La tolerancia social

No se discute aquí que la gente adulta tome o fume. Nuestra problemática es mucho más primaria. El tema es si la gente adulta como nosotros, consiente que tomen y fumen los que tienen 14. Ese es el problema.

El tema que quiero poner para reflexión de Uds. tiene que ver con un fenómeno que llamamos tolerancia. Es decir, hablamos de la adaptación que hace un organismo cuando entra de manera frecuente en contacto con un tóxico.  

Hablamos entonces de una tolerancia metabólica para referir al aumento en la  capacidad de eliminación de ese tóxico. Hablamos de una tolerancia tisular para referir al  acostumbramiento progresivo a los efectos.

Y ahora hablamos de otra tolerancia que es la social. Es decir de la indiferencia creciente que desarrolla una sociedad frente a prácticas de consumo que implican el  perjuicio de las personas.  

Si revisamos la historia reciente encontramos que a lo largo de estos últimos 15 años, el tema de la adicción se ha instaurado entre nosotros .

Lo ha hecho enmarcado dentro de  una galería de imágenes relacionadas con  transacciones ilegales,  con el uso intravenoso y con los rostros surcados por la desesperación y la angustia.

Esta ha sido la bandera que ha identificado el problema y ha sido llevada por muchos, desde los organismos oficiales hasta las propias agencias publicitarias.  

Y si bien estas imágenes son ciertas lo que también es verdad es que ellas son la punta de un iceberg que representa sólo lo que aparece del problema. H

ay una parte de ese témpano que está sumergida, que transcurre sin ser objeto de mensajes en los medios, programas masivos o  stickers . Una parte que no llama la atención porque está sumergida dentro de esto que llamamos la tolerancia social.

Y la tolerancia social somos nosotros. Nosotros con todo aquello que de alguna manera  aceptamos, resignadamente, porque pensamos que no se puede cambiar.

Veamos unos ejemplos 

En febrero se publicaron los datos del capítulo argentino correspondiente al estudio mundial de la  OMS y CDC sobre tabaco. El estudio se hizo sobre la población de 13 a 15 años. Un tercio de estos chicos eran fumadores regulares. Un diez por ciento de ellos tenían adicción al tabaco.  

Uno trata el tema tabaco y la gente se molesta. Pide que uno sea tolerante, después de todo una gran cantidad de adultos que son dependientes de la nicotina. Pero yo no hablo de nosotros, los adultos. Yo hablo de los chicos de 13 a 15 años.  Hablo de un hecho que no es producido por los jóvenes, aunque les pase a ellos.  

Hoy, a partir de la defensa del fumador pasivo y como consecuencia de las restricciones a los fumadores en los países desarrollados el mercado se vuelca a los países pobres.

Se puede hacer aquí lo que en otros lados esta prohibido.

Los adultos nos horrorizamos ante el cáncer de pulmón, pero sin embargo admitimos la invasión del tabaco en todos los ámbitos de los adolescentes. Les ponemos la camiseta con la marca, le pintamos el parador de la playa y le hacemos un guiño cuando fuma. 

Los resultados a nivel nacional sobre el uso de tabaco en los jóvenes es comparativamente el más alto de América. A nivel de Buenos Aires los resultados se encuentran entre los más altos de un conjunto de cuarenta ciudades del mundo. Solo son comparables con Moscú.  

Un dato más, la mitad de los chicos que tienen entre 13 y 15 años trato de dejar de fumar el año anterior a la encuesta pero no pudo lograrlo. Una buena pregunta que podemos hacernos es : ¿Adonde va a buscar ayuda un joven de 14 años que quiere dejar de fumar en un medio que no percibe un problema en esto?   

Una sociedad tolerante del fumar en chicos difícilmente se sienta obligada a crear instancias de ayuda en algo que no experimenta como una urgencia. 

Lo cierto es que nuestra realidad indica que antes de los quince años, uno de cada tres chicos fuma, uno de cada diez tiene síndrome de abstinencia. La tolerancia anula cualquier señal de alarma.
 

Otro caso. Las bebidas alcohólicas. La cerveza, por ejemplo, que también es una bebida alcohólica. Y aquí también, como el tabaco, es otro tema molesto. Esta dentro de lo que habitualmente se nos pide que seamos  tolerantes.

Lo cierto es que no se  discute aquí que la gente adulta tome o fume. Nuestra problemática en estos países es mucho más primaria. El tema es si la gente adulta como nosotros, consiente que tomen y fumen los que tienen 14. Ese es el problema.  

En la Argentina se vende aproximadamente mil millones de litros de cerveza anuales. Ese mercado como Uds. saben apunta muy especialmente al mercado adolescente. “Tiene poca graduación alcohólica “  sostiene la tolerancia social.

Es cierto, pero se vende mucho Hagamos un cálculo simple. Reduzcamos los litros de bebida a alcohol puro. Ahora comparemos. La cerveza pone en el mercado argentino, el doble de litros de alcohol absoluto que colocan todas las bebidas destiladas juntas.  

En 1993 un ejecutivo de marketing de una compañía cervecera indicaba en un reportaje hecho en un periódico local que el “piso al que apuntaban” estaba en los 14 años. En 1999 el estudio nacional que hicimos desde la Secretaría Nacional señalaba que en el último mes a la encuesta 800.000 chicos de 12 a 15 años había tomado una bebida alcohólica.

Entre la estrategia de mercado del 93 y los resultados del 99 uno siempre puede pensar que no es que la publicidad fue un éxito, el éxito fue la impunidad con la que se movieron para vender alcohol a los chicos.

Es parte también de la tolerancia social que alguien gane una fortuna vendiendo legalmente señuelos para que se consuma alcohol, y también es parte de la tolerancia social que se acepte que el médico de la guardia hospitalaria  que finalmente lo atienda del accidente lo haga con un salario patético desde un hospital sin recursos.

Es decir, la tolerancia opera aquí dando como normal que haya un modelo donde uno se lleva el dinero y el otro los heridos.

En la Argentina hay drogas ilícitas. Pero solo se las señala cuando escapan de los cercos donde sí se puede consumir. Cualquiera que haya trabajado en una zona marginal sabe que desde el límite exterior hacia adentro la venta prácticamente es a cielo abierto.

Pero también esto lo sabe cualquiera que pueda pasar la frontera que demarca el cerco  VIP de una discoteca o un pub exclusivo (donde con frecuencia la exclusividad protege particularmente esto). 

Hace unos años cuando hacíamos un estudio sobre este tipo de consumo en una zona balnearia muy costosa nos decían “pero los chicos no se drogan, es parte del verano, es una diversión, ninguno es un drogadicto..”.
Era cierto, ninguno de esos chicos era un adicto, eran consumidores. Ninguno era pálido, tenía profundas ojeras, ni su expresión denotaba desesperación o angustia, de una manera visible. Solo que a la noche lanzaban el coche de sus padres como bólidos en una carrera donde el desafío no era solo llegar primero sino hacerlo “fumados”. 
 

Es decir esto es parte de lo que está en el lado oculto del témpano. Un témpano en una sociedad donde la tolerancia termina solo cuando se llega al final . Y lo cierto es que esto  termina como una casa donde se ha dejado abierta la puerta de entrada pero se han puesto cerraduras a todas las ventanas.

Por Hugo Míguez
Investigador Independiente. Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Argentina)

Fuente: Programa de Promoción de la Salud y Prevención – ORT Argentina 

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