Hay personas que por cuestiones de
salud, ya sea celiaquía, intolerancia o alergia a las harinas, debe llevar una
vida alejada de las harinas que conforman el TACC: trigo, avena, cebada,
centeno.
Pero la realidad, es que muchas personas
han comenzado a reducir o quitar el volumen de harinas que ingieren, sin un
diagnostico, y afirman sentirse más livianos, más saludables.
Como todo, llevar este tipo de
alimentación es bueno, o no es dañino, hasta cierto punto. Tengamos en cuenta
algunos datos nutricionales:
Hidratos de
carbono
Son buenos los que poseen fibras, y
menos buenos aquellos que tienen harinas y azúcares.
Grasas
Las buenas son aquellas que provienen de
los vegetales y del pescado. Las menos buenas provienen de los animales o son
las grasas saturadas.
Composición
deseable
Hidratos 50%, proteínas 30%, grasas
buenas 20%
Dietas bajas en
harinas
Son buenas en caso de gordura abdominal,
colesterol y/o triglicéridos altos, hipertensión o glucemia elevada.
En esos casos se debe aumentar el
consumo de carnes magras, pescado, pollo, quesos magros, huevo, legumbres y
frutas secas.
Por otro lado, se deben disminuir las
harinas, azúcar y bebidas azucaradas.
Dietas sin
harinas
NO ES SOSTENIBLE
Estas dietas tienen carencia de
vitaminas, minerales, fitoquímicos.
A su vez, traen cambios metabólicos
desfavorables.