Todo padre desea educar a sus hijos para que tengan éxito en la vida. Sin
embargo, esto no siempre es una tarea fácil, ya que una educación para el éxito
requiere de muchos ingredientes, los cuales no siempre parecen estar a nuestro
alcance.
Definamos lo que entendemos bajo la palabra "éxito" al pensar en nuestros hijos.
Más allá del éxito profesional y financiero, queremos que nuestros hijos sean
felices y plenos; que sepan relacionarse bien con Dios, consigo mismo y con los
demás.
Además es importante que sepan relacionarse bien con los bienes
materiales y que tengan un impacto positivo sobre su comunidad.
En resumen, queremos que tengan éxito tanto en el ámbito financiero como en el
ámbito espiritual y social.
Para eso es necesario entregarles una educación que no solo les permite
sobresalir en lo académico, sino que además los inspirará a desarrollarse como
persona en todas las demás áreas de la vida.
Es necesario que aprendan a tomar
acción para que sean personas proactivas que asumen un rol de liderazgo en su
comunidad.
También es importante que sean osados y que no titubeen en el momento
de presentarse una oportunidad para emprender, ya sea en el ámbito financiero,
espiritual o social.
¿Cómo podemos nosotros como padres fomentar sus habilidades emprendedoras y de
liderazgo?
No basta con entregarles solo una buena educación académica
Por un lado está la educación formal. Sin duda es importante que todo niño
adquiera conocimientos y habilidades académicas para seguir desarrollándose.
No
se puede discutir el hecho de que una educación académica acabada es necesaria
para que tengan éxito en la vida.
Sin embargo, es importante recalcar que ésta opción raras veces fomenta una
habilidad emprendedora y de liderazgo.
Debido a su diseño y su metodología, la
educación académica entrega conocimientos y habilidades necesarias para la vida,
pero limita el desarrollo de la creatividad y de las cualidades individuales de
cada alumno.
Además provee un ambiente artificial que no le permite al alumno
desenvolverse en el mundo real para aplicar los conocimientos obtenidos.
Además, la metodología de la educación formal casi siempre es frontal, es decir
el profesor dicta la materia y los alumnos aprenden a seguir sus instrucciones.
El resultado es un ambiente de aprendizaje en el cual se ejerce presión sobre el
alumno. Esto crea varias actitudes que van en desmedro del desarrollo de una
mentalidad emprendedora y de liderazgo. Las lecciones poderosas de la presión
son:
Ø
Si hago lo mínimo requerido, voy a estar bien.
Ø
Aprender significa hacer lo que la figura de autoridad exige
Ø
El aprendizaje es aburrido y poco atractivo
Ø
La entretención es cuando no tienes que aprender
Ø
Para ser un buen estudiante tengo que estudiar los intereses de otra persona
Ø
Si no estoy obligado a aprender, prefiero entretenerme
Ø
Mis intereses no son importantes, los tengo que perseguir en mi
tiempo libre.
Ø
Ninguna actividad de aprendizaje es lo suficientemente importante para
profundizarla, ya que la lección de la campana es: ¡guarden los cuadernos, ahora
toca estudiar otra materia!
(Van de Mille, Oliver: "A Thomas Jefferson Education".
George Wyeth College Press, EEUU, 2006. p. 42-43)
Ésta actitud pasiva no es la actitud de un líder ni de un emprendedor.
Por ende, es importante que los padres crean las instancias para contrapesar
estos efectos negativos de la educación tradicional sobre la actitud de sus
hijos.
Pueden complementar la educación académica de sus hijos con los elementos
necesarios para desarrollar sus habilidades emprendedoras y de liderazgo.
Siguiente: Cómo fomentar una mentalidad de liderazgo en tus hijos.
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