Desde nuestra
más tierna infancia somos criados bajo el supuesto de que quienes nos recetan y
/ o expenden medicamentos son infalibles, semidioses a los cuales debemos
confiarnos ciegamente.
Pero veamos tan solo como llega el medicamento a nuestras manos, en Chile al
menos:
·
Habitualmente la droga es probada en otros países e
introducida por una filial que entrega la información teórica a sus expertos en
el país.
·
Es entregada al departamento comercial del laboratorio para
su introducción y venta con la información del producto, a veces un mini curso y
metas esperadas de penetración del producto en el mercado.
·
El departamento comercial lo entrega a sus representantes con
esta información base, para ser entregada al cuerpo médico.
·
El cuerpo médico decide probarla (individual u
organizadamente) y comienza a recetarla.
·
Ud. la compra, habitualmente a un dependiente (ni siquiera a
un químico farmacéutico).
·
La utiliza confiadamente, a veces leyendo el folleto del
producto.
¿Cuántos
puntos de factibilidad de error o desinformación detecta Ud. hasta aquí?
Por mencionar
algunos:
·
Laboratorios : Existen medicamentos, por ejemplo, que son
incompatibles con la alimentación típica de un país específico.
·
Departamento comercial : La presión de la introducción de el
producto puede superar con creces el interés de determinado vendedor “visitador
médico” por entregar completa la información de los problemas que el medicamento
puede generar.
·
En Chile los médicos generalmente disponen de escasísimo
tiempo, por lo que reciben al visitador médico (cuando lo hacen) por
limitadísimos espacios de tiempo, y luego tienen muy limitado tiempo para
revisar la información de la droga. Generalmente, cuando Ud. pregunta por los
efectos secundarios se encontrará con la respuesta “son insignificantes (en
porcentaje, en efectos adversos, etc.) ”. Si fuera una operación con ese
“insignificante porcentaje” de riesgo de muerte, ¿no tiene Ud. el derecho a
saber?
·
Contadas cadenas farmacéuticas entregan información junto con
el producto que venden de sus riesgos e interacciones principales.
·
Usted habitualmente lo utiliza como quien juega a la ruleta
rusa, sin informarse de cómo puede interactuar con Ud., y habitualmente sin
haberle comentado de otros medicamentos o patologías a su médico, quien
habitualmente no es un médico de cabecera, por lo que no conoce su historia
clínica.
Y quiero dar
un par de ejemplos :
·
Acido acetilsalicílico: Conocido como el medicamento
universal para el dolor. ¿Sabía Ud. que, al adelgazar las paredes arteriales,
favorece los derrames internos, tanto los por hematomas como los espontáneos? ¿O
que si sufre cualquier mal gástrico puede por sí generar una úlcera? En ambos
casos, las consecuencias pueden ser mortales.
·
Paracetamol : Definitivamente peligroso en países como
España y Chile, debido a sus dietas, las cuales son definitivamente agresoras
del hígado. Si ha sufrido además de hepatitis, fiebre tifoidea o cualquier mal
hepático, ¡cuidado!
·
Antidepresivos en general : El más riesgoso de los
tratamientos medicamentosos. La depresión puede tener origen reactivo, endógeno,
medicamentoso o por drogas, o la combinación de uno o más de los anteriores. Un
error de elección de droga aquí puede generar consecuencias como la muerte y aún
más graves, es decir daños neurovegetativos que terminen con una persona
eternizada en clínicas u hospitales, con gastos que arruinen a la familia y sin
ninguna posibilidad de obtener siquiera una compensación económica por estos
gastos. Y más grave aún, con una vida arruinada por simple negligencia. **
La próxima vez
que vaya a utilizar un medicamento, solicite un libro llamado Vademécum a su
farmacéutico (es obligación que esté disponible al público), investigue por sí
mismo que riesgos corre y exija a su médico que le indique el procedimiento
adecuado para su utilización, ¡se va a encontrar con más de una sorpresa!
Recuerde, como
dicen muchas campañas: “Es su derecho y responsabilidad informarse debidamente”.
**
: El manejo de los distintos tipos de depresión es un tema tan delicado que
requiere un artículo separado, tanto en su diagnóstico como en su manejo
medicamentoso. Es importante señalar que Chile es uno de los países con más alto
índice de depresión del mundo y Santiago, la capital de la depresión mundial.