Siempre queremos
lo mejor para nuestros hijos. Intentamos entender lo que sienten y quieren.
Comprender emociones que muchas veces ellos, ni tampoco nosotros, podemos poner
en palabras. Claro que esto puede ser difícil de hacer si están llorando sin
detenerse ni para respirar.
De todas formas la
mejor forma de entenderlos es prestándoles atención, observarlos de cerca para
comprender de qué forma expresan lo que sienten. Porque los niños,
especialmente los más pequeños, comunican gran parte de lo que quieren decir
por un lenguaje que no es hablado.
Todos queremos
criar personas que puedan ser felices en este mundo. Queremos que sepan
recorrer el camino que los lleve a sus objetivos y sabemos que esta edad es
cuando se aprenden las cosas más importantes.
Los niños y la inteligencia emocional
La inteligencia
emocional, que se adquiere en gran parte durante la niñez, es uno de los
principales indicadores de cómo su hijo se desenvolverá en el futuro.
La inteligencia emocional es la expresión de nuestra capacidad para entender
nuestros propios sentimientos y el de los demás, de poder compartir
experiencias con ellos, de saber escuchar y aprender.
Si piensa que éstas son las cualidades que quiere que tenga su hijo, si piensa
que esto es lo que se necesita para ser feliz, entonces puede preguntarse cómo
ayudar a su hijo a que encuentre, explore y desarrolle su inteligencia
emocional.
Lo primero que
podemos hacer para promover el desarrollo de la inteligencia emocional en su
hijo es cambiar la forma en que pensamos el ¨ser padres¨.
¿Qué es “ser padres”?
Muchos piensan que ser padre significa reprimir los malos modales y ajustarlos
a cierta forma de pensar, de vivir. Esto no sólo es poco probable de hacer,
sino que también puede llevar a una reacción, es decir, a una acción totalmente
opuesta. Las cosas que nos son prohibidas son las que, generalmente, más nos
atraen.
Ser padre es más
como ser un guía que cuida y ayuda a su hijo a encontrar su propio camino. La
persona que brinda el entorno donde el niño pueda encontrar las conexiones con
sus propios sentimientos, donde desarrollar el cariño que se tiene por la
familia y las demás personas.
Su hijo, mientras sea un niño, vivirá acontecimientos de suma importancia todos
los días. Los niños viven intensamente, descubren cosas nuevas todos los días,
experimentan una sensación desconocida en cada rincón de la casa. Su hijo debe
tener una guía para que este flujo de experiencias sea encauzado para su mejor
desarrollo.
Respeto, respeto, y más respeto
Para hacer esto
debe empezar por respetar a su hijo. Si le dice que hay algo que no le guste o
no quiere hacer, escúchelo y pregúntele por qué es así. Intente hacer que él
mismo piense y entienda lo que siente.
No le diga ¨está bien, no llores¨ o ¨no importa que no te guste, igual lo tenés
que hacer¨. Esto es insultar su inteligencia emocional y, por lo tanto, su hijo
tenderá a reprimirla porque sus padres la desaprueban.
Aunque sea difícil ser paciente cuando su hijo está llorando o haciendo
berrinches, usted debe respetar sus sentimientos porque, para ellos, esos
sentimientos lo son todo, al menos en ese momento. Debe entender que los niños
viven con gran intensidad; cada acción, cada emoción es la vida misma. No
existen términos medios, se siente y se vive en totalidad, sin escamoteos. Algo
que a usted le resulta insignificante puede ser de suma importancia para ellos.
Comience por entenderse a usted mismo
Para ayudar a su
hijo a entender lo que siente primero debe usted entender sus propios
sentimientos. Intente no encasillar a la gente o las cosas.
De esta forma sabrá realmente qué es lo que siente sin caer en el juego fácil
de poner todo en casillas ya creadas por la sociedad. Intente mantener su vida
emocional en equilibrio, de esta forma podrá ser alguien en quien su hijo podrá
apoyarse cuando lo necesite.
Si se encuentra demasiado estresado o sobrepasado por acontecimientos en su
vida profesional o privada, no podrá ayudar a su hijo a encontrar su propio
equilibrio.
Escuchar, escuchar, y de nuevo escuchar
Cuando su hijo se
acerque llorando, no intente animarlo solo con risas, juguetes y juegos. Ellos
necesitan que usted entienda por qué están enojados o tristes y para eso
necesitan ser escuchados, no que le hagan reír.
Por eso, si su hijo se acerca cuando usted está ocupado, intente dejar de hacer
lo que estaba haciendo y demuéstrele que le está prestando atención haciendo
algún comentario apropiado.
Si sienten que hay alguien ahí que va a escuchar sus inquietudes, sus hijos
estarán más dispuestos a experimentar nuevas cosas y crecer. Haga preguntas
específicas como ¨¿estás enojado¨ o ¨¿estás triste?¨. Preste atención a la
respuesta o comentarios que pueda hacer. Usted debe estar ahí para ayudarlo a
que él mismo procese sus sentimientos, no para arreglarlo todo o para decirlo
cómo deben sentirse.
Lo más difíciles
para un padre es ser un buen padre cuando su hijo está llorando y gritando. Lo
irónico de esto es que, ante la pérdida de la paciencia, los padres exigen a
los hijos que superen la dificultad que tengan y no lloren más, que molesten lo
menos posible y esto mismo es lo que provoca que más de estos problemas surjan
en el futuro.
Los niños que no son escuchados eligen entre dos caminos: el de los gritos o el
del silencio. Su hijo crecerá feliz, y podrá ser una persona feliz, si se le
escucha realmente y se respetan sus sentimientos.