La personificación de
los
enemigos adolescentes es inevitable. Muchas veces los padres, los
profesores, o personas de su entorno, ocupan el lugar de lo que los adolescentes
toman como opuesto, en lugar de quienes defienden conductas, estructuras, ideas,
valores, etc.
Los adolescentes
manifiestan ese desacuerdo, oposición, sublevación de distintas formas,
murmurando, gritando, reclamando, y en su comportamiento hostil traducido en
violencia física directa (hacia otras personas, las peleas son muy comunes
entre los jóvenes) o destruyendo objetos como símbolo de su bronca y
desencanto.
Sin embargo estas
actitudes rebeldes de los adolescentes pueden llegar a ser valiosas y positivas.
Lo único que debemos buscar es que la manera en que la manifiesten sea con un
ambiente de cordialidad y mucho tono humano.
Es muy importante
entonces, saber canalizar esta energía y aprovecharla para ayudar a que el
joven se convenza de que su actitud no debe estar establecida por la broca hacia
una idea, sino por una convicción propia.
Según algunas
publicaciones, existen cuatro tipos de rebeldías: la rebeldía regresiva
que nace del miedo a actuar y se traduce en una conducta de encogimiento, de
reclusión en sí mismo, en el que el adolescente adopta una postura de protesta
muda y pasiva contra todo.
Un segundo tipo de
rebeldía es la agresiva que, a diferencia de la anterior se expresa de
forma violenta. Es propia del débil, de quien no pudiendo soportar las
dificultades que se presentan en la vida diaria intenta aliviar su problema
haciendo sufrir a los demás.
Un tercer tipo de
rebeldía consiste en ir contra las normas de la sociedad, bien por egoísmo y
utilidad propia, bien por el simple placer de no observarlas. Es la rebeldía transgresiva.
Las tres formas
descritas son
rebeldías negativas que tienen su origen en la inseguridad e
inmadurez del adolescente. A diferencia de ellas, la rebeldía progresiva es
el signo del que sabe comprender la realidad, pero no soporta las consecuencias
de la injusticia, el que trata de mejorar las reglas y no transgredirlas.