¿Los encuentros digitales son más inofensivos que aquellos que se dan frente a frente? ¿Las mentiras son más piadosas y los engaños hacen sufrir menos a quienes lo padecen por el simple hecho de que los protagonistas están separados por una pantalla? ¿Hasta qué punto Internet puede llegar a romper una relación real de pareja?


¿Hay que llegar a consumar una relación para que ésta cumpla con los requisitos
de una infidelidad? ¿Las mentiras son pruebas suficientes para comenzar a
desconfiar de la pareja y hacer algo al respecto o porque no ha habido sexo de
por medio todo se puede perdonar?

“Hoy en día se pasa más tiempo conectado con extraños que hablando o
compartiendo con la persona que tenemos al lado. Cada quien es dueño de manejar
su tiempo y su relaciones afectivas como lo desee siempre y cuando la otra
persona involucrada esté de acuerdo y acepte las reglas.

En caso de no ser así, si uno de los dos conoce a alguien “especial” por la
red y decide entablar una amistad o relación “inofensiva” estará cometiendo un
engaño que no debería ser aceptado así nomás por la persona que está
compartiendo la vida con nosotros.

Que el otro nos haga creer que lo que está haciendo cuando está conectado
carece de significado y valor, es una actitud manipuladora en la que no debemos
caer
”, comenta la socióloga uruguaya Raquel Picasso.


Señales de alarma de infidelidad virtual


1.- La pareja se conecta a todas horas. Antes, solamente lo hacía en
determinados momentos. Internet consume todo su tiempo.


2.- Quiere estar a solas cuando está frente al ordenador. Ha cambiado su clave
de acceso y sus nervios aumentan cuando alguien se le acerca.


3.- Es posible que el sexo ya no le interese como antes


4.- Cada vez tiene menos atenciones para con su pareja. Descuida el trato y no
colabora en las tareas. Si antes era una persona delicada, atenta y amable, el
cambio de comportamiento será evidente y preocupante. Está claro que algo
ocurre.


Cómo evitar la infidelidad por Internet


1.- La tecnología no es la culpable de la crisis afectiva o de la
infidelidad
virtual. El uso que se le da es lo que está alterando la realidad y el vínculo
amoroso. “Todos los engaños son graves y hay que tratarlos con el respeto que
merecen.

Si lo que se desea es salvar la pareja hay que comenzar a entender por qué se
ha llegado a una situación tal. Los protagonistas deben hablar, comunicarse y
llegar a conclusiones. Es importante identificar qué es aquello que nos está
dando la persona que está del otro lado de la pantalla que no nos brinda nuestra
pareja en casa.

Solamente hablando se podrá determinar qué es lo que está fallando en la
relación y poder proponer una manera de llenar ese vacío que se está sintiendo”,

aconseja la experta.


2.- La adicción a las nuevas tecnologías es un problema que expone muchas
debilidades. “Se puede ser adicto al trabajo, a determinadas costumbres, a
personas y también a Internet, las redes sociales y los chats.

Está claro que en el ciberespacio no hay personas feas ni calvas ni de mal
humor. La idealización y la fantasía son los factores más peligrosos que pueden
existir y hay que evitar involucrarse con ellos.

El flirteo puede ir desde intercambios de
mensajes de chat
o mails hasta
convertirse en persecuciones y extorsiones. Hay que tener mucho cuidado y aunque
la adrenalina y la emoción por estar coqueteando con alguien que no se conoce
jueguen un importante papel en este tema, hay que mantenerse al margen.

Solamente con la ayuda de la pareja y llegado el momento con la de un
profesional será posible liberarse de esta adicción, una de las más peligrosas
de la era digital
”, determina la profesional.


Si se sospecha que la pareja está manteniendo una relación virtual, lo más
indicado es poder hablar e intentar comprender qué puede estar pasando para que
esto ocurra.

“Lo más importante para saber si vale la pena salvar la relación real es
tener la seguridad de que ambos están dispuestos a tratar el tema sin
liviandades. Muchos creen que porque no se acuestan con la pareja que han
conocido por Internet, la traición no se considera como tal, pero esto no es
así. Las intenciones y los deseos no dichos son engaños que tienen un peso moral
y que se asemejan a cualquier engaño carnal que se haya podido tener
”,
finaliza diciendo la especialista.

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