La
vecina estaba furiosa contra el país, contra los jueces, contra el Consejo de
la Minoridad, me decía: “Son unos ignorantes. ¿Acaso no saben que la
vejez se prolongó diez años?
Ya
hay nonagenarios y centenarios ¿Acaso no saben que con las terapias génicas
van a poder combatir el cáncer, la diabetes ? ¿No miran TV., no la ven a
Nacha Guevara, a Soledad Silveyra, a Graciela Alfano, a Mirtha Legrand ?
Con
todas las horas que estas mujeres dedican por día a su entrenamiento físico, a
su belleza, no me digas que ellas no podrían criar un bebé, con la salud y la
energía que tienen. El mundo ha cambiado y los jueces no lo vislumbran.
Diez
años de nuestra vida perdidos, por no poder adoptar un bebé, con todos los
chiquitos que se ven en la calle, muertos de hambruna… En este momento, si nos
hubieran permitido adoptar un bebé, tendríamos una nena de 10 años en nuestro
hogar, y en 5to. Grado. ¡Estos jueces que viven en otro siglo…!”
Hay
muchas personas, como mi vecina y Mariela, que no aceptan como propia la
responsabilidad ante los actos equivocados de su vida, y ponen el problema en
los otros, “por el país, por los jueces, por el psicólogo no hice lo que tenía
que hacer… en aquel momento…”
Hay
tantas Marielas que no encuentran un verdadero sentido a su vida, llegan a casa
y el único ser vivo que las espera es su mascota, el perro, el gato, o la
tortuga; se pierden la oportunidad de funcionar como mamás y de ser importantes
para alguien, por sus miedos y sus prejuicios que no les permiten internamente
adoptar a un chico mayorcito.
Pero
en cierto sentido, debo confesar, la protesta de mi vecina en cuanto a la salud
de los seres humanos era real, dado que existe la medicina preventiva y los
medios económicos, que les permite a algunas personas privilegiadas
practicarla.
Pero
lo que esta abuela furiosa no sabe es que hay muchos chiquitos mayores para
adoptar, y que los juzgados de familia intentan entregarlos a personas de cierta
edad.
Los
jueces y el Consejo de la Minoridad no quieren que estos chicos crezcan en los
institutos de menores, y saben que sería maravilloso –tanto para los niños
como para los adultos- si consiguieran un hogar para crecer sanos tanto psíquica
como físicamente;
no importa si esta familia está formado por una abuela y su hija, por una mujer
sola, por un hombre solo, por dos abuelos jóvenes.
Obviamente, los juzgados de familia, piden diagnósticos exhaustivos de
la familia a la cual se le va a entregar el menor.
En
los juzgados de familia he observado casos realmente mágicos : chiquitos
desvalidos, con miradas tristes, o chicos de la calle, que de pronto florecen en
un hogar.
Chicos
que eran mediocres, en la escolaridad, y que cuando son adoptados y se sienten
amados, empiezan a adquirir conocimientos con una rapidez increíble.
Lo
observé en una nena de la calle que había sido abandonada en Retiro, y fue
adoptada por una pareja sexagenaria, y que en pocos meses saltó de tercero a
quinto grado. Cuando la vi, seis meses después, estaba resplandeciente.
No
puedo olvidarme de los cambios que se producen en estos chicos, esos ojitos
acariciadores, sin vida, suplicantes, pasan a ser vivaces. Esa actitud de
agobio, con las espaldas encorvadas, después de un tiempo se los observa
derechitos, con su autoestima elevada. ¡Sienten que por fin son importantes
para alguien!
Hay
una película que me conmovió hasta las entrañas : El Hombre De Las Máscaras. Es una película china, y relata cómo
un hombre, transitando la última etapa de su vida, tiene la necesidad vital de
adoptar un nieto.
Se
las contaré la próxima semana…