Entiende el estilo de tu hijo adolescente

Los aros, tatuajes, piercings, y el pelo de color son, simplemente, algunas de las formas que tu hijo adolescente tiene de expresar la búsqueda de su propio ser. Aprende a aceptarlos

Habían comenzado una animada conversación, riendo a menudo, y claramente disfrutando de la compañía mutua. Comenzaron una absurda pelea de mondadientes por un cuarto de huevo duro.  

Una madre y su hijo comían opíparamente, a mitad de la semana, en un restaurante de comida china en el novedoso barrio de Palermo Soho, en la Ciudad de Buenos Aires. Parecía como si el muchacho hubiese venido directamente de un partido de fútbol, con sus pantalones cortos y su camiseta deportiva llenos de verdín, y sus botines gastados de tanto uso. 

No obstante, el dúo atraía la atención de los fisgones y las miradas de los más discretos a raíz del cabello del adolescente. Era azul. Un azul claro, tipo cielo. Y no había mucha cantidad. Su cabeza estaba afeitada, a excepción de cuatro filas de dos centímetros de ancho que comenzaban en la frente y terminaban en la nuca. 

Lo cierto es que el restaurante no estaba en su esplendor esa noche, pero eso no parecía molestar a esta madre y a su hijo de pelo azulado. Estaban pasando un buen momento juntos. 

Otra familia (padre, madre e hijo), caminaba por la galería de productos agrícolas de un importante supermercado. El hijo se encargaba de llevar el carro de compras y todos se mantenían caminando cerca.

Bromeaban sobre mudarse una ciudad agraria en la que se pudieran evitar los altos costos de las frutas y vegetales de invierno importados. Había una soltura y una comodidad en el ritmo y el tono de su conversación.  

También estaban pasando un buen momento juntos. No obstante, había algo alarmante que distinguía al joven muchacho: él tenía tantos piercings faciales que podría participar del libro de los records. 

Incluso, clientes de las secciones de embutidos y lácteos se acercaban, disimuladamente, en un intento por contar el número de perforaciones. Sejas, mejillas, nariz, labio superior y labio inferior, orejas… y, seguramente, la lengua también. 10 piercings faciales, 18 si se contaban los de las orejas… y 19 si existía el de la lengua.        

La rebeldía adolescente 

Los tiempos pueden cambiar, pero los pasajes de la vida difícilmente cambien. Quienes tuvieron su adolescencia o años de secundaria, por ejemplo, durante la década del 60, recordarán lo que es usar el pelo largo y cortárselo recién para la época del ingreso a la universidad, o para cuando alguna madre desesperada estuviera por tener un ataque cardíaco.  

El pelo azul, los piercings y los tatuajes no estaban de moda cuando eras adolescente. En ese entonces, no había ningún signo de rebelión más claro que el pelo largo. Seguramente, tus padres te hayan hecho saber que no les gustaba en absoluto.  

Sin embargo, eso no impedía que fuesen a restaurantes o de compras los tres juntos, sin importar cómo lucieras. De hecho, ustedes, seguramente, lucían tan a gusto como la madre con su hijo de pelo azul y los padres con su hijo de múltiples perforaciones. 

Esos dos adolescentes, lo mismo que tú, tenían padres que nunca dejaron que una cuestión de aspecto disminuyera el sentimiento de amor y de compañía, constante e incondicional, que sentían por sus “niños”. Tus padres siempre supieron lo que realmente importaba. Por lo tanto, tú también lo sabes.    

Cuando aceptar la propia expresión resulta complicado 

Expresar independencia a través de las ropas, el pelo, y los accesorios es una parte importante del proceso de maduración adolescente. Puede llevar varios años el proceso de experimentación y auto-investigación para que un adolescente forme la idea de quién es. Durante este proceso, es esencial que los padres brinden su apoyo. 

Por lo tanto, ¿esto significa que si tienes problemas en aceptar el nuevo look de tu hijo adolescente deberías mirar para otro lado? ¿Si escondes tu angustia ante el retrato de tu hija sonriendo para la posteridad con el pelo fucsia, eres un mal padre? ¡Claro que no!  

De hecho, detrás de cada uno de los felices escenarios descriptos anteriormente, hubo, con seguridad, alguna fricción antes de que padres e hijos pudieran mirarse a los ojos o llamar a una tregua. Mientras que para los adolescentes exhibir los aspectos de su personalidad es un rito de tránsito, los padres, a menudo, atraviesan un “rito de tránsito” en el que añoran al hijo que tenían. 

Los conflictos y las pérdidas aparentes de cercanía durante estos años pueden ser desgarradores, tanto para padres como para hijos. Enfréntalo, no es fácil vera tu bebé presentándose al mundo en una forma que crees no es la mejor.  

Para peor de males, en la actualidad, no se trata sólo de un asunto de apariencia temporario. Los tatuajes son, básicamente, permanentes, y los piercings pueden terminar en cicatrices que lleven a infecciones. Por lo tanto, ¿cómo manejar los sentimientos de temor y desilusión de modo que no aplastes la autoestima y la independencia naciente de tus chicos?      

Éstas son algunas sugerencias: 

  • Sé paciente y ten fe. Aunque resulte difícil de creer, los padres tienen bastante influencia sobre sus hijos. Después de tener algo de tiempo y espacio para crecer y explorar, los adolescentes suelen reestablecer el vínculo cercano con sus padres. 
     
  • No lo tomes como algo personal. Ellos no lo hacen para lastimarte. Ésta es una parte importante de su propia exploración. Sólo se trata de ellos. 
     
  • Deja que aprendan sus propias lecciones. En general, un descubrimiento tiene más impacto cuando alguien lo realiza por sus propios medios que cuando es ayudado a lograrlo (aunque pueda tomar más tiempo). 
     
  • Elije tus batallas. ¿Vale la pena iniciar una guerra por cada punto en que no estén de acuerdo? 
     
  • El apoyo es muy valioso. Tus hijos no esperan que los apruebes cuando se visten de manera extravagante. Sorpréndelos con un cambio. No es necesario que apruebes con entusiasmo el look, pero puedes admirar el espíritu detrás de él. Los chicos no olvidan estas acciones. 
     
  • Busca lo mejor. Incluso si odias el corte de pelo o las ropas de tu hija, mantén la boca cerrada y busca los aspectos que sí te gustan. Halágala a diario. Esto fortalecerá su autoestima y, tal vez, acelere la travesía de su propio descubrimiento. 
     
  • No olvides el pasado. Cuando los piercings, tatuajes y dreadlocks de tu hijo estén por enloquecerte, cierra tus ojos e imagina las formas de auto-expresión, dentro de una generación, que harán que éstas parezcan cosas de niños. Y lo mejor de todo: para esa altura, tus hijos serán padres.

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