Miedo a Crecer: de niños a jóvenes

Que el crecer no se transforme en un padecer, dependerá de que el joven pueda diferenciarse de lo que sus padres esperaban de él...

El miedo a crecer es universal. Lo desconocido y lo nuevo moviliza la angustia, al enfrentarse hacía un vacío.

En el transcurso de la niñez, el niño debe aprender a tolerar la frustración y comprender que ni los padres ni el mundo están a su servicio
.

Un trabajo de duelo lo espera en relación a lo que sus padres depositaron en él en conjunción con sus propios deseos, ideales y frustraciones, para de esta forma, poder encausar un deseo propio.

Dejar de ser el sueño de otro, por ejemplo: “La niña diez”, “Mi hijo el ganador” para poder tener un sueño con sello propio.

Como todo duelo, es un proceso y lleva su tiempo, no se resigna tan fácilmente el “paraíso infantil”.

Debe desprenderse de ese mundo infantil, donde vivía cómodo y placenteramente en una relación de dependencia, con sus necesidades básicas satisfechas y roles claramente establecidos,  siempre y cuando hablemos de núcleos familiares donde se establecen estos tipos de vínculos.

Es un tiempo donde aparece lo imprevisto, la sorpresa, los cambios corporales y ante esto los enigmas.

En la obra: “Alicia en el país de las maravillas” lo vemos ilustrado, Alicia, debe sortear algún obstáculo e interrogante a cada paso. Se muestra también la dificultad en adoptar una nueva imagen, apareciendo la incomodidad con el propio cuerpo.

Dichos cambios, muchas veces son vividos por los niños como algo externo frente a los cuales, toman la posición de espectador, impotentes frente a lo que ocurre en su organismo.

En los varones, se observa, de algún modo, que están orgullosos de ser cada día más altos y viriles, pero también al ser tan rápido el crecimiento, no pueden controlar su cuerpo y en circunstancias, son percibidos por los demás algo torpes y distraídos.

Al llegar a la pubertad, las modificaciones corporales son más evidentes en las niñas que en los niños; dos cuestiones que las preocupan: el nacimiento de los pechos y la primera menstruación.

Es un momento de espera y transición hacia la adultez y maduración sexual. Tiempo de aparición de los sueños y fantasías.

El joven comienza a pensar de manera abstracta, se aleja de lo concreto y cotidiano, conservando todavía el contenido mágico del mundo infantil; esta forma de pensamiento es utilizada para poder dominar lo nuevo y lo desconocido. Es una forma que le permite elaborar el duelo por el crecimiento.

Que el crecer no se transforme en un padecer, dependerá de que el joven pueda diferenciarse de lo que sus padres esperaban de él, tarea ardua y en cierto sentido paradojal ya que debe desasirse de los mandatos paternos, a su vez y al mismo tiempo, apropiarse de esos valores que provienen de los adultos significativos para él y de esta forma, poder insertarse en la sociedad como adulto.

Intento de síntesis entre los modelos de identificación que le ha ofrecido el núcleo familiar y el contexto social en conjunción con sus propios ideales.

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