La impostura y las mentiras lucrativas

Un periodista y sus experiencias con los astrólogos y la astrología. Desde Bariloche escribe Juan Isidro González

Está
debidamente registrado que cuando la astronomía aún no era tomada con la
seriedad y responsabilidad con que cuenta hoy en día, se la conocía como
astrología.

 En la
actualidad, quienes actúan dentro de la más absoluta formalidad, consideran
que este asunto de las adivinaciones por medio de las llamadas “Cartas
Natales”
es puro charlatanería, sin bases sólidas que convaliden su
seriedad y, por ende, su credibilidad. Por otra parte no existen registros sobre
alguien que haya realizado predicciones en serie… y en serio a lo largo de los
siglos.

Se
impone dejar establecida una verdad irreversible: los astrónomos (de formación universitaria) actúan en mérito a una
ciencia matemática exacta, escudriñando en cielo con complejos y costosos
equipos.

Solamente montan en cólera cuando se los confunde livianamente con los
astrólogos (sin títulos válidos), quienes solo escudriñan la ingenuidad y el
bolsillo de la gente para lucrar gracias a la superstición, la duda y la
absurda idea de conocer el futuro.

Por ello, para el mundo científico serio, y
especialmente para los diferentes credos religiosos, los horóscopos son una trágica
burla a la ingenuidad de los humanos.

 Todo esto
viene a cuento a raíz de una serie de correos electrónicos que recibí, entre
los que se destaca el de una señora que, entre otras prestaciones
“profesionales” ofrecía el método
tridimensional
de las ciencias astrológicas,
una mezcla rara de Shusheta y de Mimí. Verdaderamente, ¡del tomate!

 Me permito
transcribir dicho mensaje, al que le he testado todo dato que permita la
identificación del remitente, aunque es factible que algún habitué a este sitio lo haya recibido:

¿Te interesa conocer y entender más y
mejor sobre ti mismo y tus seres queridos

a través de la ciencia más antigua del
mundo?

Entonces, podés utilizar el método tridimensional
de las astrologías:

Occidental,
Hindú, China

Con:

Cartas Natales

(Un estudio profundo del propio ser y del hacer)

Revoluciones Solares

(Los estímulos que recibirás en el año,

y cómo puedes prepararte para responder mejor a los
mismos)

Sinastrías

(Comparación de Cartas Natales de parejas, socios,
padres e hijos, etc.

para encontrar las coincidencias y mejorar las
relaciones interpersonales)

Consulta económica sobre Cartas Natales
anteriores

(Envíos al interior o exterior)

Realmente este
aviso me anonadó; me impactó por lo absurdo
y traído de los pelos. Dudo que alguien verdaderamente cuerdo pueda sostenerlo
mediante la sensatez y el equilibrio mental. Dudo
que la señora (o señorita) pueda hacerlo.

Entiendo que se
impone hacerles conocer la nota que le envié a esta adivina cibernética. Mis
aclaraciones fueron una suerte de honesta confidencia
tendiente a clarificar un panorama por demás oscuro. Aquí va mi disquisición:

Estimada
Señora:

 He
recibido su mail. En tal sentido debo decirle que soy absolutamente incrédulo
con relación a los horóscopos, las cartas de tarot, la lectura de las
hojas de té, el análisis de las líneas de la mano… y otros tantos métodos
para tratar predecir lo que absolutamente imposible: El futuro.
Ergo, no
soy candidato para aportarle nada a través de una o varias consultas.

Lamento que haya en el mundo infinidad de personas que dejan que parte de
sus magros ingresos lleguen a manos
de gente con la suficiente habilidad como para sacarle sus pesitos, con o sin víbora
enrosacada en el cuello.

Adolfo Hitler, v.g., creía a ultranza
en la astrología y muchas de sus importantes decisiones político-militares las
adoptó según su “mago” de turno… Y así le fue.

 Tan
antiguas como el mundo, estas metodologías sólo generan beneficio económico y bienestar de todo tipo a
quienes especulan con ellas.

Es el negocio más próspero para el que sólo se
requiere, como materia prima, la ingenuidad de la gente. Yo también, como todos aquellos que no se dan cuenta que la inteligencia tiene límites,
que lo que no tiene límites es la estupidez, creía
en estas prácticas adivinatorias hasta que…

Me
desempeñé como redactor en el vespertino CORREO DE LA TARDE
1958/1964 – dirigido por Francisco Guillermo Manrique, con
quien establecí una estrecha amistad hasta el día de su muerte (15 de febrero
de 1988, siendo Secretario de Turismo).

Cierto día – corría 1961 – Manrique me llamó y me dijo: "Juan
Isidro, necesitamos contar con un buen horóscopo para remplazar la porquería
que tenemos. Analizá que podemos hacer".

 Cuando le
transmití los honorarios que me habían pasado los "adivinadores" de
la época, entre ellos don Horangel y su mujer doña Angela
Grova
, el Paco me dijo: "Dejá, lo vamos a
hacer nosotros. Comprá una revista sobre el tema para ver como lo debemos
encarar".

Planificado para publicarse los domingos, nuestro primer horóscopo
apareció en la cabeza de la contratapa del diario, a seis columnas.

Estaba
firmado por INA MOORE pero pergeñado por Manrique.
Yo inventé la firma de la presunta pitonisa porque fonéticamente era parecido
al de una reputada "boite" de la zona norte de Buenos Aires a
la cual era asiduo asistente.

Fue preparado para "pronosticar" sobre los ítems SALUD,
AMOR, TRABAJO
y PERSPECTIVAS de los lectores que con
ingenuidad buscaran su destino semanal.

Luego
del “debut” astrológico, Manrique me hizo responsable de
su vigencia editorial. Y realmente me sorprendí por la enorme cantidad de
correspondencia que comenzó a recibir doña INA MOORE. En su
totalidad, las misivas eran para agradecer, a pesar de lo genérico, la
exactitud de los pronósticos y para solicitarle horóscopos y estudios
personales.

Realmente nos asombraron los resultados. No habíamos previsto tal
repercusión. Atender con seriedad la enormidad de pedidos no sólo era
imposible, sino simplemente deshonesto y criminal. No estábamos
para el "gran curro".

Así que optamos por agradecer
de manera personal las notas, eludiendo gentilmente las consultas individuales.
¡Y pensar que en la actualidad, por semejante "huevada", se pueden embolsar miles de "morlacos"! Todo el año es 28 de diciembre.

 Hasta la
desaparición de CORREO DE LA TARDE, en abril de 1964, entre
otras importantes tareas periodísticas tuve la responsabilidad de escribir las
predicciones, lo que me demandaba entre 20 y 30 minutos cada semana.

Realmente
me sentía una mezcla de Mago Merlín, Nostradamus, Horangel…, pero
en realidad era un periodista accidentalmente especializado en una de tantas mancias adivinatorias, verdaderas
chantadas
que en la actualidad dejan
notables dividendos no controlados por la A.F.I.P.

En
mi labor de pseudo agorero siempre busqué no emitir datos que pudieran afectar
moral y anímicamente a la gente.

Procuré ver el futuro de
manera halagüeña, sin emitir opiniones o consejos, a los que son muy propensos
los horoscoperos contemporáneos, como la señorita Lily Süllos,
quien tiene la maniática propensión a formular comentarios que
colisionan con lo sensato y lo prudente
. E

n una ocasión se despachó
con un cruel desatino que provocó chanzas en la contratapa del
suplemento "ESPECTACULOS" de "CLARIN",
y una nota mía que se publicó en “ENPLENITUD.COM”
con el título “La
Sabiduría está Bajo las Arrugas”.

Por eso
con todo respeto y apelando a una recordada humorada de Alberto Olmedo,
al que ningún adivino le advirtió que se iba a matar de manera absurda -,
¿Horóscopos
a mí? ¡De acá!

Solo me atrevo a
decir que me inclino por la Psicohistoria, una ciencia cuyo
padre es Isaac Azimov, y que se puede definir como “ramas de
las matemáticas, la sociología, la psicología y la historia que permiten
analizar y estudiar los conglomerados humanos ante determinados estímulos económicos,
políticos y sociales”.

Azimov sostenía que con absoluta seriedad es factible, mediante
complicados cálculos estadísticos, determinar las crisis del desarrollo de un
país. Claro, hay excepciones a la regla: la Argentina. ¡Ni Dios conoce su
futuro!  

Atentamente,

Juan Isidro González

 EPILOGO:
Decía La Fontaine: “Nunca en el mundo han faltado los charlatanes. Esa
ciencia, en todo tiempo y lugar, es
fecunda
en
profesores”.