La
infidelidad es la mayor causa de conflictos de pareja. No interesa si es una
simple aventura, sólo un pensamiento o una relación paralela; el problema
principal es el engaño.
Muchas personas ocultan sus deslices para no hacer enojar o conservar su actual
romance, pero ¿se puede convivir con eso en la cabeza? o ¿sirve decir la
verdad?.
Muchos hombres y mujeres hoy en día ( y también en el pasado) han sido infieles,
pero en realidad son pocos los casos en los que el “otro” se entera. Decir la
verdad puede costar el final de una relación de muchos años.
El engañado puede vivir sin enterarse, pero el que engaña ¿puede vivir sin
contarlo?. Muchas veces el tercero en cuestión también entra en el juego del
infiel al saber la condición de su amante (esté casado o de novio) y colabora en
mantener el engaño.
Este juego se puede poner peligroso y muchas personas pueden salir lastimadas.
Pero la
infidelidad es algo innato en las personas, sin importancia de sexo. En la
historia de la humanidad se dieron una mayor cantidad de sociedades poligínicas
(aquellas donde el hombre comparte o adopta varias mujeres) que sociedades
poliándricas (aquellas donde la mujer tiene más de un marido).
Esto quiere decir que el hombre es más propenso a ser infiel. Según estudios
científicos esto se debe al gen “egoísta” del hombre. Los antepasados machos
aseguraban la continuidad de la especie y de los genes copulando con muchas
hembras, mientras que ellas -al ser fértiles durante menor tiempo que los
machos- elegían a un solo hombre que les garantizase la inseminación en el
momento deseado. Por eso se dice que las mujeres son más fieles.
Aunque en la
actualidad no se sabe (ni se sabrá) quienes son más fieles. Muchas personas se
niegan a contar sus aventuras fuera del matrimonio.
Lo que en
cambio se puede dilucidar son las causas del adulterio. Existen tres frases que
les cabe perfectas a los infieles: “lo hice por amor”, “lo hice por placer, “no
sé por qué lo hice”.
Muchos
hombres realizan actos de infidelidad por el mero hecho de sentirse “machos”.
Por la novedad de conocer a otra mujer, y sobre todo para levantar su autoestima
y reconocer que todavía “pueden”.
La diferencia entre los hombres y las mujeres es que los primeros se excitan con
mujeres nuevas o desconocidas, en cambio las del sexo femenino consiguen mayor
placer con personas ya conocidas, pero en situaciones nuevas.
Esta explicación puede llevar a la conclusión de que las mujeres a la hora del
amor tienen más fantasías y mayor creatividad que los hombres. En cambio a los
hombres no les interesa el dónde ni el cuándo, sino que buscan lo nuevo, conocer
a alguien.
¿Por qué se oculta la infidelidad?
El temor al castigo, a ser abandonados, a no ser perdonados nunca es lo que más
determina el ocultamiento de una infidelidad. La falta de valor ha sido
tradicionalmente la principal causa de mentir y ocultar la verdad.
Muchas parejas modernas, en cambio, piensan en hablar sobre el tema, en no
reprimirse. Piensan que ser infiel es una condición de todo hombre y mujer, pero
siempre se vuelve al amor verdadero. Por eso sienten que el hecho de la
infidelidad se da por una cuestión de deseo y no para dañar al otro.
Pero, en la
mayoría de los casos, lo determinante es la causa de la infidelidad.
Las crisis de pareja son los motivos más importantes para que una persona caiga
en el adulterio. Cuando alguien en la pareja se siente mal siempre busca afuera
lo que no puede obtener “adentro”.
Pero no sólo los problemas de pareja pueden ocasionar el engaño, también otros
problemas como la pérdida de un ser querido, la falta de trabajo, la
inestabilidad económica, conflictos con los hijos, etc. pueden sacar a la
superficie carencias que se buscan saciar con una infidelidad. Así las personas
que cometen adulterio lo hacen para tapar carencias o depresiones en su vida.
Por eso es
quizás en esos casos donde la persona que fue infiel se debe replantear por qué
lo hizo y decir la verdad, sincerarse con su pareja. La verdad sirve para
ponerse en el lugar del otro y comprenderlo, ayudarlo a resolver sus carencias y
perdonarlo.
Otro motivo
de infidelidad puede ser la venganza. En su mayoría son mujeres las que se toman
este tipo de revancha. Al enterarse de un adulterio realizado por su pareja,
antes de perdonar deben sentir el sabor de la venganza, aunque luego de
realizarlo se sienten arrepentidas.
Muchas veces
el “engañado” se da cuenta de que su pareja le es infiel. Muchos pueden ser los
signos que lo hacen sospechar: cambios de horarios, cambios de humor, peleas
continuas, etc.
La mentira es
muy difícil de sostener, opinan muchas personas que han sido infieles. Por eso
se mantienen en estado de alerta continua para no cometer errores ni que la otra
persona note en alguna actitud fuera de lo común que su pareja le fue infiel.
Pero tarde o temprano siempre aparece algo que indica el “pecado” cometido.
Por eso lo
mejor es hablar, ser sincero y decir todo lo que ocurrió a su pareja. No deje
que ésta se entere después, siempre es mejor afrontar los problemas y poder
solucionarlos de a dos.
Una conclusión que se puede sacar de todo esto es que en realidad ser infiel no
sirve de mucho. Ya que si se es infiel es porque la otra persona no nos
conforma, entonces lo mejor es terminar esa relación.
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