INTRODUCCIÓN
Es una actitud perversa, que pretende mostrar blanco lo que en realidad es negro, e irrumpe en la sociedad por la falta de ética del falaz, de su desvergüenza, de su patochada, de su ambición desmedida por alcanzar mayores logros económicos a como de lugar. Sin embargo, habitualmente los truhanes quedan en evidencia porque las patrañas, queridos amigos, tarde o temprano se descubren. Especialmente cuando alguien, que no se chupa el dedo, comienza a sacar sus propias conclusiones.
Los continuos requerimientos de una de mis nieta de 10 años por un alimento lácteo cuyo nombre de fantasía es “DANONINO”, me llamó poderosamente la atención. Agostina estaba convencida de que le iba permitir lograr mayor estatura. Pero lo que más despertó mi interés por este producto lácteo elaborado por “La Serenísima”, un establecimiento que consideraba serio y decoroso de los hermanos Mastellone, fue un corto publicitario en el cual un médico pediatra, el doctor Marcos Mercado (asiduo colaborador del programa de cable “Utilísima”), junto a sus dos hijos, remarcaba las bondades del alimento, puntualizando como una verdad absoluta que coadyuvaba al crecimiento; ergo, ganar una mayor altura.
En una palabra, los niños que ingerían este preparado lácteo, y cuyos genes familiares solo les permitirían tener una talla como la de Jorge Guinzburg, podrían lograr un porte como el de Emanuel Ginobili. A eso apuntaba (y apunta) la elocuencia publicitaria, gráfica y televisiva.
Estaba rumiando el embeleso de mi nieta por esa “poción mágica” y sobre los asertos que en su calidad de médico especialista difundía el doctor Mercado (“Por eso yo se lo doy a mis hijos”, enfatizaba), cuando una información aparecida en un matutino porteño – no se hacía mención puntual del producto cuestionado, no sea cosa de que se enojaran los Mastellone que invierten millones en publicidad de todo tipo – daba cuenta que “determinadas” promociones sobre alimentos para niños, que ofrecían un rápido aumento de estatura, despertaron de su abúlico letargo a las autoridades, las que se mostraron más que preocupadas por el asunto. Pese a todo, decidí emprender mi propia investigación.
Como primer paso, resolví solicitar información al Instituto Nacional de Alimentos, dependiente de la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica, área en la cual estaba seguro de que me iban a proporcionar una respuesta adecuada a mis inquietudes. A continuación transcribo el mail que remití al organismo estatal, y la consiguiente respuesta – sorprendente por cierto, ya lo verán – que me remitieron. Lean ustedes.
—– Original Message —–
From: Juan Isidro González
To: Hela Beltramini
Sent: Friday, October 28, 2005 4:22 PM
Subject: SOLICITUD DE INFORMACIÓN
A la Dra. Hela BELTRAMINI
Instituto Nacional de Alimentos:
En un todo de acuerdo a los términos de la CARTA COMPROMISO CON EL CIUDADANO, programa gubernamental al que adhirió con entusiasmo la ANMAT, me dirijo a usted a fin de solicitarle información sobre el alimento de “La Serenísima” conocido bajo la designación de “DANONINO”.
Al respecto, me es de sumo interés profesional, para completar un trabajo que estoy elaborando, conocer los argumentos sostenidos por sus productores para ponerlo en el mercado, quienes enfatizan que su ingesta le permite a los niños alcanzar una mayor estatura. Es evidente que tales argumentaciones deben estar convalidadas mediante la presentación, ante el Instituto Nacional de Alimentos de la ANMAT, de probados estudios y sólidas bases científicas.
Es dable hacer notar que el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, como consecuencia de ciertas publicidades, ha centrado su atención en productos de esta naturaleza. Las autoridades se muestran sorprendidas y en estado de alerta porque consideran que estos mensajes publicitarios están basados en un insostenible engaño.
En lo personal, me siento sumamente indignado porque una de mis nietas, de 10 años, vive sugestionada por ingerir el “DANONINO”. Pretende alcanzar la estatura de una compañerita de grado, cuyos genes le han permitido lo que parece brindar este alimento “prodigioso”.
Por lo tanto, y como comprenderá, me resulta importante conocer, no la fórmula con que se prepara ese producto, cuya base es sin duda la leche, sino cuáles fueron los fundamentos de "La Serenísima" para peticionar la aprobación del INAL, si como alimento o como poción mágica.
Atentamente,
Juan Isidro González
Periodista Profesional – Matrícula Nº 2546
San Carlos de Bariloche, Patagonia Argentina
—– Original Message —–
From: Hela Beltramini
Sent: Friday, November 04, 2005 4:21 PM
Subject: Re: SOLICITUD DE INFORMACIÓN
Estimado Isidro:
En respuesta a su solicitud de información, le estoy enviando la respuesta del Director del Area, el Dr. Matías De Nicola.
Sin otro particular, saludo a Usted muy atte.
Dra. Hela Beltramini
PARA INFORMACIÓN DEL SEÑOR JUAN ISIDRO GONZALEZ
Atento a lo presente se informa que dado el sistema federal del país y la Ley 18284, la autorización de los productos de acuerdo al Código Alimentario Argentino (que incluye evaluación de la composición, estabilidad, envase, rótulo, y forma de conservación) corresponde a la Autoridad Sanitaria de la jurisdicción en la que se halla ubicado el establecimiento elaborador.
Dicha autoridad, en el momento de autorizar los rótulos o cualquier modificación de los mismos (de acuerdo con el artículo 19º de la Ley 18284 y 19º del Anexo II del Decreto 2126/71 y sus modificatorios), debe evaluar el cumplimiento de las normas de rotulación que figuran en el Capítulo V del C. A. A. y que incluyen las Resoluciones GMC del MERCOSUR.
Por ello, señalamos que la empresa no ha peticionado ante el INAL la aprobación del producto con la denominación de fantasía “DANONINO”.
Atento la publicación de la Disposición Nº 4980 del 2005 sobre Normas de Publicidad y Propaganda se girarán los presentes actuados a la Comisión de publicidad para su intervención competente.
Atentamente,
Dr. Matías De Nicola
* * *
Ya lo decía don Erasmo: “La mentira y el hurto son vicios parientes”. Las promesas divulgadas por “La Serenísima”, absolutamente imposibles de probar científicamente, son falacias deshonestas que no solo afectan el bolsillo de la gente, sino que también le escamotean el preciado tesoro de la credibilidad y se burlan de las leyes. Pero lo más lamentable es que hayan embarcado en esta grosera aventura a un médico que se estaba haciendo de una excelente reputación como pediatra en la televisión.
El doctor Jorge Surín, profesor titular de Derecho Publicitario de la Universidad de Palermo y letrado actuante en la Dirección Jurídica de Protección al Consumidor del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, dictaminó sobre el tema. Sostiene el doctor Surín que las normas legales vigentes establecen que se trata de publicidad engañosa todas aquellas promociones o presentaciones que mediante informaciones erróneas induzcan a engaño, de manera tal que el consumidor tiene una expectativa equivocada sobre las particularidades y alcances de los productos. Y en el caso específico de los alimentos elaborados para niños, el abogado sostiene que “se hallaron fuertes evidencias que se exageran la calidad de los preparados con una falsa promesa de crecimiento”.
Sin embargo, lo más grave de todo este chanchullo, es que el “DANONINO” estaba siendo elaborado, promocionado y puesto en las góndolas sin la debida autorización del Ministerio de Salud Pública de la Nación. Está probado que se vulneraron de manera aviesa expresas normas legales. Así ha quedado debidamente acreditado más allá de cualquier duda razonable. Además de mentirle a la población – bajo ningún punto de vista, ni científico ni técnico, puede probarse lo que se dice del alimento -, “La Serenísima” actuó por sobre las leyes. Posiblemente porque considera que su prestigio empresarial, las plantas industriales que posee dando trabajo a centenares de personas, y los millones que invierte en publicidad, la hacen un sociedad intocable.
La doctora Norma Piazza, secretaria del Comité de Nutrición de la Sociedad Argentina de Pediatría, declaró a un matutino que algunos alimentos pueden llegar a convertirse en inadecuados para los infantes, ya que son poseedores de una carga muy alta de proteínas que puede afectar el desarrollo renal de los pequeños. Son productos que no pueden ni deben ser administrados de manera indiscriminada. Por otra parte, “La Serenísima” difunde que en la elaboración del “DANONINO” se contó con el aporte de sus técnicos y la colaboración de pediatras, omitiendo groseramente a una rama de la medicina de extrema importancia: los profesionales nutricionistas.
De ahí – esto lo afirmo yo – la importancia y necesidad de saber la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad sobre los preparados alimentarios. Por lo pronto, el corto publicitario que protagonizaba el Dr. Mercado y sus hijos ha desaparecido de la televisión. El Colegio Médico le habría “sugerido” al galeno que requiriera, a los que manejan las pautas publicitarias de la empresa, que suspendieran el envío ya que podría verse afectada su credibilidad profesional. Ínterin, ya están en marcha dos investigaciones gubernamentales, aunque me siento bastante pesimista. Es que estamos en la Argentina, un país donde es habitual borrar con el codo lo que se firma con la mano.
No mejor posicionado y creíble queda el locutor Pancho Ibáñez, quien encabeza las “manifestaciones populares” (ver los cortos televisivos) en favor de “ACTIMEL”, otro engendro de “La Serenísima” que más que un alimento suena a medicamento sanalotodo, similar a los preparados balsámicos de las curanderas pueblerinas. La de don Pancho es otra triste historia.
En fin, Dios proveerá.
San Carlos de Bariloche, Patagonia Argentina, 5 de noviembre de 2005
El presente artículo no expresa necesariamente la opinión de los editores, sino de su autor.
”ENPLENITUD.COM” autoriza la reproducción de este material citando la fuente