En la actualidad, quienes actúan dentro de la más absoluta formalidad,
consideran que este asunto de las adivinaciones por medio de las llamadas “Cartas Natales” es puro charlatanería, sin bases sólidas que
convaliden su seriedad y, por ende, su credibilidad.
Por otra parte no existen
registros sobre alguien que haya realizado predicciones en serie… y en serio a
lo largo de los siglos.
Se impone dejar establecida una verdad irreversible: los astrónomos (de formación universitaria) actúan en mérito a una
ciencia matemática exacta, escudriñando en cielo con complejos y costosos
equipos.
Solamente montan en cólera cuando se los confunde livianamente con los
astrólogos (sin títulos válidos), quienes solo escudriñan la ingenuidad y el
bolsillo de la gente para lucrar gracias a la superstición, la duda y la
absurda idea de conocer el futuro.
Por ello, para el mundo científico serio, y
especialmente para los diferentes credos religiosos, los horóscopos son una trágica
burla a la ingenuidad de los humanos.
Todo esto viene a cuento a raíz de una serie de correos electrónicos
que recibí, entre los que se destaca el de una señora Zulema…,
quien entre otras prestaciones “profesionales” ofrecía el método tridimensional de
las ciencias astrológicas, una mezcla
rara de Shusheta y de Mimí. Verdaderamente,
¡del tomate!
¿Te
interesa conocer y entender más y mejor sobre ti mismo y tus seres queridos
a
través de la ciencia más antigua del mundo?
Entonces, podés utilizar el método
tridimensional de las astrologías:
Occidental, Hindú, China
Con:
Cartas
Natales
(Un estudio profundo del propio ser y del hacer)
Revoluciones
Solares
(Los estímulos que recibirás en el año,
y cómo puedes prepararte para responder mejor a los mismos)
Sinastrías
(Comparación de Cartas Natales de parejas, socios, padres e hijos, etc.
para encontrar las coincidencias y mejorar las relaciones
interpersonales)
Consulta
económica sobre Cartas Natales anteriores
(Envíos al interior o exterior)
Atención absolutamente reservada y
personalizada.
Solicite una entrevista informativa sin cargo
ni compromiso alguno con
Zulema…
Para mayor información el teléfono de mi
estudio es: (011) 4962-xxxx
Me encontrarás de Lunes a Viernes, de 10 a 20
horas o me dejas un mensaje y te contesto a la brevedad.
En el caso de
que conozcas a alguien a quien le interesen estos temas, por favor: reenvíaselo.
Y,
si no deseas recibir nuevos mails, responde éste con el Asunto: Remover.
Muchas gracias
por tu atención.
Realmente este aviso me anonadó; me impactó por lo absurdo y traído de los pelos. Dudo que alguien verdaderamente cuerdo
pueda sostenerlo mediante la sensatez y el equilibrio mental. Dudo
que la señora (o señorita) Zulema pueda hacerlo.
Entiendo que se impone hacerles conocer la nota que le envié a esta
adivina cibernética. Mis aclaraciones fueron una suerte de honesta confidencia
tendiente a clarificar un panorama por demás oscuro. Aquí va mi disquisición:
Estimada Señora Zulema:
He recibido su mail. En tal sentido debo decirle que soy absolutamente
incrédulo con relación a los horóscopos, las cartas de tarot, la
lectura de las hojas de té, el análisis de las líneas de la mano… y otros
tantos métodos para tratar predecir lo que absolutamente imposible: El futuro. Ergo,
no soy candidato para aportarle nada a través de una o varias consultas.
Lamento que haya en el mundo infinidad de personas que dejan que parte de
sus magros ingresos lleguen a manos
de gente con la suficiente habilidad como para sacarle sus pesitos, con o sin víbora
enrosacada en el cuello.
Adolfo Hitler, v.g., creía a ultranza
en la astrología y muchas de sus importantes decisiones político-militares las
adoptó según su “mago” de turno… Y así le fue.
Tan antiguas como el mundo, estas metodologías sólo
generan beneficio económico y bienestar de todo tipo a quienes especulan
con ellas.
Es el negocio más próspero para el que sólo se requiere, como
materia prima, la ingenuidad de la gente. Yo
también, como todos aquellos que no se
dan cuenta que la inteligencia tiene límites, que lo que no tiene límites
es la estupidez, creía en estas prácticas
adivinatorias hasta que…
Me desempeñé como redactor en el vespertino CORREO DE LA TARDE –
1958/1964 – dirigido por Francisco Guillermo Manrique, con
quien establecí una estrecha amistad hasta el día de su muerte (15 de febrero
de 1988, siendo Secretario de Turismo).
Cierto día – corría 1961 – Manrique me llamó y me
dijo: "Juan Isidro, necesitamos contar con un buen horóscopo para
remplazar la porquería que tenemos. Analizá que podemos hacer".
Cuando le transmití los honorarios que me habían pasado los
"adivinadores" de la época, entre ellos don Horangel
y su mujer doña Angela Grova, el Paco me dijo: "Dejá,
lo vamos a hacer nosotros. Comprá una revista sobre el tema para ver como lo
debemos encarar".
Planificado para publicarse los domingos, nuestro primer horóscopo
apareció en la cabeza de la contratapa del diario, a seis columnas.
Estaba
firmado por INA MOORE pero pergeñado por Manrique.
Yo inventé la firma de la presunta pitonisa porque fonéticamente era parecido
al de una reputada "boite" de la zona norte de Buenos Aires a
la cual era asiduo asistente.
Fue preparado para "pronosticar" sobre los ítems SALUD,
AMOR, TRABAJO y PERSPECTIVAS de los lectores que con
ingenuidad buscaran su destino semanal.
Luego del “debut” astrológico, Manrique me hizo
responsable de su vigencia editorial. Y realmente me sorprendí por la enorme
cantidad de correspondencia que comenzó a recibir doña INA MOORE. En
su totalidad, las misivas eran para agradecer, a pesar de lo genérico, la
exactitud de los pronósticos y para solicitarle horóscopos y estudios
personales.
Realmente nos asombraron los resultados. No habíamos previsto tal
repercusión. Atender con seriedad la enormidad de pedidos no sólo era
imposible, sino simplemente deshonesto y criminal. No estábamos
para el "gran curro".
Así que optamos por agradecer
de manera personal las notas, eludiendo gentilmente las consultas individuales.
¡Y pensar que en la actualidad, por
semejante "huevada", se pueden embolsar miles de "morlacos"! Todo el año es 28 de diciembre.
Hasta la desaparición de CORREO DE LA TARDE, en abril
de 1964, entre otras importantes tareas periodísticas tuve la responsabilidad
de escribir las predicciones, lo que me demandaba entre 20 y 30 minutos cada
semana. Realmente me sentía una mezcla de Mago Merlín, Nostradamus,
Horangel…, pero en realidad era un periodista accidentalmente
especializado en una de tantas mancias
adivinatorias, verdaderas
chantadas que en la actualidad dejan
notables dividendos no controlados por la A.F.I.P.
En mi labor de pseudo agorero siempre busqué no emitir datos que
pudieran afectar moral y anímicamente a la gente. Procuré ver el
futuro de manera halagüeña, sin emitir opiniones o consejos, a los que son muy
propensos los horoscoperos contemporáneos, como la señorita Lily Süllos,
quien tiene la maniática propensión a formular comentarios que
colisionan con lo sensato y lo prudente.
En una ocasión se despacho
con un cruel desatino que provocó chanzas en la contratapa del
suplemento "ESPECTACULOS" de "CLARIN",
y una nota mía que se publicó en “ENPLENITUD.COM”
con el título “La
Sabiduría está Bajo las Arrugas”.
Por eso –
con todo respeto y apelando a una recordada humorada de Alberto Olmedo,
al que ningún adivino le advirtió que se iba a matar de manera absurda -, ¿Horóscopos
a mí? ¡De acá!
Solo me atrevo a decir que me inclino por la Psicohistoria,
una ciencia cuyo padre es Isaac Azimov, y que se puede definir
como “ramas de las matemáticas, la sociología, la psicología y la historia
que permiten analizar y estudiar los conglomerados humanos ante determinados estímulos
económicos, políticos y sociales”.
Azimov
sostenía que con absoluta seriedad es factible, mediante complicados cálculos
estadísticos, determinar las crisis del desarrollo de un país. Claro, hay
excepciones a la regla: la Argentina. ¡Ni Dios conoce su futuro!
Atentamente,
Juan Isidro González
EPILOGO: Decía
La Fontaine: “Nunca en el mundo han faltado los charlatanes. Esa ciencia, en todo
tiempo y lugar, es fecunda en profesores”.