Vivir juntos, pero separados
Es un fenómeno que no se puede ignorar ya que cada vez son más las familias que
antes de decidir divorciarse prefieren asumir el mal trago de continuar la
convivencia porque tienen hijos pequeños y también por un factor económico del
cual es muy difícil evadirse.
Llega un momento en la relación de pareja que el desgaste entre los miembros es
tan profundo que ya no tienen ningún interés en rehacer su vida amorosa ni son
conscientes de que pueden llegar a tener otra oportunidad en el amor.
Piensan
que ya han tenido demasiado y volver a comprometerse con alguien significa para
ellos volver a pasar por el tormento de la convivencia.
Prefieren seguir
soportando algo que se conoce a optar por tirarse al vacío de lo que implica
cambiar completamente de vida.
Según una investigación inglesa publicada recientemente en la revista Journal
of Law in Context, demuestra que en Inglaterra hay dos millones de parejas
que están juntas, pero que no comparten la misma cama ni tienen ningún tipo de
comunicación.
En Suiza, en 1993 mantenían esta actitud el 6 por ciento de las
parejas mientras que en la actualidad la cifra ha ascendido al 14 por ciento.
Seguramente, esta manera de vivir no es la tradicional, pero cada pareja tiene
derecho a encontrar el modo de relacionarse del la forma que crea conveniente,
teniendo en cuenta las necesidades y limitaciones de cada uno, pero qué hacer
cuando uno de los dos conoce a otra persona.
¿El acuerdo se rompe o se negocia?
Si la intención primaria era la de permanecer unidos por el bien de los hijos,
no habrá manera de poder salirse de este convenio, a no ser que el involucrado
en esta relación extramatrimonial comprenda que puede hacer una vida nueva sin
que esto implique el tener que dañar a sus hijos.
En caso contrario, si nadie
nuevo aparece en el horizonte, se podrá seguir manteniendo un vínculo ficticio
entre dos seres adultos que más que pareja conviven como dos amigos o hermanos.
Más allá de que cada uno tenga el derecho de vivir como quiera, “no se puede
ocultar que todos somos seres humanos y que como tales, tenemos necesidades que
hay que satisfacer.
Biológicamente no estamos preparados para convivir con una
persona con la que se han tenido hijos sin pensar en la estructura sexual y
familiar, y si se consigue hacerlo, no sería para nada natural.
Puede ser que
durante un tiempo se resista en una situación así, pero tarde o temprano uno de
los dos cederá a la tensión que implica el vivir de este modo y comenzarán a
aflorar sentimientos encontrados: furia, frustración, resentimiento, enfado y
sobre todo muy baja autoestima”, comenta el sexólogo español Fernando Tarres
Yáñez.
El significado de las relaciones está cambiando, lo que buscan las parejas es ir
adaptándose como pueden a los acontecimientos.
Los hijos no quedarán al margen
de los sucesos que vayan teniendo lugar. “Los niños irán creciendo y
comenzarán a advertir que los padres no se comportan de manera normal, al menos
no como la mayoría de los padres de sus amigos o de las parejas que van
conociendo.
Depende mucho de cómo hablen los padres con sus hijos de este tema
para que ellos, una vez mayores encuentren el mejor modo posible para enfrentar
las relaciones y la sexualidad”, explica el profesional.
Algunas recomendaciones útiles:
Si la pareja ha decidido convivir sin mantener ningún vínculo emocional en común, hay que lograr tener una actitud tranquila dentro del hogar ya que los momentos que los adultos pasen en soledad, sin los hijos, no deben llenarse de tensión ni peleas.
En presencia de los hijos, lo más conveniente es tener una actitud natural. Hay
que tener especial reparo con los mensajes de doble sentido que se efectúan
entre los adultos en presencia de los niños.
Es fundamental no darles mensajes
contradictorios. El hecho de no mantener un vínculo amoroso no significa que
siempre se tenga que estar esperando el momento para poder pelear.
En cuanto uno de los dos miembros del matrimonio no respete el acuerdo que se ha
establecido, es conveniente poder decidirse por otra solución.
Vivir en un
perpetuo drama no tiene sentido, más allá de los hijos y de los posibles
problemas económicos, hay que estar bien uno para poder afrontar lo que sea
necesario enfrentar, pero desde una postura y visión saludables.
Otro de los temas en cuestión está relacionado con el dinero, o con la falta de
él. Hay parejas que siguen unidas por deudas financieras y porque el divorcio
implicaría asumir aún más gastos.
Aunque este tipo de vínculo genera mucha
tensión, es una alternativa que hay que contemplar ya que asumir una nueva vida
en soledad requiere no solamente de mucha fuerza sino de un patrimonio
considerable.
El alquilar una vivienda, el separar los gastos y asumir unos
nuevos de modo total son costos que en muchos casos deciden el destino final de
un matrimonio.
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