La
llegada de un niño es uno de los momentos más intensos y memorables en una
pareja, pero también puede ser uno de los eventos que más se recuerden porque es
un proceso que comienza y se generan muchos cambios.
“La felicidad que se
moviliza alrededor del nacimiento de un bebé puede verse empañada por el estrés
y ansiedad que el mismo acontecimiento genera”, sostiene la psicóloga
argentina Marisa Amado.
No es
nada sencillo manejar los tiempos, la rutina, los horarios. Todo cambia. “Lo
primero que se modifican son los horarios. Hay que adaptarse a otras
necesidades.
La mujer es en general quien abastece ciento por ciento al niño
recién nacido, no solamente por tener que darle de comer, sino durante el día,
durante la noche. Si no se tiene familia que colabore suele ser una
responsabilidad muy ardua de llevar a cabo”, comenta la especialista.
Algunas
recomendaciones para evitar conflictos en la pareja:
· La
paciencia es un don que ambos miembros tienen que aprender a fortificar sobre
todo durante los primeros meses.
·
Repartir las tareas. No tiene sentido que la madre esté totalmente abocada al
niño y a las demás actividades del hogar. “Si no existe el equilibrio es una
cuestión de tiempo que todo se vaya por la borda. Hay que establecer propios
límites”, comenta la profesional.
·
Saber pedir ayuda externa. Si se tiene la posibilidad de contar con algún
familiar, solicitarle colaboración. Si no se tiene, pero sí se puede contratar a
alguien una vez a la semana para que facilite y descomprima la carga del hogar,
será una buena manera de poder descansar un poco más y relajarse.
· Las
peleas durante un estado de
nervios y ansiedad no llevan a nada. “En estos
casos, lo mejor es esperar. Los padres durante la primera etapa del bebé están
muy nerviosos y cualquier detalle los puede sacar de quicio.
Hay que respetar al
otro lo más que se pueda y en lo posible entender por el momento particular que
se está viviendo”, analiza Amado.
· La
organización es clave. Se dormirá poco y el tiempo no alcanzará para nada. Es
importante apuntar todo lo que hay que hacer cada día y dividir las tareas.
Tenerlas las instrucciones en un lugar visible y sobre todo, comprometerse a
llevarlas a cabo para no sobrecargar al otro.
· En
esa lista organizada debe existir un apartado de tiempo libre. Por más complejo
que resulte, al menos hay que disponer de media hora al día para cada uno.
“En ese lapso se puede hacer lo que se desee sin que nadie intervenga ni
perturbe. Es un momento que generará mucha satisfacción y será de vital
importancia para recargar energía y la paz perdida”, comenta la psicóloga.
· Hay
que aceptar que ya nada volverá a ser como antes. “Muchas parejas se
desilusionan y se frustran porque notan que las cosas se han modificado y
anhelan tanto volver al pasado y a la vida anterior que se esfuerzan por querer
lograr este imposible.
Un niño ha nacido y a partir de este momento todo ha sido
transformado: habrá noches que no se dormirá, habrá que sacar tiempo para
llevarlos al pediatra, habrá que jugar con ellos y dedicarles atención.
Tener un
hijo no es fácil y cuanto antes se acepte, más rápido y de manera más saludable
se podrá establecer la nueva relación que sí o sí hay que crear”, opina
Amado.
·
Intentar dedicar al menos una noche cada quince días para la pareja. Pedirle a
un amigo o familiar que pueda quedarse unas horas con el bebé para no perder el
vínculo afectivo que hay entre ambos miembros de la pareja.
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