Cómo convivir con los familiares políticos en la misma casa

Consejos para no morir en el intento de convivir bajo el mismo techo con tu familia política


Ya
resulta complejo vivir con uno mismo y con la pareja. Si se le agrega la fresa
al postre de tener que vivir con un familiar político la vida cotidiana puede
resultar verdaderamente estresante.

Más allá del mito popular que asegura que la
suegra o las cuñadas
rompen el hechizo de cualquier matrimonio cuando intentan
meterse en vidas privadas, hay ciertos casos que son reales y a menudo las
relaciones se tornan complejas hasta terminar siendo caóticas.

Hay
situaciones y situaciones. No se puede meter a todas las suegras, nueras o
cuñadas en una misma bolsa. Hay quienes tienen que convivir todos juntos por una
necesidad económica o por razones de salud.

Lo único que se debe tener para que
la convivencia no se dañe es buena voluntad, dejar los resentimientos y los
sentimientos negativos porque si no, todo resultará peor”
, sostiene la
socióloga argentina Alma Gutiérrez.

Cuáles
son los inconvenientes habituales:

· Comparaciones: es bastante frecuente
el caso del familiar político que se la pasa comparando a la pareja del
hijo/hija con una anterior. También es habitual que la nuera quiera que su
suegra se comporte como una madre, lo cual nunca será posible.

· Celos: de ambas partes. La
competencia por ver a quien quiere más la pareja o qué atenciones le brinda a
una u a otra es inútil.

· Las mujeres sienten mucho más en
carne viva las desavenencias que los hombres. Para ellas es causa hasta de
divorcio el tener que tolerar a un familiar político (y más si es mujer) que no
se desea.

Consejos
básicos y útiles:

·
Aunque quede brusco, dejar muy en claro desde el comienzo qué lugar y qué tareas
hará cada uno en la casa. “Muchas suegras se creen que cuando van de visita a la
casa de su hijo tienen que ser atendidas como reinas.

Ni me quiero imaginar cómo
son esta clase de mujeres si viven las 24hs con él. Hay que establecer límites y
que cada uno respete los espacios del otro”, comenta la profesional.

·
Compartir las actividades domésticas es otra de las claves para que la relación
funcione correctamente. Elaborar una lista en la cual se apunte lo que cada uno
hará para que en el hogar reine el orden y la organización.

· La
comunicación es vital. “Es muy habitual encontrar situaciones en las que
suegra y nuera o cuñadas no se dicen las cosas a la cara y van con el cuento al
hermano o hijo.

Es una de las peores maneras de querer arreglar algo ya que lo
único que se logra con esta actitud es conservar en lo más profundo de cada una
los celos, el resentimiento y el odio. Por más que duela o cueste, hay que decir
las cosas a la cara y enfrentarlas
”, aconseja la especialista.

·
Establecer espacios privados. “Hay muchas parejas que viven incómodas con
familiares políticos. Se sienten incómodas y no sienten libertad en su propia
casa.

Las personas a las que les gusta la soledad o el hacer determinadas cosas
sin que el otro esté siempre ahí presente lo padecen mucho y la pasan muy mal.

Una idea para que no sufran la presencia constante del otro al que no han
elegido para convivir es la de pautar ambientes privados. Tener un propio sitio
para leer o ver televisión o lo que sea, sin que el otro tenga que invadir ese
momento
”, opina Gutiérrez.

· Para
los casos extremos cuando la convivencia se hace hasta peligrosa, lo mejor es
hablar con la pareja para tomar una decisión.

“Nadie tiene por qué sufrir el
resto de la vida ni estar con una persona a la que no se la aguanta. Aunque es
lamentable, las relaciones humanas son complejas y no podemos caerle bien a todo
el mundo ni hacer que todos nos quieran.

Encontrar la manera de poder solucionar
la situación. Hallar otra vivienda para el familiar o ver otras alternativas que
puedan hacer de la vida algo más agradable.

· Al
hablar del tema con el marido o esposa no hay que insultar al familiar hospedado
bajo ningún concepto.

· Si
el familiar político le hace realmente la vida imposible no hay que devolver
nunca la respuesta con la misma actitud. La paciencia y la inteligencia son dos
virtudes que hay que conservar cuando el otro desciende el nivel de educación.


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