El licopeno, arma anti-cáncer del tomate

El color rojo característico del tomate se debe a la presencia de licopeno, un pigmento (carotenoide) que abunda en el tomate maduro. Dicho pigmento, al igual que la vitamina C, es antioxidante, y protege contra varios tipos de cáncer

Ambas sustancias, junto con las vitaminas A y E, actúan de forma beneficiosa sobre nuestro sistema inmunológico y protegen al organismo gracias a la reducción del efecto nocivo de los radicales libres.

Numerosos estudios científicos han comprobado que el licopeno tiene propiedades antioxidantes. Quien consume habitualmente 10 o más tomas semanales de alimentos ricos en licopeno: sandía, salsa de tomate, uva rosada, pomelo rosado, zanahoria, reduce el riesgo de ciertos tipos de cáncer, sobre todo el de próstata, y también de páncreas, pulmón y colon.  Lo que ocurre es que la mayor concentración se da en el tomate. 

Con 200 gramos de tomate al día se cubren el 80% de las necesidades diarias de vitamina C.

El licopeno, a diferencia de otros compuestos vegetales, se libera sobre todo al cocinarse. De ahí que se recomiende la salsa de tomates natural con poca cocción, ya que el tomate cocido en exceso se transforma en ácido.

El licopeno se absorbe mejor si el tomate se cocina y se acompaña con un buen aceite vegetal.

Otra opción más allá de la ingesta de los tomates crudos, es el jugo de tomate. Beber un vaso grande, mínimo ¼ lt., tiene ya un efecto terapéutico.

El  licopeno actúa preventivamente dado que retrasa la oxidación de las células y  su multiplicación.

Queda en claro que se habla de tomates naturales, preferentemente orgánicos y no transgénicos. No quedan incluidos los tomates en lata ni envasados, salvo los artesanales.

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