Desde muy pequeños los hijos pueden mantener un hábito de desinterés con
respecto al trabajo, al compromiso y a las obligaciones en general.
“Mucho de esta actitud se asocia a la falta de educación de los padres desde
que los hijos son muy niños.
Aunque siempre existen excepciones, si desde pequeño se observa cómo trabajan
los padres, la importancia que se le da al empleo, el sacrificio que se debe
hacer para llevar una vida sin pasar necesidades es muy difícil que ya de
adultos, no sigan este modelo que se ha ido absorbiendo con el paso de los años
en la casa de los padres”, sostiene la psicopedagoga española Rosario Valdez
Campillo.
Sin dudas, el mayor error que pueden cometer los padres es la
permisividad con
la que educan a los hijos.
“La falta de límites, el estar constantemente satisfaciendo las necesidades
ante el primer pedido, el no dejarlos afrontar por sí mismos los problemas que
van surgiendo son las consecuencias que se generan y de las que tanto se quejan
los padres.
No se dan cuenta que han creado los modelos de hijos que han querido. Ser
buen padre no es eternizar una relación de dependencia sino, aunque cueste, en
determinado momento, hacer el esfuerzo de abrirles los ojos y en muchos casos
esto se hace comenzando a negarles cosas para ver de qué realmente son capaces
los niños.
Si no lo vamos haciendo de modo gradual y siempre en relación a la edad de
los hijos, inevitablemente vamos a llegar a una etapa en la que será imposible
torcer el rumbo que se ha ido siguiendo.
Tendremos en casa a hijos adultos que no hacen nada, que no valoran nada y
que tratan a los padres como expendedoras de dinero, pero lamentablemente y
aunque cueste asumirlo, la historia hubiera sido muy diferente si los adultos
hubieran cambiado de actitud y hubieran sabido revertir el comportamiento a
tiempo”, describe la especialista.
Cómo ayudar a que los hijos tomen consciencia de la importancia de trabajar
1.- “Hablar con ellos tranquilamente sin nervios ni ansiedad. Como adultos
que son ambas partes, lo mejor es poder mantener un dialogo en donde se expresen
claramente cuáles son las responsabilidades que hay que comenzar a afrontar.
Los padres deben entender que cuanto más posterguen esta charla, más les
costará a los jóvenes ser independientes y tener un hábito de trabajo.
Deben también comprender que hacer que sean responsables es por el bien de
los hijos. ¿Qué pasaría si los padres no estuvieran? Ellos deberían poder
responder con
autonomía.
Hay que pensar muy bien las cosas y actuar de manera responsable con los
hijos por más que haya situaciones que requieran de una actitud firme. Es mejor
tomarla cuando se está a tiempo y dejará una lección que en un futuro los hijos
agradecerán”, determina la profesional.
2.- Encargarle a los hijos trabajos familiares. “Lo que está claro es que no
se puede seguir alimentando la apatía del joven.
Si no se han podido establecer límites de pequeño, habrá que implementarlos
ya de adulto, sobre todo si siguen viviendo con la familia y dependen
económicamente de ella.
Los hijos deben entender que la familia para que funcione necesita que todos
sus miembros colaboren y aporten algo.
Más allá de las obligaciones personales de cada uno: levantarse, ducharse,
ordenar la cama y la habitación, deben responsabilizarse de otras tareas como ir
a hacer la compra o recoger a los hermanos menores al colegio o ayudarlos con la
tarea.
En esta sociedad no hay tiempo para dedicarse a no hacer nada y de a poco
irán asimilando que hay que ayudar y colaborar. Así se maneja una sociedad y
deben comenzar a interpretarla y regirse por estos hábitos”, sostiene la
especialista.
3.- Los padres deben ser fuertes y resistirse a justificar las conductas en las
cuales los hijos se hacen las víctimas o tienen una actitud de tristeza para
escudarse en la falta de acción.
“No son pocos los jóvenes que siempre tienen excusa para todo e incluso saben
de qué modo ablandar a los padres ya sea mediante el llano o cualquier otra
estrategia de manipulación.
La mejor manera de educar a los hijos es haciéndoles ver las fallas y tener
también una actitud crítica con las propias equivocaciones. Tener carácter
cuando se debe es fundamental”, señala la psicopedagoga.
4.- Retirar la ayuda económica. “Sin con los ejemplos anteriores no se ha
podido lograr ninguna actitud positiva, delimitar el dinero que se les da a los
hijos es un buen modo para que en la práctica vean lo que sucede cuando no se
trabaja.
Aunque muchos progenitores no estarán de acuerdo con esta actitud, es la
manera más gráfica de exponer a quienes no quieren ver, cómo es la vida de una
persona que no trabaja ni hace nada durante las veinte cuatro horas”,
finaliza diciendo la profesional.
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