La
mayor parte de las amenazas que hacen los niños y los adolescentes no se llevan
a cabo. Muchas de dichas amenazas son la forma que tiene el niño de hablar para
hacerse el tosco, o fuerte, o para llamar la atención. Algunas veces estas
amenazas son una reacción a una ofensa, rechazo o ataque percibido.
¿Qué
amenazas hay que tomar en serio?
Ejemplos
de situaciones potencialmente peligrosas o de situaciones de emergencia con un
niño o adolescente incluyen:
- amenazas
o avisos de que van a hacerle daño o van a matar a alguien, - amenazas
o avisos de que se van a hacer daño o se van a matar,
- amenazas
de que se van a ir de la casa, y - amenazas
de que van a hacerle daño o van a destruir alguna propiedad.
Los
psiquiatras de niños y adolescentes y otros profesionales de la salud mental
están de acuerdo en que es muy difícil el poder predecir con completa certeza
el comportamiento futuro de un niño. El comportamiento pasado de una persona,
sin embargo, es todavía una de las mejores maneras de poder predecir el
comportamiento futuro.
Por ejemplo, un niño con un historial de comportamiento
violento o comportamiento agresivo es más probable que lleve a cabo sus
amenazas y que se comporte de manera violenta.
¿Cuándo
es mayor el riesgo asociado con las amenazas de los niños y los adolescentes?
La
presencia de uno o más de las siguientes situaciones aumenta el riesgo de un
comportamiento violento o peligroso:
- Las
amenazas de los niños: cuándo hay que tomarlas en serio?,
- comportamiento
violento o agresivo en el pasado (incluyendo arranques o arrebatos de cólera
incontrolables), - acceso
a revólveres u otras armas,
- llevar
un arma a la escuela, - haber
tratado de suicidarse o hacer amenazas de que se va a suicidar,
- historial
de comportamiento violento en la familia o de atentados de suicidio, - culpar
a otros y/o incapacidad para aceptar responsabilidad por sus propias
acciones,
- experiencia
reciente de humillación, vergüenza, pérdida o rechazo, - forzar
o intimidar a los pares o a niños menores,
- un
patrón de amenazas, - ser
víctima de abuso o negligencia (física, sexual o emocional),
- siendo
testigo de abuso o violencia en el hogar, - evidencia
de temas sobre la muerte o depresión en conversaciones, en expresiones
escritas, en la selección de sus lecturas o en trabajos de arte,
- preocupación
con temas y actos de violencia en los programas de televisión, cines o
teatros, música, revistas, tirillas cómicas, juegos de video y el
Internet, - enfermedades
mentales, tales como depresión, manía, psicosis, o desorden bipolar,
- uso
del alcohol o de las drogas ilícitas, - problemas
de disciplina en la escuela o en la comunidad (comportamiento delictivo),
- destrucción
de propiedad o vandalismo en el pasado, - crueldad
con los animales,
- incendio
premeditado, - relaciones
pobres con sus pares y/o aislamiento social,
- envolvimiento
con cultos o gangas, - poca
o ninguna supervisión o respaldo por parte de los padres u otros adultos
que se preocupan o cuidan de él.
¿Qué
se debe de hacer si los padres y otros adultos están inquietos o preocupados?
Cuando
un niño hace una amenaza seria no se debe de descartar como si estuviese
hablando en vano. Los padres, maestros y otros adultos deben hablar de inmediato
con el niño.
Si
se determina que está en peligro y el niño se niega a hablar, es
argumentativo, contesta a la defensiva, o continúa expresando pensamientos y
planes peligrosos, hay que hacer arreglos para una evaluación inmediata por un
profesional de la salud mental con experiencia en la evaluación de niños y
adolescentes.
La evaluación de cualquier amenaza seria ha de ser hecha en el
contexto del comportamiento pasado del niño individual, su personalidad y los
factores causantes de estrés en el presente.
En
una situación de emergencia, o si el niño o la familia se niegan a recibir
ayuda, puede que sea necesario hacer contacto con la policía local para
conseguir ayuda o llevar al niño a la sala de emergencias más cercana para que
sea evaluado.
Los
niños que han hecho amenazas serias tienen que ser supervisados con mucho
cuidado mientras esperan la intervención del profesional. La evaluación
inmediata y el tratamiento apropiado continuo de los jóvenes que hacen amenazas
serias pueden ayudar al niño en problemas y pueden disminuir el riesgo de una
tragedia.
Fuente:
American Academy of Child and Adolescent Psychiatry