La llegada de un nuevo integrante a la familia, representa una conmoción para todos. Los abuelos no somos la excepción, y adaptarse a la nueva situación no siempre es sencillo...

Muchos
conflictos pueden surgir como consecuencia del nacimiento de un nieto, que además
de traer alegría puede ser muy demandante para el círculo familiar. Todos
queremos sentir que pertenecemos a algún lugar, ser tratados bien y recibir la
atención que nos merecemos. Por eso tanto los abuelos como los padres, los tíos
y los hermanos deben saber adaptarse a la llegada de un nuevo miembro de la
familia.


Como
abuelos, podemos sentir que nuestra posición en la familia se disminuye a
medida que ésta se amplía. Por más contentos que nos pongamos ante la llegada
de nuestros nietos al mundo, también es cierto que los momentos de hablar o
compartir cosas con nuestros propios hijos escasean cada vez más cuando ellos
mismos se convierten en padres. Ahora tienen responsabilidades muy importantes y
que les ocupan mucho tiempo. Los otros abuelos, los tíos y los hermanos también
forman parte de este cuadro. Y para completar los momentos de incomodidad
familiar, a veces se da el hecho de que ex-esposas o ex-maridos compartan el
tiempo con los nietos.


Todos
queremos acomodarnos y llevarnos bien en la medida de lo posible. Pero a veces
es una lucha. Analizando este tipo de situaciones, nos damos cuenta cómo es
posible que las tensiones surjan incluso en los círculos familiares más
unidos.


Como
abuelos, también podemos tener dudas acerca del rol que debemos ocupar. Ya no
estamos más a cargo de las cosas. Debemos alejarnos del centro de la escena y
dejar que nuestros hijos tomen las decisiones, por ellos mismos y por nuestros
nietos. E incluso nuestros propios deseos deben ser dejados de lado en más de
una oportunidad.


Pero
esto no significa que dejaremos de ser padres o madres. A pesar de que íntimamente
sabemos que debemos soltar las riendas de nuestros hijos adultos, para nuestros
ojos ellos siguen siendo nuestros hijos. Y esto es así para siempre, sin
importar qué edad tenga cualquiera de los involucrados.}


Nuestro
lugar, aunque no siempre nos guste


Podemos
y debemos seguir nutriendo a nuestros hijos. Podemos ser un reaseguro para
ellos, ser alguien que los escuche. También ellos viven situaciones de mucho
stress. Ahora deben ganar el pan para ellos y para su familia, y además de eso
ahora son padres y están muy ocupados. Debemos ayudarlos y acompañarlos, ya
que muchas veces necesitarán de nuestro consejo o de nuestra atención.


Por
otro parte, a menudo no estaremos de acuerdo con algunas decisiones que nuestros
hijos toman en su rol de padres. O cuando los visitamos, quizás pretendamos
pasa más tiempo con nuestros nietos. También podemos pensar que sus hijos
–nuestros nietos– están siendo malcriados. Es muy tentador en esos casos
invocar la autoridad que nos brinda la edad y empezar a dar órdenes nuevamente.
Pero si adoptamos esa postura, con el tiempo seremos cada vez menos bienvenidos
en la casa de nuestros hijos.


Debemos
ganarnos el derecho de hacer valer nuestra opinión. Esto se logra estableciendo
una relación afectuosa con nuestros hijos y brindándonos por entero cuando
ellos nos necesitan.


También
hay que tener en cuenta que, en la actualidad, muchos padres primerizos crían a
sus hijos de manera muy distinta a la que ellos mismos fueron criados. Ya son
grandes y tienen sus propias ideas con respecto a las cosas. Además, conocen de
primera mano los errores que hemos cometido como padres. A veces es muy riesgoso
dar un consejo desinteresado… porque nuestros hijos, en muchas ocasiones, no
quieren saber nada con nuestros consejos.


Aunque
hay momentos en que un consejo es ineludible. Si observamos que la seguridad de
nuestro nieto está en peligro, debemos hablar sin dudarlo. Pero también es
bueno recordar, de tanto en tanto, que ya tuvimos nuestro turno para hacer las
cosas, mal o bien, y que ahora lo que suceda con nuestros nietos no será
responsabilidad nuestra.


Cuando
chocamos con nuestros hijos


Los
conflictos que se suscitan con nuestros hijos son conflictos “limítrofes”,
por llamarlos de algún modo. Suceden por lo general cuando tanto los abuelos
como los padres no cumplen las expectativas que se generaron mutuamente. Estos
conflictos pueden incluir desacuerdos en las maneras de criar a los hijos o en
el grado de presencia que tengan los abuelos en la vida de los nietos. Algunos
abuelos no tienen mucho respeto por el rol de sus propios hijos como padres. Y
en otros casos, los padres piensan que lo normal es que los abuelos tengan que
abandonar sus vidas para ocuparse de sus nietos cuando ellos tienen otro
compromiso.


En
la práctica, debe existir un alto grado de flexibilidad y madurez para resolver
este tipo de problemas. Y el peso de los problemas debe caer en las espaldas de
los abuelos. Como “solucionadotes”, los abuelos deberán:


*
Tratar de resolver los problemas de inmediato.
* Comunicarse con todos los miembros de la familia y escucharlos muy
atentamente.
* Recordar que los más importante para los padres y los abuelos es el bienestar
de los niños, y que se deberá hacer cualquier cosa para resolver las
dificultades que los involucren a ellos.


Sin
embargo, no debemos esperar demasiado de nosotros mismos. Es normal sentirse
celosos de los otros abuelos, es una reacción lógica y comprensible. Quizás
los “otros” abuelos vivan al lado de la casa de los nietos, estén más
presentes en sus vidas o tengan más dinero para hacerles fabulosos regalos. Lo
importante es reconocer este tipo de reacciones en nosotros mismos. No es
necesario esconder estos sentimientos de celos: lo que se debe hacer es,
simplemente, no dejar que se impongan. Dentro de lo posible, lo recomendable es
tender puentes de acercamientos con los otros abuelos, compartir tiempo con
ellos y los nietos y compartir también el momento de comprarles regalos.


Los
otros abuelos pueden pertenecer a un grupo religioso de creencias muy diferentes
a las nuestras. Hasta pueden hablar en distinto idioma. Una vez más, será
nuestra responsabilidad asegurar que las relaciones familiares sean armoniosas y
sin tensiones innecesarias. Porque es lo que nuestros hijos y nuestros nietos
esperan de nosotros.


Somos
los ejemplos a seguir


Como
parte de una generación más vieja, debemos ser ejemplos. Somos los poseedores
de la tradición y los valores de nuestra familia. Podemos iluminar el camino
para nuestros hijos, nuestros nietos, y nuestros tataranietos, ofreciéndoles
amor y siendo abuelos comprensivos. Siempre debemos mantener las líneas de
comunicación con nuestra familia abiertas. Cuando los problemas se pueden
enfrentar apelando al amor, sin ponernos a la defensiva, cuando todas las partes
involucradas pueden apreciar cómo se siente estar en el lugar de la otra
persona, tenemos muchas más posibilidades de resolverlos felizmente.


Es
bueno recordar que, como abuelos, a menudo estamos en una inmejorable posición.
Podemos recibir amor y atención de esas maravillosas criaturas que son nuestros
nietos sin tener que sumergirnos en los deberes paternales. Sí, claro que nos
preocupamos por nuestros nietos, y también nos pueden cansar por momentos. Pero
la mayor parte del tiempo suelen ser acompañantes de valor precioso, y debemos
sentirnos emocionados y honrados de pasar tiempo con ellos. A medida que
estrechamos los lazos de unión con nuestra familia y con nuestros propios
hijos, podremos regocijarnos con los suyos: nuestros nietos.

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