Una
persona
bien alimentada necesita de una dieta proporcionada balanceada: el número de calorías ingeridas
debe ser igual al número de
calorías gastadas.
El
promedio de calorías que un individuo necesita por día es de aproximadamente 30 por kilo dependiendo de su actividad, aunque ese índice va
disminuyendo con el correr de los años. Cuanto mayor sea la persona, menos
calorías gasta (esto no es una regla fija, sino que depende de cada individuo).
Los
bebes recién nacidos por ejemplo, necesitan de unas 100 calorías diarias por
kilo, mientras que las personas mayores de 60 precisan tan sólo unas 20,
siempre dependiendo de la actividad que desarrollen.
La
alimentación, es la forma de nutrir y reponer la energía utilizada durante el
día, con el aporte de alimento correspondiente.
El
metabolismo basal es el
aporte calórico mínimo que el organismo necesita para mantener
sus actividades, sumando los gastos de energía necesaria
para el cumplimiento de funciones orgánicas vitales, como la contracción
cardiaca, la respiración, la filtración renal, etc.
La
dieta que cumpla con las necesidades físicas, debe contener la cantidad mínima
de vitaminas,
minerales y proteínas requeridas. Y es muy importante decir que tanto
las vitaminas como los minerales no aportan grasas al organismo y son
trascendentes para el buen funcionamiento del mismo.
El
equilibrio de una dieta incluye las cantidades necesarias de proteínas
(un 12%), grasas (38%) e hidratos de carbono (50%). Pero como siempre, los
porcentajes deben variar según la actividad desarrollada por el individuo o si
sobreviene algún
tipo de modificación en el metabolismo.
Los
horarios
La
distancia entre comida y comida se va ampliando con el crecimiento de cada
persona, y se fija según la fisiología que el mismo cuerpo establece.
Durante
la noche, la cantidad de
glucógeno (glucosa o azúcar que se almacena en el hígado)
se reduce considerablemente, y por ello la importancia del desayuno se basa en
reparar esa disminución y darle la fuerza perdida al cuerpo para el resto del día.
Este
deposito de glucógeno vuelve a disminuir con el correr de la mañana, y se debe
recuperar con el almuerzo al mediodía. Los síntomas más normales de la falta
de azúcar por la mañana son los mareos y debilitamiento.
Ese
proceso se repite durante la tarde pero en menor medida (en la mayoría de los
casos pero no en todos), hasta llegar a la cena. Aunque algunos necesitan de una
merienda para recuperar las fuerzas perdidas. Esto depende de los diferentes
metabolismos y de la actividad que se desarrolle.
Líquidos
Es
importante mantener un equilibrio entre comida y comida, generando una
planificación previa e hidratada. El agua cumple la función de ayudar a la
digestión, mezclando los alimentos.
La
cantidad mínima de agua que un individuo debe ingerir por día es de
aproximadamente 1,5 litros.
Fibras
La
fibra es otro de los ingredientes fundamentales sugeridos en toda dieta
planificada. Se trata de un conjunto de sustancias de procedencia vegetal, que no
se desintegran en el organismo al no tener éste los fermentos necesarios para que
sean absorbidas por el intestino.
La
utilización de este tipo de fibras aumenta el volumen del contenido gástrico,
contribuyendo así a una sensación de saciedad más prolongada. Además, genera
una mejor función evacuatoria intestinal, y contribuye a la eliminación del
colesterol con mayor efectividad.
La
fibra dietética reduce la permeabilidad a las grasas e hidratos de carbono y está
indicada como una muy valiosa protección contra la aparición de cáncer de
colon. La cantidad de fibra recomendada por día es de entre
12 y 20 gramos por persona.
Estimular
los sentidos
La
alimentación es un hábito que debe incluir variedad y equilibrio entre todos
los grupos de comida. Es fundamental también evitar la monotonía, cambiando de
gustos y probando nuevos sabores constantemente.
Una
dieta efectiva y nutritiva no tiene por qué ir en contra de los gustos. Debe
cuidarse muy bien el aspecto y la condimentación. Es imposible seguir un régimen
sin estar a gusto con lo que se come. Se deben estimular los sentidos y entrar
por todos ellos: el gusto, la vista y el olfato.
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