Vivimos en un siglo donde los
vicios entre los adolescentes proliferan muy rápidamente y por lo general sus
entes queridos se encuentran como si tuvieran las manos y los pies atados, sin
saber qué hacer.
Últimamente los
tele
noticiarios y los periódicos nos muestran la violencia en las
calles, en las escuelas, en las discotecas y en muchos otros sitios donde los
adolescentes buscan la diversión y nos damos cuenta que también hay violencia en
muchos hogares.
Todos dicen que el gobierno puede arreglar todo eso, sí que pueden hacer muchos
cambios pero creo que el cambio más grande debe venir de la familia.
Solamente una familia
estructurada puede ayudar a sus hijos, manteniendo siempre un diálogo abierto,
mostrándoles el camino a seguir, diciéndoles lo mucho que son amados.
Tal vez éste sea el camino más
corto para enfrentar la compañía de terceros que llevan los jóvenes al uso de
las drogas, las bebidas alcohólicas y al sexo sin límites.
Sabemos que la mayoría de las
veces estos chicos no encuentran el amor en sus propias casas y se sienten
confusos, no saben adonde ir ni lo que hacer.
No podemos simplemente
prohibirles sino imponerles los límites necesarios para que entiendan que la
vida no es maravillosa como les parece y que si no aceptan un NO de sus papás,
la vida tratará de negarles todo.
Deseemos que los padres
comprendan que la sinceridad, la ternura, la complicidad y el compartir hagan
parte de sus vidas al diario.
Sin embargo, hay pautas que
pueden orientar y que se basan en características generales de los chicos, según
su edad, que cada papá y mamá tendrá que aceptar a su hijo y a los valores y
principios familiares
Lo ideal es que los hijos sean
seguros y que tengan una confianza relativa a los demás, pero nunca ciega.
Que carguemos esa bandera muy
preciosa en la vida de todos y que se llama FAMILIA.
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