En el momento
de la
emancipación, se da un cambio que muchos padres sienten: se termina un rol.
El rol de cocinar para ellos, de jugar con ellos todos los días, de despertarlos
y recibirlos…algunas cosas cambian.
¿Como tomarlo?
El hecho de
extrañarlos y querer verlos más seguido es tan inevitable como normal. Pero eso
no quita que la separación sea un proceso natural del
crecimiento y maduración,
producto de la buena educación que los padres les brindaron a sus hijos, y que
se deba tomar con paciencia y naturalidad.
Es tiempo de
que los padres se dediquen más a ellos mismos, salgan, trabajen, compartan más
tiempo con los amigos, se preocupen por su estética en mayor medida, etc.
El tiempo
dedicado con pasión a los hijos durante años, puede transformarse ahora en
diversión, entretenimiento, dedicación a si mismo. Han pasado años de crianza,
incluyendo serias crisis y grandes momentos de felicidad, tomar esta nueva etapa
como un “premio” al esfuerzo realizado, no es una mala idea.
Y aun cuando
sus hijos los necesiten, actuarán como si no los quisieran ¿por qué no dedican
mejor el tiempo a disfrutar el resto de sus vidas? Deje atrás algunas de las
preocupaciones que tenia cuando eran chicos y admita que ellos ya han crecido.
Pregúntese a
si mismo como quisiera estar a los 85 años, respecto de su vida personal, sus
amigos, sus hobbies, sus pasiones, trabajo, etc. como disparador del
convencimiento para comenzar a disfrutar un poco más.
No sacrifique
sus sueños y metas. Impóngase objetivos y sepa lo que quiere lograr. Continúe
con proyectos interrumpidos de su vida que no pudo concretar por una u otra
razón.
Identifique
las razones por las cuales usted no puede lograr avanzar en sus proyectos, que
lo hacen decir “no” cuando quiere decir “sí” y viceversa.
Sea paciente y
persistente. Por lo menos, tomará 30 días obtener un cambio en la conducta y
hacerla un hábito, y como mínimo seis meses, para que un hábito empiece a
volverse una parte de su personalidad….pero vale la pena.