Hay que comenzar por entender que un
adolescente no es un niño, pero tampoco es un adulto, y esto nos confunde mucho.
Lo primero es que como padres, hay que
mantener la calma, no salirse de las casillas y comprender que tienes el control
sin permitir que el adolescente sienta que lo has perdido. Es un proceso que
comienza desde niños, pero a veces no notamos esa necesidad tan patente porque
tu hijo es tranquilo, pero de la noche a la mañana crece, y no entendemos que ha
ocurrido.
Para mantener el control mantén la
calma, no grites y no le des la posibilidad de dudar en que no sabes que hacer y
has perdido el control. Hay que tener cuidado en no provocar un autoritarismo.
Para eso establece normas de convivencia al entrar en la adolescencia.
Evitemos el resentimiento, porque genera
rebeldía. Debes escuchar a tus hijos y darle importancia desde pequeños.
El caso de padres separados puede ser
más complejo. Deben transmitir unidad en cuanto a las normas y ponerse de
acuerdo en cuanto a las normas.