Muchos padres presuponen que desde
el nacimiento, los niños le temen a la oscuridad. Por esta razón colocan
desde sus primeros días de vida, alguna luz tenue mientras duermen.
Si hacemos esto, lo único que
lograremos será acostumbrar al niño a dormir así y generarle un miedo
nosotros, ya que el día que encuentre las luces apagadas, probablemente
llore y se asuste.
Con el correr de los días de vida,
el bebe pasa por un periodo de adaptación del cuerpo, ya que todos nacemos
con desconocimiento de diferencia entre el día y la noche.
Al final del primer mes, recién
comienza a prolongarse su sueño nocturno, y comienza a dormir menos durante
el día. En ese momento, su reloj biológico comienza a adaptarse a la luz y
la oscuridad. Por esta razón, siempre es recomendable que comience a dormir
sin luz desde un principio.
Con la oscuridad, nuestro organismo segrega melatonina, hormona que ayuda a
regular el ritmo de vigilia y sueño. Esta hormona es necesaria para que el
bebe consiga un sueño reparador. Cuanto mayor es la luminosidad del cuarto,
menos es la producción de melatonina, y mayor la probabilidad de que el
menor sufra alteración del cuerpo.