“Los adultos deben hablar con el pequeño la primera vez que vean que comienza a
gritar para expresar su enojo y hacerle entender que con esa conducta
no logrará
absolutamente nada.
Hay que convencerse de esto, llenarse de tolerancia para resistir ya que los
niños si algo tienen es poder de insistencia, pero no hay que dar el brazo a
torcer”, comenta la psicopedagoga argentina Juliana Arcos.
Causas de rabietas en niños pequeños:
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Hambre
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Frustración por no poder armar un juguete o juego
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Cansancio
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Malestar físico
Recomendaciones para los padres:
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A partir de los tres años de edad, los niños son capaces de entender. “Lo
primero que hay que lograr es entender que el enojo
es normal y mucho más en los
hijos pequeños.
Los padres tienen que lograr que el niño le explique con palabras porqué está
irritado o de mal humor y enseñarle que hay maneras de manifestar esos
sentimientos y es con palabras y no con pataletas”, comenta la
psicopedagoga.
·
Hay rasgos del carácter que se heredan. “Contar hasta diez antes de
reaccionar es un ejercicio que también es válido tanto para los adultos como a
los hijos.
Tampoco hay que olvidar que los hijos actúan según lo que ven. Hay que cuidar
las formas y predicar con el ejemplo”, argumenta la profesional.
·
Hay que tratar de evitar las circunstancias que hacen que el niño se enoje.
“Si no se pueden evitar, acompañarlo y explicarle antes de que se desencadene el
suceso y demostrarle que hay otro manera de enfrentar las situaciones”,
argumenta la especialista.
Cuándo hay que tomar medidas más drásticas:
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Si el niño se pone violento y agresivo una buena sugerencia es la de aislarlo
del problema que ha provocado esa conducta para que pueda reflexionar acerca de
lo que ha hecho.
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Si el pequeño se pone a rabiar en un lugar público.
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Si golpea a miembros de la familia y extraños cuando está bajo los efectos del
enojo
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Si se autolesiona o rompe objetos.
Todos los niños tienen rabietas, pero lo importante es poder controlarlas y
explicarles por qué está mal reaccionar de esa manera.
“Mientras los padres tengan claro cuáles son los límites que no deben
sobrepasar, la situación estará controlada. Si se deja que el menor avance con
sus frustraciones y procesos de ansiedad, cada vez serán peor y más complicado
controlarlos.
En caso de que los episodios se tornen peligrosos habrá que consultar con un
terapeuta que pueda ayudar a la familia”, finaliza diciendo Arcos.
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