Sí, el sobrepeso suele engendrar sobrepeso.
Los niños tienen un 80% de
probabilidades de tener sobrepeso si ambos padres lo tienen, un 40% si lo tiene
sólo uno de los padres, y sólo un 7% si ambos padres son delgados.
Sin embargo, las tasas de obesidad están aumentando demasiado rápido como para que este
problema sea causado por la
genética.
En resumen, la genética puede aumentar la susceptibilidad del niño a la
obesidad,
pero esos genes sólo devienen en un grave problema de peso con la ayuda de los
hábitos.
La mayoría de los niños que padecen problemas de peso consumen más
calorías de las que queman.
Las nuevas generaciones están comiendo más grasas,
azúcares y calorías procesadas,
y hacen menos actividad física que cualquier generación desde los orígenes de la
humanidad.
Los niños que comen dietas ricas en grasas son los más propensos a ser obesos.
Las dietas bajas en grasas ayudan a mantener delgados a los niños.
Además, está
la cuestión del ejercicio. Atrás han quedado los días en que los niños iban
caminando a la escuela, jugaban a las escondidas durante horas y andaban en
bicicleta hasta el atardecer.
Hoy en día los niños se sientan, ven televisión,
juegan al Nintendo, pasan horas frente a la pantalla de la computadora; todas
actividades que no queman más calorías que dormir una siesta.
Si su hijo es gordito o directamente obeso, el mejor enfoque es el sentido
común. Su hijo debe aprender a seleccionar alimentos nutritivos bajos en grasas
y azúcares, y realizar más actividad física.
Como padre, es su responsabilidad
ofrecerle alimentos nutritivos a su hijo; es responsabilidad de su hijo cuáles
de esos alimentos come.
Además de hablar con un nutricionista sobre los hábitos alimenticios de sus
hijos, usted puede probar lo siguiente:
• Deshágase de las galletitas
y galletas. Llene la cocina con frutas frescas y verduras
(cortadas de forma que resulten fáciles de agarrar), pan y galletas integrales,
leche descremada y jugo de fruta fresca.
Si todo lo que su hijo tiene que elegir
son estos alimentos nutritivos, estará obligado a mantenerse sano y delgado.
Además, estos alimentos son ricos en fibras, bajos en calorías y generan
sensación de saciedad.
• Aliente a su hijo para que coma sólo cuando tiene hambre y que pare cuando
esté lleno. No obligue a sus hijos a comer si no tienen hambre ni les exija que
limpien el plato.
• Cambie las gaseosas por agua.
• Sea selectivo con los restaurantes. Los niños comen alimentos más grasos
cuando comen afuera.
Por eso, debe intentar comer menos afuera o ser más
selectivo con los restaurantes; trate de que su hijo opte por frutas, ensaladas
o carnes magras.
• Nunca use la comida como premio o castigo.
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