Las relaciones se basan en la confianza
y en la seguridad. “No está mal
guardarse para uno ciertos aspectos de la vida, siempre y cuando estos secretos
no influyan en la vida conyugal o de amistad ni perjudiquen el vínculo
establecido”, comenta la socióloga española Montserrat Agustí Solana.
La clave para determinar si es preciso desvelar lo que se calla está en lo que
realmente se siente al pensar en ese acontecimiento que ha ocasionado el
silencio.
“Si el silencio angustia o se siente temor y por tal motivo no se desea darlo
a conocer ya sea por el impacto que tendrá en la otra persona, es momento de
encontrar la manera de expresarlo.
Siempre y cuando no se trate de una mentira que se ha dicho para ocultar una
verdad, cada uno tiene derecho a conservar en privado lo que se desee. No es
ningún pecado ni ningún delito”, establece la profesional.
Cómo decidir si contar o no tus secretos:
1.- Si el secreto genera culpa, angustia y dolor, lo más indicado es contarlo.
“De esta manera nos quitaremos un peso de encima aunque las consecuencias
pueden ser imprevistas. Todo dependerá de la importancia de lo oculto y del
grado de comprensión que tenga el receptor. Hay que determinar con mucha
sensatez si es posible manejar el tema sin ayuda de un profesional”, destaca
la socióloga.
2.- Saber distinguir entre una mentira dicha que no quiere ser desvelada y un
evento del pasado que no quiere darse a conocer. “Una vez hecha la
diferenciación entre una mentira que quiere mantenerse a buen resguardo y un
secreto, hay que animarse a tomar la decisión de hablar u omitir el tema.
Todos los seres humanos tenemos derecho a mantener aspectos de la intimidad
en privado. Es parte de la esencia de cada uno y que debe respetarse. Hay
sucesos que pueden ser dolorosos o traumáticos.
En tal caso, lo indicado es poder consultar con un terapeuta que pueda
aliviar la tensión y el sufrimiento. Una vez que se haya exteriorizado el
secreto, el profesional podrá aconsejar sobre los pasos a seguir”, revela la
profesional.
3.- Es preciso asegurarse de que ese secreto no esté coartando las acciones
diarias. “En el momento en el que uno advierte que algo no está funcionando
bien y que el motivo es aquello que no nos animamos o no queremos contar, hay
que plantearse seriamente la posibilidad de exteriorizarlo. Es muy importante
desprenderse de todos los malos sentimientos que nos encadenan y no nos dejan
funcionar socialmente ni con uno mismo”, recomienda Agustí Solana.
4.- El derecho a la intimidad debe ser respetado. “Hay que ser muy cuidadoso
con ir contando intimidades a gente que recién conocemos.
Es fácil caer en la tentación puesto que constantemente podemos estar
conociendo personas y el ritmo de la vida actual hace que nuestros lazos
sociales sean endebles y superficiales, pero hay que preservarse de los
individuos que son pasajeros en nuestras vidas porque no nos aportará nada
desvelar nuestra intimidad a extraños que nada agreguen a nuestras existencias”,
finaliza diciendo la socióloga.
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