con lo cual se suele extender más en el tiempo, tener efectos más severos, y ser más difícil de combatir.
Una de las formas de combatirla, es mediante la gran cantidad de medicinas disponibles que existen hoy día en el mercado.
Como habíamos señalado, aquellas personas que atraviesan una depresión clínica, suelen modificar, negativamente, casi todos los aspectos de su conducta habitual.
Por eso, no es de extrañar que la mayor parte de la gente que es diagnosticada con esta condición, sufra también de deficiencias de nutrición.
Sucede que estas personas, sumidas en los efectos de la depresión, suelen perder el sentido de las cosas, por lo que generalmente descuidan su salud personal, y pueden llegar incluso a dejar de comer.
Y como la nutrición juega un papel fundamental en le salud de nuestro organismo, una deficiencia en este sentido podría agravar aún más la calidad de vida del enfermo.
En este sentido, si bien es muy cierto que la depresión es una de esas enfermedades que los alimentos no pueden curar, una nutrición pobre solo empeorará las cosas, ya que el cuerpo tendrá aún más bajas las defensas, y se podrían agudizar los síntomas de la depresión.
Con todo, la nutrición también puede jugar un papel muy importante para aliviar algunos de los síntomas de la depresión. Hay muchas vitaminas y nutrientes que pueden ayudar al cuerpo a funcionar más apropiadamente, sobre todo en tiempos emocionalmente dificultosos.
Por ejemplo, si una persona con depresión sufre de falta de sueño, quizás sea conveniente, -previa prescripción médica-, aumentar la cantidad de aminoácidos, y, si hay pérdida de apetito, un aumento de la ingesta de hierro.
La gente con depresión tiende generalmente a aumentar su irritación y malestar a causa de su falta de sueño o apetito, por lo que al revertir estos síntomas, también se ayudará a combatir la depresión.
Existen alimentos que es muy conveniente incluir en la dieta de una persona que padece de depresión clínica; las proteínas proporcionadas por la carne son -por ejemplo- útiles. Lo mismo sucede con algunos nutrientes (como el triptófano y la colina) que posee el pescado fresco.
Asimismo, algunos alimentos deben ser totalmente evitados, como por ejemplo el alcohol y la cafeína. El alcohol actúa como un depresor del sistema nervioso, lo cual provoca que la situación empeore aún más, y la cafeína interfiere fácilmente con el sueño, empeorando la ansiedad y la agitación.
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