Los adolescentes que no tienen buenos modales dificultan las buenas relaciones y
distorsionan el
vínculo familiar. “Si no tienen los hábitos adecuados la
responsabilidad es en primera instancia de los padres que no han sabido
educarlos correctamente desde pequeños.
Muchos adultos creen que hay que ser
amigos de los hijos, pero en mi opinión y según lo que marca mi experiencia es
que es una grave equivocación pensar de esta manera. Los padres deben ser padres
de los hijos.
Se puede creer que es más fácil controlarlos si se mantiene una
postura de amiguismo, pero a la larga es la peor de las decisiones y que
perjudicará seriamente a ambas partes”, comenta la psicopedagoga argentina
Roxana Prieto.
Errores más frecuentes que predisponen al maltrato verbal:
La demasiada libertad hace que los niños desde temprana edad tomen decisiones
por su cuenta sin contar con el apoyo de los adultos. “Una vez que han
paladeado el sabor de la autonomía, no se dejan manejar y tampoco permiten
opiniones diferentes a las de ellos.
Esto genera que estos jóvenes tengan muy
poca paciencia y no toleren las preguntas ni los comentarios de los padres,
creando un ambiente de confusión e irritabilidad constante”, analiza la
profesional.
El consentirlos demasiado provoca que los adolescentes pierdan la perspectiva
real del sacrificio y los coloca en un sitio de liderazgo que no es indicado.
“Muchos jóvenes viven bajo los efectos del síndrome del emperador que es cuando
se ponen en una postura dictadora y los roles se alteran por completo”,
comenta la especialista.
Recomendaciones para tratar a los jóvenes maleducados
Educar desde una visión positiva en donde exista el afecto, la comunicación y el
reconocimiento. “Los padres deben dejar en claro que ellos son la autoridad
en el buen sentido de la palabra y que hay valores que deben ser respetados.
Si
estos aspectos se logran con éxito, el resto será más fácil de ejecutar”,
opina la experta.
Enseñar con el ejemplo. “Por más jóvenes que sean los padres, deben ser
capaces de poder transmitir enseñanzas y el hacerse respetar es una condición
que no se puede negociar con los hijos.
Esto no quiere decir que haya que estar
todo el tiempo regañándoles, sino que hay que tener el valor de poder ubicarlos
en su sitio cuando sea necesario aunque se juegue el papel del malo de la
película.
En definitiva, todo padre quiere lo mejor para su hijos y hay que
ayudarlos a crecer adecuadamente”, argumenta Prieto.
Las malas contestaciones no deben dejarse pasar. “Muchos padres prefieren
hacer oídos sordos, sobre todo si el maltrato se lleva a cabo mientras hay gente
externa a la familia.
Siempre es necesario poder frenar una situación de mala
educación antes de que sea tarde”, continúa diciendo la psicóloga.
Si la rebeldía es muy extrema y no hay modo de poder controlar al adolescente,
es necesario poder realizar una consulta con un profesional “que esté
capacitado para poder ayudar a todo el grupo familiar”, finaliza opinando
Prieto.
