Orden y
ecuanimidad
Una
sociedad organizada de forma autoritaria necesita
de una obediencia vertical inobjetable y fielmente seguida.
El jefe es el jefe
y nadie puede contradecirlo de ninguna forma, so pena de sufrir el castigo que
el jefe mismo considera adecuado dependiendo de la situación.
La obediencia es
incuestionable y la falta de la misma impensable.
En una relación de este tipo, los chicos son
simplemente obedientes seguidores de la figura del jefe representada por los
padres.
Las reglas deben ser seguidas, entonces, sin excepciones, y sin un
cuestionamiento a la lógica de las mismas. No hay ningún tipo de ecuanimidad u
horizontalidad en esta relación. Las ordenes bajan por el escalafón y deben ser
tomadas y obedecidas.
Aun cuando es cierto que los niños se están formando
y no tienen ni el conocimiento ni la experiencia de sus progenitores, siguen
siendo nuestros iguales sociales y tienen derechos como tales, derechos que no
deben ser pisoteados.
Derecho al honor, la dignidad, la salud, protección e
integración social.
Los chicos se rebelan frente a las actitudes
autoritarias desde que son muy pequeños. Las primeras conductas de rebelión de
este tipo se pueden ver desde aproximadamente los dos años de edad, cuando
empiezan los caprichos, las pataletas y las pequeñas, pero marcadas, luchas por
el poder.
Estas deberían ser señales que demuestran que estamos usando demasiada
disciplina, fuerza y manipulación en nuestros esfuerzos educadores.
Desdichadamente, estas señales suelen ser malinterpretadas por los adultos,
entendiéndose que, al aumentar la rebelión y los problemas, la solución pasa
simplemente por aumentar los esfuerzos represivos y las actitudes autoritarias,
los gritos, agresiones y retos; buscando a través de esta errada vía la forma
de conseguir más poder y más control sobre los niños.
Por otro lado, los niños son criaturas naturalmente
espontáneas, con actitudes y ocurrencias nacidas en el momento y olvidadas
luego, no planificadas.
Necesitan disciplina, lo cual significa que necesitan
desarrollar responsabilidades, auto-control y mantener un orden establecido;
pero no necesitan gritos, ataques, culpas, vergüenza, golpes, etc.
El orden es
una parte importante y necesaria de la libertad y la ecuanimidad que necesitan.
La mejor forma de enseñarles a tener auto-control y a comportarse de forma
“correcta” es modelarnos nosotros mismo siguiendo parámetros aceptables,
manteniendo alrededor de ellos un ambiente en el que se puedan desarrollar como
queremos, a través del ejemplo dado por la buena conducta, la no agresión y la
falta de autoritarismo.
El orden da una sensación de tranquilidad, seguridad
y pertenencia, no a través de una inserción agresiva, sino pacífica,
lo cual ayudará con el tiempo a reducir y eliminar las pataletas y las luchas
por el poder, sin necesidad de violencia física y mental.
Información: un no nada
más no basta
La falta de información cuando se recibe una orden
genera (y no solo en los chicos) una resistencia inmediata y espontánea.
En
esta situación, el uso de un comando simple y coercitivo como ¡No! es
nuestro peor enemigo, ya que lo único que generará en el niño es resistencia y
no una necesidad de obediencia.
Es
más simple para ellos (y para conseguir una
respuesta positiva) escuchar cómo hacer algo correctamente en vez de escuchar
que lo están haciendo mal.
La mayor parte de las veces, al conseguir información
sobre lo que están haciendo y los motivos detrás de lo que deben hacer, los
chicos reaccionarán en la forma esperada y obedecerán las reglas sociales
establecidas sin demasiado problema o resistencia.
La información dada y
nuestro lenguaje juegan un papel fundamental en la formación de los pensamientos
del chico.
El no es totalmente negativo, e implica que se esta
haciendo algo mal, más que de forma incorrecta. Además, es usado para negar,
rechazar, resistir y demostrar desacuerdo.
No es un
término que genere una
posibilidad de discutir, o de polemizar. Ni siquiera de generar un debate sobre
lo negado.
No es flexible ni se compromete con la situación o los motivos.
Simplemente niega.
Es un termino que controla y niega, de forma nociva para el
chico, por causa de esta falta de posibilidades de discusión.
Lo
interesante, y sano, para la formación del niño es, antes de decir simplemente
no, cuestionarse que es lo que está mal de lo que está haciendo y luego
formular la negativa junto con la explicación que permita razonar lo que se está diciendo,
amén de especificar qué parte del comportamiento es el que se
desea que se detenga o cambie.
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