Es posible que al hablar de
límites, tengamos una sensación con respecto al término, de un alto grado de
autoritarismo, pero esto, es una falacia, ya que los límites de los que
hablamos se basan fundamentalmente en el respeto al otro y son límites para
contener, nunca para coartar ni la libertad ni la creatividad.
El límite no es represión,
sino contención, es un límite para que no exista el desborde, estos límites se
fijan de manera de no afectar la autoestima y el respeto de los niños .
Es indudable, el papel fundamental del adulto en este punto, es él el encargado
de la educación del niño el que hará que estas reglas y límites sean con el
tiempo, la directriz rectora y regente de la vida del niño devenido joven o
algo tan extremo y externo a los intereses del mismo, que lo placentero sea
contraponerse a éstas , y lógicamente romper con ellas.
Será entonces el adulto
quien desde su rol, sea padre, madre o encargado de la tutela del menor, quien
podrá acompañar al niño mostrando el camino, guiando el caminar, pero nunca
caminando por él.
Tener reglas claras,
esclarece cualquier juego, y si todos las respetamos y conocemos podremos tener
las mismas oportunidades de jugar y ganar.
Es una importantísima tarea
del adulto, ya que es responsable de poner reglas justas para todos, que
respondan a intereses compartidos y que todos respeten, los niños podrán
protestar, quejarse y enojarse, pero valoran muchísimo la justicia y
seguramente cuando algo no les convenga harán un berrinche, pero valorarán
enormemente esa actitud justa y correcta del adulto, valor que por
identificación luego intentaran reproducir.
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